09 noviembre 2006

La calma antes de la tormenta

Prácticamente no sucedió nada relevante los siguientes meses, al menos que recuerde ahora. Aprendía cada día, tenía un horario aceptable; de ocho de la mañana a seis de la tarde con tiempo para comer. Mi sueldo seguía siendo de poco más quinientos euros actuales, pero tenía un trabajo.
Como en todas las empresas, tenía mis más y mis menos con los compañeros. El área de pringadillos nos llevabamos bien y teníamos algún compañero más viejo que nos daba caña. A parte, nos consideraba estúpidos. Pero bueno, su personalidad y el estrés que tenía le disculpaban algo, aunque era muy sufrido aguantarlo. ¿Y por qué razón había que aguantarlo? Porque controlaba todos los temas técnicos de la empresa y el jefe se tenía que fastidiar. De esta manera, no nos defendió nunca de él. Si tú decías una cosa y el otra, la tuya no valía nada ni con testigos. Te mandaba a hacer cosas para ir adelantado trabajo suyo. Por lo tanto, no podíamos hacer el nuestro. Luego el jefe te echaba la bronca por no tener terminadas las tareas. Y él también te echaba la bronca si no le terminabas su trabajo. Aún así, en ese momento las cosas no eran demasiado malas... fueron empeorando con el tiempo, ¡y de que manera!

No recuerdo tener incidentes de consideración con clientes. Fueron pasando los meses. En este punto de mi historia es cuando se empiezan a torcer las cosas. Como dije en el post anterior, había cosas raras con los contratos. Cuando me renovarón en abril, lo hicieron, a nombre de otra empresa: ¿? Sí , eso mismo me pregunté yo. Según mi jefe, cosa que yo no he podido confirmar ni negar hasta ahora (algún día espero hacerlo), la ley le obligaba a dividir la empresa en dos: una parte administrativa y una parte técnica. Era una cosa rara, pero bueno, podía ser cierta. Entiendo que mi jefe me estaba diciendo que el momento de renovarme había cambiado la ley y que por lo tanto, se constituía la nueva empresa en esas fechas... Hace pocos meses me enteré (tengo pruebas documentales ;) ) de que la "nueva empresa" se había creado dos años antes y con unas particularidades muy especiales, que comentaré en las próximas semanas.

¡Vaya! ¿qué debo pensar de todo esto? Primero: que me mintió y segundo: que con esta artimaña, lo que prentendía era evitar que acumuláramos antigüedad. A parte, conseguía que siguieramos contratados como ayudantes, de manera que se ahorraba tener pagar sueldos de técnicos superiores. En aquellas fechas, compañeros míos de estudios, que llevaban trabajando entre tres y seis meses ya cobraban unas 120.000 pesetas netas. Unas 35.000 más que yo, desempeñando parecidas tareas.

Sin duda alguna no éramos los mejores técnicos del mundo, pero hacíamos nuestro trabajo y lo hacíamos con ganas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

La vieja artimaña de quien hace la ley "hizo" la trampa.Me suena todo lo que has dicho y entiendo que mas que "quemao" estés "achicharrado".Para este tipo de tipos y esta empresa de empresas no somos mas que la materia productiva que necesita dinero,somos unos títeres sin cerebro y sin lengua...Pero claro,(mientras estemos en su mundo empresarial),ahora te toca sentir el placer del bapuleo constante y la dulce "venganza" preparada por "Er Kemao".El ave fenix ha resurgido para "recordarte" que tu sucio juego que duró muchos años ha calado en las personas y ese daño gratuito que hiciste,que mató la paciencia, la alegría y las ganas de trabajar, no se va tan facilmente...So pena de fantasmas y mordeduras, en un texto bañado en vinagre y vitriolo,con espiritu rencoroso y azufrado.Vamos, que no te cada nada...