15 noviembre 2006

Cuando haces la caja y no cuadra

Una de las obligaciones o responsabilidades que teníamos los del turno de los pringadillos, era hacer la caja al final de la jornada, o bien, cuando buenamente se podía, en las horas extras que expíabamos*. Parece fácil, por un lado cuentas el dinero que has ingresado y por otro, sumas las facturas que has pagado y cobrado. El resultado de ambas adiciones tiene que ser el mismo. Pués no es tan factible. Tienes que tener en cuenta dos cosas: el que te equivoques cobrando, pagando o haciendo las operaciones y el factor "jefe".

La primera vez que hicimos una caja, nos descuadró 100 pesetas (60 céntimos de euro). Estuvimos una hora entera revisando todo, hasta que al final dimos con la solución, que era simplemente un baile de números. ¡Una ansiedad horrible por sólo 100 pesetas! Teniendo en cuenta las anteriores entradas que he narrado, no es para menos. Podían acusarte de ladrón o cualquier cosa peor. Hubo ocasiones en que llegamos a poner dinero de nuestros bolsillos, para intentar irte a casa y dormir algo más tranquilo. Te pones a pensarlo ahora y menuda idiotez.


* Según la Real Academia Española:

expiar.

(Del lat. expiāre).

1. tr. Borrar las culpas, purificarse de ellas por medio de algún sacrificio.

2. tr. Dicho de un delincuente: Sufrir la pena impuesta por los tribunales.

3. tr. Padecer trabajos a causa de desaciertos o malos procederes.

4. tr. Purificar algo profanado, como un templo.

MORF. conjug. c. enviar.

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