En esta entrada, y en las próximas, voy a contar algunas anécdotas que me ocurrieron desempeñando mi trabajo. No soy perfecto y menos en este mundo de la tecnología, donde muchas cosas no son lo que parecen y donde las suposiciones a veces te llevan a desastres. Algunos errores fueron importantes y otros lo fueron menos. Unos totalmente míos y otros compartidos. En cualquier caso soy igual de abierto a la hora de contar mis sufrimientos como a la hora de contar mis fallos. También comentaré, desde la tranquilidad y reflexión que permite el paso del tiempo, que soluciones se debería haber tomado en aquel momento.
El primer gran error que tuve, afortunadamente sin consecuencias, fue la pérdida de todos los datos de una empresa. Algo parecido a lo que me ocurrió una vez cuando empecé a trabajar (y que narré en uno de los primeros post del blog) pero de una forma más imprevista. Un viernes un compañero que llevaba mantenimientos me entregó un disco duro para que salvara toda la información y para que formateara e instalara un sistema operativo con todos los programas básicos. De esta forma, él se encargaría de terminar el trabajo en la empresa cliente el lunes siguiente. Ese viernes no pude hacerlo, así que dejé el trabajo para el sábado que seguía. Realicé una copia de todo el disco duro a otro disco duro. Para ello, en un ordenador con un sistema Windows 95, coloqué los otros discos, para efectuar la copia. Una vez realizada, y como en aquel tiempo los formateos desde disquete llevaban demasiado tiempo, decidí ir más rápido formateando directamente el disco original, pero desde el propio sistema que tenía corriendo. Por algún problema desconocido que tenía ese sistema operativo, al ejecutar el formateo, no sólo se formateó el disco que yo quería, sino también el otro en el cual tenía la copia. Fue uno de los momentos más horribles que recuerdo. Me puse a buscar la información y no aparecía. Sentí un vacío en el estomago, un sudor frío, se me erizaron los pelos de la nuca y me quedé pálido. Mi compañero intentó ayudarme buscando un programa de recuperación de datos, que en aquella época no iban demasiado bien o nosotros no lo sabíamos utilizar apropiadamente. Ese sábado me marché a la una de la mañana, después de no haber obtenido sino datos corruptos. Esa tarde mi compañero y su mujer, me habían traído el almuerzo desde su casa, al ver la pinta de desgraciado que presentaba. Teniendo en cuenta que mi compañero y yo nos llevábamos muy mal y cada día teníamos roces, no puedo más que agradecerle su comportamiento y apoyo en aquel día tan desagradable. El siguiente domingo y lunes fueron malísimos. Cuando volví al trabajo el compañero que me había pedido la copia estaba algo mosqueado por el tema de los datos corruptos, pero me dijo que él había realizado otra copia antes de darme el original y gracias a eso, el problema no fue mayor. En ese disco que destruí sin querer contenía muchísima información y su pérdida hubiera sido irreparable, por no comentar las consecuencias económicas tan desastrosas.
El primer gran error que tuve, afortunadamente sin consecuencias, fue la pérdida de todos los datos de una empresa. Algo parecido a lo que me ocurrió una vez cuando empecé a trabajar (y que narré en uno de los primeros post del blog) pero de una forma más imprevista. Un viernes un compañero que llevaba mantenimientos me entregó un disco duro para que salvara toda la información y para que formateara e instalara un sistema operativo con todos los programas básicos. De esta forma, él se encargaría de terminar el trabajo en la empresa cliente el lunes siguiente. Ese viernes no pude hacerlo, así que dejé el trabajo para el sábado que seguía. Realicé una copia de todo el disco duro a otro disco duro. Para ello, en un ordenador con un sistema Windows 95, coloqué los otros discos, para efectuar la copia. Una vez realizada, y como en aquel tiempo los formateos desde disquete llevaban demasiado tiempo, decidí ir más rápido formateando directamente el disco original, pero desde el propio sistema que tenía corriendo. Por algún problema desconocido que tenía ese sistema operativo, al ejecutar el formateo, no sólo se formateó el disco que yo quería, sino también el otro en el cual tenía la copia. Fue uno de los momentos más horribles que recuerdo. Me puse a buscar la información y no aparecía. Sentí un vacío en el estomago, un sudor frío, se me erizaron los pelos de la nuca y me quedé pálido. Mi compañero intentó ayudarme buscando un programa de recuperación de datos, que en aquella época no iban demasiado bien o nosotros no lo sabíamos utilizar apropiadamente. Ese sábado me marché a la una de la mañana, después de no haber obtenido sino datos corruptos. Esa tarde mi compañero y su mujer, me habían traído el almuerzo desde su casa, al ver la pinta de desgraciado que presentaba. Teniendo en cuenta que mi compañero y yo nos llevábamos muy mal y cada día teníamos roces, no puedo más que agradecerle su comportamiento y apoyo en aquel día tan desagradable. El siguiente domingo y lunes fueron malísimos. Cuando volví al trabajo el compañero que me había pedido la copia estaba algo mosqueado por el tema de los datos corruptos, pero me dijo que él había realizado otra copia antes de darme el original y gracias a eso, el problema no fue mayor. En ese disco que destruí sin querer contenía muchísima información y su pérdida hubiera sido irreparable, por no comentar las consecuencias económicas tan desastrosas.
4 comentarios:
El tema de los datos es de lo más "jodío" de esta profesión. Yo he tenido que aguantar broncas de clientes (y generalmente sin ser culpa mía, al menos de forma directa) por la pérdida de sus queridos datos, pero no estoy hablando de contabilidades, facturaciones o cosas de ese tipo, sino de ficheros MP3, películas y software descargado por eMule. Ahora les decimos a los clientes que no garantizamos la integridad de sus datos y que no nos hacemos responsables. Es como cuando llevas un carrete a revelar, (o llevabas, porque ahora se revela poco) si te lo joden están obligados a darte otro, pero no responden por la pérdida de las fotos.
Por cierto, me alegro de volver a leerte después del pequeño parón de fin de año. Sigo tu blog con bastante interés (me siento identificado con bastantes cosas).
Saludos.
Gracias por comentar. Creo que sin quererlo, lo que narro son las vivencias comunes de muchos currantes. Siempre ponemos cara de que todo va bien delante de los clientes, aunque por detrás nos estén machacando. Sin duda alguna cumplimos nuestros deberes por encima de los límites y es bueno que la gente se entere de que es lo que pasa muchas veces al otro lado del mostrador.
Efectivamente, las copias de seguridad son más que sagradas, y cuanto más paranoico seas, mejor. Yo sigo varias normas:
1. Dos copias son mejor que una
2. Siempre una copia sin estar conectada a un ordenador encendido ( un fallo de corriente o un fallo del sistema lo pueden echar a perder )
3. Una vez terminado y entregado el trabajo, mantengo otra copia en mi mano durante un tiempo por si acaso
4. Hago copias aunque no me las pidan ( gracias a eso ya le salvé el pellejo a otra persona )
anónimo, totalmente de acuerdo contigo. Al principio, cuando era novatillo cometí un par de errores importantes, pero luego acabé hasta haciendo 3 copias de seguridad a pesar de que la empresa no toleraba más de una.
Por otro lado teníamos un gran sistema de copiado: un equipo lo más viejo posible, que teníamos que esconder y desmontar para que pareciera roto y el gerente no nos lo quitara. La empresa siempre nos obligaba a hacer copias de seguridad para "amigos" y clientes "estratégico" o cualquier cliente al que hacer la pelota, pero no nos daba medios para ello. Era el "búscate la vida", es decir, usa el ordenador de algún cliente que estés arreglando. Si se le pasara un programa de recuperación a muchos discos duros que salieron de mi empresa, más de uno se encontraría con la información de mucha gente desconocida. Una verdadera vergüenza. Cuando mi jefe descubría que teníamos algún equipo para copias (que lo habíamos montado con piezas viejas y estropeadas) nos lo quitaba para venderlo de segunda mano, pero ¡ojo! el técnico era culpable de cualquier pérdida de datos, a pesar de no tener el material necesario. Esta claro que si ofreces algo a un cliente tiene que ser con garantías. en mi caso, la empresa iba a sacar el jugo, o a perder lo menos posible, porque estas copias eran gratuitas, aunque al técnico le dieran las tantas tratando de recuperar los datos. La empresa se lavaba las manos en todos los sentidos. Te puedo asegurar que acabé quemado! ;)
Saludos.
PD: la paranoia es buena en algunos casos ;)
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