04 noviembre 2006

Los comienzos

Allá por el año 1998 estaba terminando mis estudios de administración de sistemas informáticos (sí sí, el que les habla es otro informático puteado). El último trimestre era de prácticas en empresa. Otro compañero y yo fuimos asignados a esta empresa, en la cual yo continuaría para mayor pena o poca gloria.
La empresa se dedicaba al comercio minorista: venta de equipos, software y hardware, montaje y reparación de equipos, redes, etc... La típica tienda de informática que todos conocemos. Algo cutre, eso sí.
El local era un garaje amplio, sin iluminación natural ni ventilación. Al entrar tenía unos expositores. Al fondo lo habían dividido en dos niveles, gracias a un armazón metálico. Este tenía una cubierta de contrachapado que servía de suelo del segundo nivel. Vamos, algo habitual en muchos sitios, para aprovechar el espacio. El nivel inferior servía como recepción, almacén, mesa de montaje y reparaciones de equipos, atención a clientes, administración y "gerencia". La parte superior era el taller técnico. Calculo que tendría unos 30 ó 40 metros cuadrados. Se accedía mediante una escalera, con algún tablón medio suelto que te daba pequeños sustos cuando subías y bajabas.
La primera sorpresa que nos encontramos fue que casi no nos esperaban, andaban como despistados sobre nuestra llegada. Pero tal y como comentaré más adelante, no nos esperaban tal vez para "impartir las prácticas" y sí para otras cosas.
La segunda sorpresa fue que la parte de arriba, donde se supone que estaría nuestro espacio de trabajo, era impracticable. ¿Cómo? Sencillamente significa que exceptuando un pequeño espacio para reparaciones, el resto estaba cubierto por infinidad de cajas vacías, trastos, amontonamientos de hardware estropeado (placas base, tarjetas de todo tipo, ordenadores viejos, monitores...), estanterías, material de jardinería, faroles... o_O más un largo etcétera y fauna propia del lugar. Ante tal circunstancia, el "gerente" (de ahora en adelante, jefe), nos pidió disculpas por el estado tan lamentable del lugar. Nos dijo que arreglarlo le llevaría unos días en los cuales no nos podría dar las prácticas, pero claro, que si nosotros estabamos dispuestos a ayudarles, antes empezaríamos nuestra formación. Este es el primer error que cometí, de los muchos que vendrían después. Accedimos a hacerlo. De esta manera, nos pasamos unos cuantos días adecentando todo ese espacio. Limpiamos, tiramos basura, ordenamos material, clasificamos herramientas perdidas durante mucho tiempo, ordenamos estanterías, habilitamos gran parte del espacio para zona de trabajo y acabamos con parte de la fauna local. ¡Un merecido bautismo de fuego! Si quieres prácticas, empieza por abajo y suda, suda mucho. Al acabar esta tarea habíamos ahorrado a la empresa mucho tiempo y dinero, aparte de realizar unas actividades, que seguro que nadie quería hacer.


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