23 febrero 2007

La apropiación de ideas

Desde hace tiempo, quería tocar un tema que fuera algo más polémico que lo hablado hasta ahora. Estaba pensando en algo transgresor tipo Rappel con tanga de leopardo. No sé, algo que encendiera la llama de la ira del colectivo blogger o de la comunidad internauta. Creo que lo del tanga no hubiera resultado porque es una idea muy manida. Ya todo el mundo hace el más difícil todavía, o mejor dicho, el más esperpéntico bochornoso todavía. Además, el tema tenía que seguir el hilo de la narración de este cuaderno de bitácora, y por supuesto, el reparto debía contar con el actor secundario Jefe. Repasé mis notas en busca de inspiración, navegué por unos cuantos blogs, entre los que se encuentran los de comentaristas habituales de éste que escribo, hice memoria y tuve una iluminación. Estaba focalizado, es decir, en el Ártico, comiendo pescado y acicalándome los bigotes. Vaya chiste más malo. Creo que el Club de la Comedia no es lo mío. Volvamos al tema, que sé que les va a enfadar mucho. Si hay algo que revienta a cualquier trabajador, es que le roben o le pisen las ideas. En este punto podríamos enlazar con toda la literatura trepa de la historia empresarial y humana, podríamos hacer cualquier aproximación al plagio y la copia más desvergonzada y podríamos acordarnos de mucha gente: desde la tarea que nos pedían en el patio del colegio hasta el más importante proyecto de cualquier faceta del conocimiento. Ya les he irritado lo suficiente ¡eh! Les suena esta historia y la han sufrido alguna que otra vez y sin nada de anestesia ;) jajaja, pues los tiros no van por donde piensan :P
Mi jefe y algunos compañeros, se apropiaban de las ideas de los demás, para quedar bien. Mi jefe, cuando menos, figuraba al principio de los créditos de cualquier pensamiento que no fuera suyo. En este caso estamos hablando del tema laboral. Pero mi jefe siempre iba más allá. Se beneficiaba de las ideas en el ámbito personal, es decir, si manifestabas alguna opinión o contabas alguna historia que le pareciera interesante, la utilizaba como si fuera de su propia cosecha. Con eso muchas veces se queda bien delante de conocidos y desconocidos, pero otras se queda muy mal...
En cierta ocasión estaba conversando con mi jefe de varias cosas: trabajo, vida, etc... Cerca del local de mi empresa vivía un cliente nuestro. Tenía una casa (no piso) en medio de la ciudad, con gran cantidad de terreno alrededor. En esos momentos estaba haciendo reformas y siempre lo veíamos lleno de cemento de los pies a las cejas. Por alguna razón, nuestra conversación derivó hacia ese cliente. Se me ocurre comentarle al gerente:"La verdad que con todo el espacio que tiene, podría hacerse un garaje y no dejar el coche tirado en la calle, total, puede abrir un hueco en el muro que da a nuestra vía". Mi jefe se quedó pensativo y dijo: "Es verdad". El mismo día, ese cliente-vecino vino a la empresa para comprar algo y se quedó hablando con mi jefe. Yo pasé cerca en el momento más oportuno; mi jefe le estaba diciendo: "con todo el terreno que tienes ¿por qué no haces un garaje?". Me estaba pisando la idea. Yo era flipado. Fuerte morro. Mi empresa se apropiaba hasta del respirar. Ciertamente yo estaba enojado, pero no me duró mucho la molestia cuando oí la respuesta del cliente. Miró a mi jefe con cara de: "¿Tú de qué vas?" y le contestó: "¿Cómo? ¿un garaje? El coche está bien donde lo dejo, que además me queda en frente de la ventana. Si tengo que hacer un garaje es un follón porque tengo que tirar los muros y hacer muchas reformas y pedir licencias y bla, bla, bla..." Mi jefe se quedó rojo como un tomate, como el color de estas palabras que les escribo. Yo me metí para dentro de la tienda a descojonarme. Lo siento mucho, pero verle la expresión facial del que mete la pata bien metida no tiene precio. Salvó algo la situación con las típicas risitas falsas y de circunstancias. Aún así, tuvo la consideración de no acusarme con: "esa idea fue de Erkemao, yo no tengo nada que ver", porque hubiera quedado aún peor. Por una vez se comía sus palabras sin lanzar balones fuera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ciertamente eso de apropiarse ideas felices de otras personas se da mucho, pero peor para el que lo haga, porque una idea es algo más que el enunciado de una frase. El auténtico ideólogo es el que sabe defender el valor de lo imaginado. Habitualmente el plagiador queda como un absoluto gilipollas... véase, tu anécdota.

Erkemao dijo...

Cierto, pero en otras ocasiones sí les resulta muy útil. Cuando empecé a trabajar, el compañero que nos daba mucha "caña" con el consentimiento del jefe, solía hacer uso de la apropiación de ideas. Sabía muchas cosas que los demás no teníamos idea, pero al menos en mi caso, cuando hago uso de la idea de otro, doy su nombre. Recuerdo una vez que ahorré mucho tiempo y trabajo a la empresa al descubrir accidentalmente que se podía copiar todo un sistema de un disco duro a otro quedando plenamente operativo(no teníamos o no existía software para crear imágenes de disco)siempre que el nuevo disco hubiese sido formateado en el ordenador del cliente. Era un Windows 95. Tarde pocos minutos, y me dijeron: "todavía tienes que instalarle todos los programas y configurar todos los drivers y software". Les dije: "no hace falta, todo está como antes". Lo miraron y se quedaron alucinando: "¿cómo lo hiciste?" Se lo conté y bien, todos encantados. Cuando vino el cliente a recoger el ordenador, le atiende el excompañero ese que nos "maltrataba" y le dice al interesado: "Te hice una cosa que te dejé todo como estaba, no vas a tener ningún problema". Yo era mirando y pensando: "¡menudo cabrito, si el logro fue mío!". Ya te digo, para lo bueno te pisaban, y para lo malo te echaban la culpa. Y ya ves, algunos escapaban indemnes. Aunque me llevo bien con él, en aquel tiempo era insufrible el tio.

High Power Rocketry dijo...

: )