Al hilo de lo que he estado contado estos últimos días, voy a describirles una situación que me pasó con otro cliente. Lo podríamos englobar dentro del apartado de meteduras de pata, pero por su carácter excepcional y esperpéntico, le daremos un tratamiento a parte. Me refiero a lo chantajistas que pueden llegar a ser algunos clientes. Cronológicamente tendríamos que saltar hasta 2003 ó 2004 para hacernos eco de este suceso. Realmente no importa no llevar las fechas a rajatabla, lo que es importante es lo que ocurrió.
Teníamos cierto cliente (empresa) a la que le llevábamos el tema informático, tanto servicios como material. Había sido cliente nuestro por bastante tiempo, pero tampoco era uno demasiado antiguo.
Empecemos por el principio de esta historia. Yo, en mi condición de técnico de campo, tenía que visitar muchas empresas y clientes particulares para resolver problemas puntuales o hacer visitas para presupuestar redes, etc... Al cliente en cuestión me desplacé un día para sustituirle la fuente de alimentación de uno de los ordenadores de la oficina, que se había estropeado. El arreglo fue rápido y perfecto, pero nuestras fuentes de alimentación eran de mejor calidad y costaban su buen dinero. Poco tiempo después fui de nuevo para solucionar otro asunto, creo que era algo de configurar una red o una conexión a Internet. Esto no tenía nada que ver con lo anterior. El trabajo que realicé en primer lugar, todavía no se había satisfecho. En ese momento la gerente me comentó que la dueña (gerente principal) de esa empresa tenía un problema con una hoja en Excel que le habían creado uno o dos años atrás. Era una hoja que llevaba bastante bien temas del taller de esa empresa, pero que necesitaba modernizarla, para adaptarla a nuevos requerimientos. Lamentablemente la persona que había creado la hoja ya no se dedicaba a ello y no podía hacerlo, entonces me pidieron que si le podía echar un vistazo e intentar modificarla. Yo no tenía idea de Excel, pero bueno, era un reto interesante y además debido a los intentos de mi propia empresa por cargarse mi departamento, entendí que teníamos que prestar más servicios o buscar la manera de ganar más dinero, para que no nos estuvieran fastidiando todo el día. Durante un par de semanas y cuando tenía tiempo (mi tiempo personal), investigaba y probaba a adecuar la dichosa hojita de excel. Desde luego era un tema mucho más complicado que lo que yo había supuesto al principio. A trancas y barrancas conseguí implementar el cambio de una forma más o menos adecuada. También tuve que pasarme una noche en vela metiendo todos los nuevos datos que se habían introducido mientras yo buscaba la forma de arreglarla. Fue un trabajo duro, arduo y que me quitó mucho tiempo y sueño, pero al final estuvo listo. La entregué para que la probaran y trabajaran sobre esa nueva hoja modificada. Lamentablemente la persona que se encargaba de tales menesteres tenía muy poca simpatía por la tecnología y le costaba un sufrimiento extremo hasta la más simple de las acciones. Por alguna razón que desconozco, la hoja siempre bloqueaba la edición o inserción de contenidos al abrirla por primera vez. La solución más simple era ir a la opción del menú que había en el Excel y darle a desbloquear. Algo muy muy muy simple. Algo molesto, pero muy simple. Este hecho suponía una meta insuperable para aquella persona. Es así. Le era imposible de realizar. Por lo tanto se me comentó que si podía poner un botón que sirviera para desbloquear. Uno grande, que se viera bien, para evitarle tremendos sufrimientos a esa persona. Bien, yo estaba muy atareado en miles de cosas, y ya ese trabajo (que aún no se había cobrado, y del que yo esperaba una buena parte para mí, puesto que la mayor parte del esfuerzo lo había realizado en casa) estaba finalizado. El tema del botón podía esperar, según mi criterio. Pasó una semana o dos y aquello no gustó demasiado. Cuando se fue a cobrar los trabajos anteriores, esa empresa se negó en firme a satisfacer ninguna cantidad hasta que se solucionara el tema de la hoja Excel. ¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad? Había un trabajo de una fuente de alimentación y una configuración en red o conexión a Internet terminados desde mucho antes que la hoja Excel y se debían pagar. ¿A cuenta de qué se negaba esa empresa, basándose en otro trabajo particular que nada tenía que ver? Todo estaba hecho, y según las premisas iniciales. Pero no sólo se negaban, sino además de una forma bruta y grosera. A grito limpio, con insultos, etc... Esa gerente de esa empresa estaba acostumbrada a conseguir todo lo que quería gritando e insultando. Es una táctica que usan muchos clientes en muchas empresas. Para conseguir cosas, aunque sea ilegítimamente, arman un pollo tremendo para que les hagan más caso o poner a la empresa o los empleados en una situación embarazosa delante de otros clientes. Normalmente esta gente se sale con la suya, porque para evitar problemas, los empleados, acaban claudicando. Este tema me sucedió mucho más adelante con otro cliente desvergonzado y lo contaré en su momento. Bien, el caso es que yo no estaba dispuesto a hablar con semejante elemento que se creía que gritando e insultando lograría lo que quería. Estaba harto de chantajes de clientes. Los trabajos estaban hechos y tenía que cumplir su parte, que era pagar. Mi empresa, sin un dirigente con carisma, nunca llegó a cobrar esas deudas. Yo, por supuesto, me negué a tener relación o hablar con esa empresa, sobre todo después de haber intentado ponerme en contacto con ellos y darme largas. A ojos de ese negocio, sigo siendo una especie de villano. A mis ojos, estoy conforme con mi forma de actuar, por no transigir al chantaje. ¿Qué más cosas nos hubieran pedido y no hubieran pagado si les hubiésemos seguido el juego? Muchas, seguro. Podrían haber estado toda la vida exigiendo trabajos y negándose a pagarlos usando cualquier estúpida excusa. Ante clientes de este tipo, y si tu jefe no tiene los cojones de poner orden, lo mejor es tomar decisiones drásticas, antes de que se forme una bola de nieve imposible de controlar. Seguro que muchos de los que me leen se han visto involucrados en este tipo de tesituras, en las cuales sus empresas acabaron por doblegarse ante las ilegítimas exigencias de empresas y clientes sin escrúpulos.
Teníamos cierto cliente (empresa) a la que le llevábamos el tema informático, tanto servicios como material. Había sido cliente nuestro por bastante tiempo, pero tampoco era uno demasiado antiguo.
Empecemos por el principio de esta historia. Yo, en mi condición de técnico de campo, tenía que visitar muchas empresas y clientes particulares para resolver problemas puntuales o hacer visitas para presupuestar redes, etc... Al cliente en cuestión me desplacé un día para sustituirle la fuente de alimentación de uno de los ordenadores de la oficina, que se había estropeado. El arreglo fue rápido y perfecto, pero nuestras fuentes de alimentación eran de mejor calidad y costaban su buen dinero. Poco tiempo después fui de nuevo para solucionar otro asunto, creo que era algo de configurar una red o una conexión a Internet. Esto no tenía nada que ver con lo anterior. El trabajo que realicé en primer lugar, todavía no se había satisfecho. En ese momento la gerente me comentó que la dueña (gerente principal) de esa empresa tenía un problema con una hoja en Excel que le habían creado uno o dos años atrás. Era una hoja que llevaba bastante bien temas del taller de esa empresa, pero que necesitaba modernizarla, para adaptarla a nuevos requerimientos. Lamentablemente la persona que había creado la hoja ya no se dedicaba a ello y no podía hacerlo, entonces me pidieron que si le podía echar un vistazo e intentar modificarla. Yo no tenía idea de Excel, pero bueno, era un reto interesante y además debido a los intentos de mi propia empresa por cargarse mi departamento, entendí que teníamos que prestar más servicios o buscar la manera de ganar más dinero, para que no nos estuvieran fastidiando todo el día. Durante un par de semanas y cuando tenía tiempo (mi tiempo personal), investigaba y probaba a adecuar la dichosa hojita de excel. Desde luego era un tema mucho más complicado que lo que yo había supuesto al principio. A trancas y barrancas conseguí implementar el cambio de una forma más o menos adecuada. También tuve que pasarme una noche en vela metiendo todos los nuevos datos que se habían introducido mientras yo buscaba la forma de arreglarla. Fue un trabajo duro, arduo y que me quitó mucho tiempo y sueño, pero al final estuvo listo. La entregué para que la probaran y trabajaran sobre esa nueva hoja modificada. Lamentablemente la persona que se encargaba de tales menesteres tenía muy poca simpatía por la tecnología y le costaba un sufrimiento extremo hasta la más simple de las acciones. Por alguna razón que desconozco, la hoja siempre bloqueaba la edición o inserción de contenidos al abrirla por primera vez. La solución más simple era ir a la opción del menú que había en el Excel y darle a desbloquear. Algo muy muy muy simple. Algo molesto, pero muy simple. Este hecho suponía una meta insuperable para aquella persona. Es así. Le era imposible de realizar. Por lo tanto se me comentó que si podía poner un botón que sirviera para desbloquear. Uno grande, que se viera bien, para evitarle tremendos sufrimientos a esa persona. Bien, yo estaba muy atareado en miles de cosas, y ya ese trabajo (que aún no se había cobrado, y del que yo esperaba una buena parte para mí, puesto que la mayor parte del esfuerzo lo había realizado en casa) estaba finalizado. El tema del botón podía esperar, según mi criterio. Pasó una semana o dos y aquello no gustó demasiado. Cuando se fue a cobrar los trabajos anteriores, esa empresa se negó en firme a satisfacer ninguna cantidad hasta que se solucionara el tema de la hoja Excel. ¿Qué tiene que ver el tocino con la velocidad? Había un trabajo de una fuente de alimentación y una configuración en red o conexión a Internet terminados desde mucho antes que la hoja Excel y se debían pagar. ¿A cuenta de qué se negaba esa empresa, basándose en otro trabajo particular que nada tenía que ver? Todo estaba hecho, y según las premisas iniciales. Pero no sólo se negaban, sino además de una forma bruta y grosera. A grito limpio, con insultos, etc... Esa gerente de esa empresa estaba acostumbrada a conseguir todo lo que quería gritando e insultando. Es una táctica que usan muchos clientes en muchas empresas. Para conseguir cosas, aunque sea ilegítimamente, arman un pollo tremendo para que les hagan más caso o poner a la empresa o los empleados en una situación embarazosa delante de otros clientes. Normalmente esta gente se sale con la suya, porque para evitar problemas, los empleados, acaban claudicando. Este tema me sucedió mucho más adelante con otro cliente desvergonzado y lo contaré en su momento. Bien, el caso es que yo no estaba dispuesto a hablar con semejante elemento que se creía que gritando e insultando lograría lo que quería. Estaba harto de chantajes de clientes. Los trabajos estaban hechos y tenía que cumplir su parte, que era pagar. Mi empresa, sin un dirigente con carisma, nunca llegó a cobrar esas deudas. Yo, por supuesto, me negué a tener relación o hablar con esa empresa, sobre todo después de haber intentado ponerme en contacto con ellos y darme largas. A ojos de ese negocio, sigo siendo una especie de villano. A mis ojos, estoy conforme con mi forma de actuar, por no transigir al chantaje. ¿Qué más cosas nos hubieran pedido y no hubieran pagado si les hubiésemos seguido el juego? Muchas, seguro. Podrían haber estado toda la vida exigiendo trabajos y negándose a pagarlos usando cualquier estúpida excusa. Ante clientes de este tipo, y si tu jefe no tiene los cojones de poner orden, lo mejor es tomar decisiones drásticas, antes de que se forme una bola de nieve imposible de controlar. Seguro que muchos de los que me leen se han visto involucrados en este tipo de tesituras, en las cuales sus empresas acabaron por doblegarse ante las ilegítimas exigencias de empresas y clientes sin escrúpulos.
1 comentario:
Alguno me he encontrado yo de esos. Incluso había uno que te firmaba el parte del trabajo realizado (con su correspondiente tiempo) y después te pedía un par de cosillas más (1/2 hora o así), se perdía para no firmártelas y a la hora de facturarlas, se negaba a pagar ese tiempo extra alegando que no se había echado. H de P hay por todos lados.
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