30 enero 2007

15 minutos para desayunar

Entrada polémica donde las haya. El desayuno. En algunos países la comida más importante del día. Estando en tierras de la Pérfida Albión, pude comprobar lo que era un desayuno inglés. No podría acabar uno e irme a trabajar, porque me daría modorra de la zampada tan grande. Olvídense de la judías, gente del norte me comentó que esa costumbre era más bien nueva y de otras zonas del país, del norte no, al menos. En países como Suecia, la gente se reune los domingos para desayunar, al igual que nosotros lo hacemos para almorzar o tomar un cafelito. En España, desayunamos poco y siempre a media mañana, porque a primera hora casi nunca hay tiempo, o por lo menos eso me pasaba a mí. Con lo nervioso que estaba y las prisas por no ser impuntual, como que no me entraba. Al principio, cuando no me presionaban mucho, me daba tiempo de irme a la cafetería y tomarme mi cortado con un bocadillo o un dulce. Eso sí, el café bien cargado, para coger ánimos. A medida que fueron transcurriendo mis años en la empresa, la comida matinal acabó convirtiéndose en un lujo, el cual no podía disfrutar. Todo el día en la calle y corriendo me impedía tener un momento de relax. Su equivalente en la tarde, la merienda, fue otra comida que fui perdiendo. Cuando estaba trabajando por la tarde, algunas veces podía, pero cuando curraba desde primera hora, ni desayuno, ni almuerzo, ni cena. Todo este desbarajuste se veía intensificado por las majaderías de mi jefe. Hacia mediados / finales de 2003, ya no estaba dispuesto a seguir en esa situación y salía a tomar algo con los compañeros. Al igual que yo, algunos de ellos también tenían problemas para poder tomarse algo en paz. Mi jefe, se molestó notablemente, y empezó con sus típicas indirectas, como: "yo sólo necesito 15 minutos para desayunar"... (mmm, como se nota que no hacía cola en el bar). Después de las indirectas vinieron las directas: reuniones para establecer el horario de desayuno en 15 minutos. Al principio te dejabas medio café en la mesa, para volver corriendo antes del toque de queda. Luego me dije: "Llevo un montón de años trabajando sin poder tomar nada, por culpa de mi jefe y sus acólitos, sin almorzar ni merendar, ni cenar, ni beber agua siquiera... (narrado un ejemplo en "El día más largo" - mes de enero) Me exige que me quede por las tardes o por las noches para acabar trabajos por su avaricia e incompetencia... No me paga las horas extra, ni el uso de mi vehículo y encima no me deja tomar un café... Pues no. Me tomo mi media hora como Dios manda", y siguió rebuznando, ladrando y aullando tanto, que nunca más le hice caso. Cada día su soberbia iba en aumento y atacaba en aquellas facetas del trabajo que sabía que tenía deudas con sus empleados. Era una forma bastante macabra de convertir obligaciones en derechos. En plena carga contra mi departamento, y en vista de los continuos abusos, llegué a estar desayunando perfectamente una hora", sobre todo después de los sucesos de finales del 2003 y del verano del 2004, de los cuales ya hablaré. Si quería un motivo para despedirme, ya lo tenía, si no, entonces que me dejara tomar el aperitivo tranquilamente.

1 comentario:

custom writing dijo...

I do not have breakfast in the morning. First of all, it is hard to wake up. Second, I do not think about my meals at all. I just do not want. My breakfast is at about 13:00.