20 junio 2007

Mi jefe siempre tenía la última palabra

El protagonismo de este blog, independientemente del que lo cuenta, se lo ha ganado el gerente. Lo comenté hace poco y lo repito de nuevo. Esta vez debido a que el post que les escribo es interesante, a pesar de su aparente trivialidad. Estoy convencido de que ocurre en muchas empresas y tal vez es una de las facetas necesarias para ser "jefe". La moraleja de este cuento, permitánme la presteza y anticipación al final, es que no puedes ganar. Hagas lo que hagas, perderás en un enfrentamiento con un jefe. No lo digo en sentido literal y estricto, pero sí en uno metafórico. Esto es así, porque el que manda, siempre tiene la última palabra, aunque su turno de replica haya pasado.
Una de las particularidades que tenía mi empresa era que mi jefe siempre cerraba la conversación. Por supuesto, en el sentido laboral. También en el sentido lúdico, ocioso y de parlamentos intrascendentes. Tardé un poco en darme cuenta, como mal observador que soy. Una vez descubierta esta curiosidad, di marcha atrás en el tiempo y lo asocié con muchas de las cosas que había vivido y muchas de las conversaciones que recordaba. La anomalía se repetía sin cesar, con un patrón establecido. Lo suficientemente claro como para ser una costumbre y no una coyuntura. La realidad y exactitud de su comportamiento se podría resumir en "soy el que tiene la última palabra y soy el mejor que queda".
Daba igual si hablábamos sobre temas técnicos, sobre temas de ocio, sobre chistes, sobre otras personas, sobre otras cosas, sobre cualquier anécdota de la vida, sobre cualquier hecho relevante o irrelevante, daba igual quien estuviera, quien fuera y que posición ocupara, que lugar o que momento en el tiempo... siempre, él tenía la última palabra. Esto es importante, porque independientemente de que las cosas fueran bien o fueran a peor, la conversación la cerraba quedando de la mejor forma posible.
Les pongo un ejemplo: estamos conversando sobre algún tema de actualidad o algún tema fuera de la informática. Mi jefe siempre tenía algún a amigo o algún conocido que era un experto o que había logrado un gran nivel en ese campo. No está mal, pero llegaba a darte la sensación de que él era realmente el centro de atención. No importa que nadie conociera a ese tercero, lo importante era que mi jefe lo conocía y, además, lo conocía mejor que nadie. Por lo tanto, el gerente se convertía en una extensión presente y personal de la historia, lo cual le valía todo el protagonismo. Si contabas un chiste, él siempre tenía alguno mejor, y si no, te contaba otra historia, pero siempre tenía la última palabra o lo que relatara tenía que ser más sorprendente o importante.
He llegado a pensar que si un día alguien le contara que tiene todos los premios Nobel, seguro que mi jefe le diría que conoce a alguien que tiene todos los premios Nobel más uno o que directamente conocía a quien los inventó ;). Fuera lo que fuese, siempre tenía que ser el que cerrara cualquier discurso, discusión, parlamento, charla o conversación con su punto de vista o con una historia, a su juicio, mejor que la de los demás. Todo con tal de no perder el protagonismo y la autoridad moral.
Si este tipo de comportamiento se daba a nivel informal, no quieran imaginarse las situaciones cuando se trataba de asuntos laborales, sobre todo cuando el empleado tenía la razón o reclamaba algo. Independientemente de los argumento que presentases, él iba a anularlos con una "buena" historia, con una "buena" excusa o con una "buena" razón, y absolutamente siempre, sería el último en decir algo, porque cualquier réplica iba a ser contrarrestada con otra "buena" historia, otra "buena" excusa, otra "buena" razón u otra "buen" plan B de escape. Por supuesto, sus relatos y allegados iban a marcar la diferencia entre tú y él, o al menos, eso era lo que él creía.
Esta obsesión la llevaría hasta el final, pero yo no estaba dispuesto a alimentar la hoguera de las vanidades del gerente. En la reunión le había dejado claro sus límites conmigo y la "última palabra" no estaba dentro de ellos.

9 comentarios:

la doctora yvonne dijo...

Ser el centro siempre, tener la última palabra siempre, es una de las condiciones exclusivas de los jefes. Cuando hacíamos reuniones informales entre empleados, yo siempre preguntaba si la jefa iba a asistir. Porque si era así, yo ya podía prever que la reunión iba a girar en torno a sus estúpidos cuentos y en torno a ella, todo el tiempo. Me parecía demasiado. Y lo que más me irritaba era mirarle las caras a mis compañeros mientras ella hablaba. Todos la miraban con cara de estar interesados en lo que decía, todos tenían una sonrisa tonta en la boca cuando hacía algún "chiste". Me resultaba patético comprobar que hasta el tono de vos les cambiaba cuando se dirigían a ella. Y lo peor, lo peor, eran esas risas forzadas cuando la jefa decía algo supuestamente gracioso: JA JA JA JA JA JA JA JA!!!!! (con tono falsete y forzado)
saludos erkemao

la doctora yvonne dijo...

Pienso que un buen post para tu blog podría ser los cambios en las caras/voces de los empleados cuando le hablan a su jefe.

Anónimo dijo...

Eso tiene una definición que lo explicaría en tres palabras: Complejo de inferioridad...

Saludos Erke!

Erkemao dijo...

doctora yvonne, buenas de nuevo y felicidades por tu estado ;) ya vi lo que comentabas en tu blog :)
jajaja, lo que cuentas es clavado a lo que pasaba en mi empresa. Además mi jefe lo hacía con todos: empleados, clientes, socios, etc...Imagino que la tuya también. Era una necesidad básica el hacerse notar y sobre todo siempre contar cualquier cosa que superase a las que contaran los demás, y si no tenía una historia de ese tema mejor que la tuya, cambiaba de tema para imponerse como fuera. En los últimos meses venía a hablar cobnmigo y muchas veces no me dejaba ni trabajar. Al final me ponía a hacer las cosas y de vez en cuando le atendía, porque si no no sacaba el trabajo adelante.
El tema estaría muy bien, con lo que nos has contado cualquiera se hace una idea ;)
Gracias por pasarte y comentar.
Saludos.

Erkemao dijo...

Que tal nasghoul!
Eso, entre otras cosas ;)

Saludos.

Kt. dijo...

Hola Erke,

Doy toda la razón a Nasghoul, con respecto a lo que dice Yvone, yo también lo palpo en mi trabajo y me resulta tan deprimente ver personas que confunden el respeto con la adulancia...
Mi vida personal no la mezclo con el trabajo, ni me la invaden ni les permito que entren, es decir NO NO NO... Siempre debemos establecer límites desde el principio y mira que conmigo lo han intentado crearme un falso sentimiento de culpa para lograr que haga más de lo que me corresponde! jajaja pero me mantengo firme en mis principios.

Besos Erke (ando escapa de mis deberes para leerte)

Erkemao dijo...

Yo también estoy de acuerdo kt, pero hay que reconocer que muchos "aduladores" llegan lejos ;) y otros no pasan de limpiar botas, por no decir una frase más escatológica.
Lo que comentas es la base de funcionamiento de algunos empresarios: el sentimiento de culpa del empleado. Creo que con los palos nos vamos dando cuenta de las cosas, pero claro también hay buenos jefes que luego se encuentran con gente "quemada" y sobre ello haré un post.
Se nota que es bastante común el tipo de gerente de "última palabra para todo" ;)
Saludos y pásate por el blog cuando puedas, que esto no es obligado :P
Besitos.

Anónimo dijo...

yo quiero dejar un comentario que ni ahi tiene algo que ver pero!como me ago un fotolog???

Erkemao dijo...

anónimo, por lo menos pon una opinión sobre el blog :P Seguro que tienes algo más que decir.

Respecto a tu pregunta, pon en cualquier buscador algo así como:"crear fotolog" y te saldrán muchas respuestas ;)