25 marzo 2007

El "infopintor" o la multitarea de bajo coste

Esta es otra de las estúpidas, absurdas y abusivas fechorías que me tocó aguantar aquel verano de 2004. Realmente no sabía cual era mi trabajo. Todo mi mundo profesional estaba patas arriba; el personal totalmente arruinado. Un día estaba cargando basura de un lado a otro. Otro día estaba desmontando y montando estanterías metálicas. Otro día estaba llevando los mantenimientos de los ordenadores en un cliente importante. Al día siguiente estaba pintado. Una sucesión de actividades tan constante y tan aleatoria que volvería loco hasta el más cuerdo. En estas circunstancias, no sabía ni como ir a trabajar. ¿Iba correctamente vestido y afeitado o iba con traje de faena y desaliñado? Daba igual. Mi jefe estaría esperando para decidir. Si me veía bien vestido, consciente o inconscientemente, buscaría la manera de que me ensuciara. Si iba con la camiseta y los pantalones pintados, consciente o inconscientemente, buscaría la manera de que visitara a un cliente. Una de las cosas que me ocurrieron fue que mi compañero de campo, el que también llevaba mantenimientos (los más importantes) estaba de baja, con lo cual, yo tenía que hacerme cargo de las horas que se debían todos los meses a una empresa. Esa empresa u organismo llevaba unos sistemas complicados para mí, basados en Linux y toda una parafernalia de conexiones remotas y sesiones en dominio, que por mi escasa experiencia y motivación, no podía controlar. Fui obligado a ir a ese lugar a hacer el "paripé", es decir, a dar la sensación de que hacía algo, sin tener ni idea de lo que tenía entre manos. Odié a mi jefe por ello. Verme estúpidamente clicando con el ratón de un lado a otro sin ningún sentido o simplemente cambiando lectores de CDs o fuentes de alimentación de un ordenador a otro, no era mi idea de un buen mantenimiento. Por otro lado, el técnico informático de esa empresa, que llevaba otros temas, pero supervisaba lo que yo hacía, debía tener claro que yo era un cero a la izquierda. Que sensación más agobiante y avergonzante. Por aquel entonces acaba de entrar en mi empresa un nuevo programador que dominaba Linux. Mi jefe decía que si había algún problema llevara a este nuevo compañero, pero yo no podía: meter en berengenales a un compañero nuevo cuyas funciones eran otras, llevar a un desconocido a esa empresa en mantenimiento y darle las claves de administración y tercero, volver a solucionar las negligencias de mi jefe por su falta anticipación. No estaba dispuesto a pasar más horas de lo debido ni hacer pasar más horas de lo debido a otra persona, porque al gerente no le daba la gana de arreglar el problema, sino maquillarlo. Ya estaba harto.
Como mi jefe tenía bastante desprecio hacia los pringadillos, en particular y en ese momento, a otro compañero y a mí, buscó la manera de fastidiarnos más. Como mi compañero estaba de vacaciones, yo era el único al que poder dejar en evidencia y en ridículo delante de los clientes. Para ello no se le ocurre otra cosa que llamarme un día, cuando estaba pintando y decirme: "Erkemao, me llamó un cliente, que tú lo conoces y que tiene un problema con el ordenador. Llámalo y vete a la casa a solucionarle el problema". Este cliente era viejo amigo de mi jefe, y lo suficientemente rico como para que el gerente le estuviera haciendo la pelota todo el rato. Yo le respondí: "Estoy hecho una mierda, todo lleno de pintura, con los pantalones rotos, la camisa pintada, llevo unas zapatillas rotas que huelen a queso viejo y gracias a estos quehaceres tan "agradables" he perdido la viveza para arreglar problemas en los ordenadores, y tú quieres que vaya así a su chalet". El tipo me contesta: "No te preocupes, porque ellos se dedican a la construcción y están acostumbrados a ver a la gente así". Yo me quedé flipando. ¿Qué le pasa a este individuo en el cráneo-encefálico? ¿Está tonto, se lo hace, el café que toma de la máquina contiene sustancias prohibidas? Estaba claro que el tío quería humillarme delante del cliente. No se me ocurre otra explicación. Dame tiempo, me voy a mi casa, me cambio y luego seguimos hablando, o simplemente libérame de este castigo que me infliges y a tomar por saco el pintar las paredes de esta desagradecida empresa y sigo haciendo el trabajo para el cual fui contratado. Al final hablé con el cliente y le dije que lo dejáramos para el día siguiente porque esa jornada, "yo no podía ir". No estaba para aguantar los caprichos del niñato que tenía como jefe. Otra razón más para odiarle.
Mañana contaré algo que me ocurrió en esos días de "infopintor" y es lo que más me dolió en todos estos años de sacrificio y sufrimiento. Es lo que más me marcó en esa empresa. Es lo que más rabia, rencor y resentimiento me ha hecho sentir. Es tan simple como cruel. No se lo pierdan.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues yo que tú voy y me presento al a la casa esa y si me mira raro o me dice algo le digo que gracias a mi jefe es lo único que me puedo permitir ya que fui contratado para una cosa y termino pintando paredes en una empresa y lo pongo en evidencia. un saludo tio!!

Erkemao dijo...

Yo sé que no había mucho problema, porque conocía a esos clientes desde hacía mucho años y me llevaba bien con la hija, que era a quien le iba a arreglar el ordenador. Pero no me daba la gana de que el "desgraciado" ese, dispusiera de mí como le diera la gana. Yo no era su esclavo. Y fue una falta de respeto. Este "señor" por llamarle de alguna manera, nunca ha tenido un jefe por encima de él. Creo que sólo pensar eso le acojonaría bastante. Si algún día en su vida tiene que rendir cuentas a un superior... lo va a pasar muy pero que muy mal.
Saludos.