11 noviembre 2006

El soplar de los malos vientos

Al finalizar el verano del 99, muchas cosas iban a cambiar. La primera sorpresa que me llevé es que en abril sólo me habían renovado por tres meses. De esto me enteré mucho tiempo después. Terminó julio y cogí las vacaciones en agosto sin saber que que no tenía contrato. Mes que pasé horriblemente debido a que deje de salir con la chica con la que estaba y que era muy especial para mí. Esto supuso una pérdida de visión de la realidad de todo lo que me ocurría. Vivía mi vida como el espectador que mira una película. Desde fuera. Creo que todos sabemos lo que es. Al incorporarme de nuevo en septiembre, lo único que quería era trabajar para tener la mente ocupada, pero lo que conseguí fue trabajar más y no dejé de pensar. Así empezó el eterno insomnio que me dura hasta hoy, y seguro que el próximo post y los siguientes también sigo sin dormir :-P
Me hicieron el contrato a finales de septiembre. Me seguían pagando, pero tenía casi dos meses sin cotizar, porque a efectos legales, no estaba trabajando. Además mi categoría y sueldo eran los mismos. Y yo, perdido en mis problemas emocionales, sin darme cuenta. Este punto es importante para mi despido improcedente* años después, porque me rompía la antigüedad. Antigüedad que por otro lado no tenía, por el tipo de contrato. En los últimos post que escriba para este blog, aclararé la situación.

Nuevas vicisitudes nos aguardaban a la vuelta de la esquina. Un cambio radical se perfilaba en el horizonte y no era nada alagüeño. El ansia de dinero del gerente estaba hilando mezquinas perversidades. ¿Qué? ¿Suena a Sauron de vacaciones en Mordor, no? X-D

La empresa elucubró** que estabamos perdiendo oportunidades de negocio por el horario que teníamos. Y que bueno, un garaje tenía que competir contra las grandes superficies para poder sobrevivir. Hubo un cambio radical de jornada y pasamos a abrir de 8 de la mañana a 9 de la noche ininterrumpidamente; los sábados de 8 la mañana a 1 de la tarde. Posteriormente, llegamos a abrir todo el día del sábado en modo "guardia" como las farmacias. Para esto, la empresa se separó en dos grupos: grupo favorecido, de 8 a 3 de lunes a viernes (el sueño de mayor de cualquier niño) y el grupo pringadillo: de 3 a 9 de la tarde de lunes a viernes y de 8 a 1 los sábados. Si ya, usted piensa que menudo chollo incluso para los pringadillos, ¡¡sólo 35 horas!! Jajaja, ¡inocente! Ya veremos porqué.


* Pendiente de sentencia.

** Según la Real Academia Española:

elucubrar.

(Del lat. elucubrāre).

1. tr. Elaborar una divagación complicada y con apariencia de profundidad.

2. tr. Imaginar sin mucho fundamento. U. t. c. intr.

3. tr. desus. Trabajar velando y con aplicación e intensidad en obras de ingenio.

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