Una vez finalizados los trabajos forzados, ya era digno de seguir siendo miembro de la empresa. Miembro de segunda, por supuesto. El haber sido objeto, otra vez, de un bautismo de fuego en mi empresa, no me libraba de ser considerado un pringadillo, un chico de los recados, un peón para explotar... Era uno de los miembros más antiguos de la empresa, aún lejos de los más viejos, pero muchísimo más que de los nuevos compañeros, incorporados hacía pocos meses. Esa cualidad, junto con la de conocer los entresijos del negocio, no era aval para ser más respetado por mi jefe. Todo lo contrario, el tiempo y la confianza adquirida por él, propiciada por mi dejadez y consentimiento, le habían dado alas para sobrepasarse conmigo una y otra vez. Sólo la reciente y trágica circunstancia personal que había sufrido, me liberaban durante un tiempo de su acoso. Su interés estaba ahora centrado (o focalizado, según su vocabulario) en los círculos de dinero fácil y relaciones con entes públicos y empresas que fueran grandes.
Por lo visto durante los meses anteriores, mi jefe, había establecido contactos con una gran empresa de software dedicada a bases de datos profesionales, servidores de aplicaciones, etc... Estos contactos eran fruto de la intención de mi empresa de crear una forma de trabajar exclusiva, basada en conjuntar diferentes tecnologías de software, que hasta ahora (y según lo que sabíamos en ese momento) eran conocidas pero no habían sido puestas a trabajar en un único proyecto. El problema, como siempre, era que en mi empresa no se daba cursos de nada. Para más dificultad, esas herramientas necesitaban un alto conocimiento, pero al ser tan "exclusivas" eran necesarios cursos especializados y para una enseñanza de este tipo había que dominar, al menos, la base. Nosotros sólo habíamos trabajado con una de las tecnologías y no teníamos ni la más mínima idea de las otras que la empresa quería utilizar. Yo, ni eso. Inversión en formación, esa es la única manera de llevar adelante un empeño de esta magnitud. Acme S.A. no era muy partidaria de gastarse el dinero en formar a los empleados, "que lo hagan ellos en el trabajo si les queda tiempo y luego para no sentirse molestos por los reproches del jefe de estar perdiendo el tiempo de la empresa que sigan estudiando en casa y en su tiempo libre, porque eso es lo que hacen los buenos profesionales". El dinero, que por otro lado, "no era de la empresa", estaba mejor utilizado en aire acondicionado, cortinas, buenas comidas y viajes del jefe y acólito.
A mediados de septiembre de aquel fatídico año de 2004, uno de los mejores profesionales de la empresa de software con la que estaba en contacto mi negocio, se desplazó hasta nuestra ciudad para durante 3 días, darnos unas charlas y "cursillo" acelerado de la base de datos. La base de datos en cuestión, estaba diseñada para cantidades "industriales" de información, así que tenía un grado de complejidad muy superior a mis efímeros y olvidados conocimientos adquiridos 8 años atrás cuando estaba estudiando. Para mí , era equivalente a pasar de poner ladrillos en un pared a diseñar un edificio de 50 pisos con todo lo que ello conlleva en instalaciones de electricidad, comunicaciones, tuberías, etc.... Tenía gracia todo este asunto, yo había pasado de ser una escoria, a tener que encargarme, junto con un compañero, de una de las tareas más importantes de la empresa. Mis circunstancias personales eran muy duras: no habían pasado ni dos semanas desde que había perdido a mi padre, el mismo tiempo desde que acabé los trabajos forzados y las humillaciones en la empresa... Iba a trabajar como un zombie. No sé como conseguía levantarme cada mañana para ir a la empresa y aguantar a ese sujeto despreciable. Así, tuve que ir a estos intensos "3 días " de "curso". El profesional, muy buena persona por cierto, debía pensar que nosotros ya teníamos base de conocimiento de la herramienta. No sé, ni me quiero imaginar, que patrañas le habría dicho mi jefe a su empresa, pero el caso es que él, seguramente, tenía la idea de que venía a tratar con gente que tenía conocimientos previos o que ya trabajaba con el software que él representaba. Ni que decir tiene, que yo no entendía casi nada de lo que explicaba, y eso que era una persona paciente y que trataba de llegar a nosotros de una forma sencilla. Mi jefe, no contento sólo con esto, ya había imaginado nuevos y grandes logros. Quería además tener una serie de bases de datos replicadas en internet, de una manera bastante compleja y también teníamos que utilizar un servidor de aplicaciones, el cual tenía poca difusión en la red. Esas preguntas también se le realizaron al profesional. Todavía me río: no sabíamos nada y ya queríamos comernos el mundo. Para más hilaridad, conseguirlo en pocos meses. Todo a precio de saldo. Lo resumo de nuevo: tecnologías que no conocíamos, complejas, sin formación, que no habían sido probadas conjuntamente antes (al menos que sepamos), que daban errores en ciertas versiones, todo ello para ser plenamente operativo en pocos meses, con empleados quemados y reventados por la empresa, con nuevos empleados a los que no se dejaba hacer uso de los conocimientos y experiencia que poseían con otras tecnologías, con sueldos ridículos, con un jefe que estaba todo el rato perdiendo el norte de lo que se debía hacer, sin órdenes claras, desaprovechando el tiempo con reuniones sin sentido en que promulgaba el enzalzamiento de su ego, protocolos absurdos de gestión de la calidad, saturando a los empleados a correos electrónicos repletos de burocracia y palabras vagas... En una palabra: "Imposible".
A mediados de septiembre de aquel fatídico año de 2004, uno de los mejores profesionales de la empresa de software con la que estaba en contacto mi negocio, se desplazó hasta nuestra ciudad para durante 3 días, darnos unas charlas y "cursillo" acelerado de la base de datos. La base de datos en cuestión, estaba diseñada para cantidades "industriales" de información, así que tenía un grado de complejidad muy superior a mis efímeros y olvidados conocimientos adquiridos 8 años atrás cuando estaba estudiando. Para mí , era equivalente a pasar de poner ladrillos en un pared a diseñar un edificio de 50 pisos con todo lo que ello conlleva en instalaciones de electricidad, comunicaciones, tuberías, etc.... Tenía gracia todo este asunto, yo había pasado de ser una escoria, a tener que encargarme, junto con un compañero, de una de las tareas más importantes de la empresa. Mis circunstancias personales eran muy duras: no habían pasado ni dos semanas desde que había perdido a mi padre, el mismo tiempo desde que acabé los trabajos forzados y las humillaciones en la empresa... Iba a trabajar como un zombie. No sé como conseguía levantarme cada mañana para ir a la empresa y aguantar a ese sujeto despreciable. Así, tuve que ir a estos intensos "3 días " de "curso". El profesional, muy buena persona por cierto, debía pensar que nosotros ya teníamos base de conocimiento de la herramienta. No sé, ni me quiero imaginar, que patrañas le habría dicho mi jefe a su empresa, pero el caso es que él, seguramente, tenía la idea de que venía a tratar con gente que tenía conocimientos previos o que ya trabajaba con el software que él representaba. Ni que decir tiene, que yo no entendía casi nada de lo que explicaba, y eso que era una persona paciente y que trataba de llegar a nosotros de una forma sencilla. Mi jefe, no contento sólo con esto, ya había imaginado nuevos y grandes logros. Quería además tener una serie de bases de datos replicadas en internet, de una manera bastante compleja y también teníamos que utilizar un servidor de aplicaciones, el cual tenía poca difusión en la red. Esas preguntas también se le realizaron al profesional. Todavía me río: no sabíamos nada y ya queríamos comernos el mundo. Para más hilaridad, conseguirlo en pocos meses. Todo a precio de saldo. Lo resumo de nuevo: tecnologías que no conocíamos, complejas, sin formación, que no habían sido probadas conjuntamente antes (al menos que sepamos), que daban errores en ciertas versiones, todo ello para ser plenamente operativo en pocos meses, con empleados quemados y reventados por la empresa, con nuevos empleados a los que no se dejaba hacer uso de los conocimientos y experiencia que poseían con otras tecnologías, con sueldos ridículos, con un jefe que estaba todo el rato perdiendo el norte de lo que se debía hacer, sin órdenes claras, desaprovechando el tiempo con reuniones sin sentido en que promulgaba el enzalzamiento de su ego, protocolos absurdos de gestión de la calidad, saturando a los empleados a correos electrónicos repletos de burocracia y palabras vagas... En una palabra: "Imposible".