27 febrero 2007

La gran salida de tono de mi jefe

¡Buenas nuevamente! Un hilo musical estaría muy bien para el blog, en plan misterioso y siniestro. El tema de hoy describe otra experiencia, que de algún modo podría asociarse con las tendendias metaleras más agresivas de exabruptos guturales satánicos, ciertamente algo alejado de la ópera, pero mi jefe siempre tenía que dar el cante ;) por lo tanto, no cejamos en el empeño de traer cada día un emocionante capítulo de las aventuras de Erkemao "el pringadillo" y los alegres pinches del taller (y alguno del departamento de software) en Absurdolandia. Quien lo quiera asociar a la Utopía de Tomás Moro, puede hacerlo, pero ni ella ni la Fantasía de Michael Ende serán nunca comparables en imaginación y ensueño. Acaso, cada día de nuestra vida laboral ¿no es una emocionante epopeya llena de sorpresas inimaginables? Y todavía hay quien dice que se aburre en el trabajo... Afortunadamente en mi empresa no había tiempo para el aburrimiento. La tensión se respiraba en cada paso y en cada esquina. Nunca sabías que podía ocurrir, que podía pasar, que podía suceder... La realidad superaba siempre a la ficción ;)
Mi empresa tenía una curiosidad (entre muchas). A medida que el papeleo "ISOcrático" se adueñaba de todas las facetas de nuestra labor, nuevas y más extrañas medidas se fueron tomando. Una de ellas, eran las reuniones. Teníamos reuniones siempre, a todas horas, todos los días y de cualquier cosa. Abundaré en este asunto en un próximo post. Como toda actuación que se realizaba en el negocio, las reuniones estaban programadas siguiendo la burocracia establecida al respecto. Se supone que todo estaba regido por un escrupuloso orden, pero ... el factor jefe (sí sí, aquel elemento que genera caos y entropía en un sistema perfecto y del que tenemos un bonito ejemplo), repentinamente te hacía una reunión sin avisar (al menos a los pringadillos), sin establecer los puntos del día y muchas veces, sólo para contar sus hazañas personales.
A medida que el tiempo avanzaba, nos costaba más ir a trabajar. Cuando estás mal en un sitio, todo resulta pesado y odioso. Levantarte se convierte en un auténtico hito, desplazarte en un verdadero suplicio y entrar a la empresa, se convierte un auténtico acto de fe. De esta manera, algunos de los pringadillos teníamos problemas con llegar a la hora punto (tengan en cuenta que cuando te exhortan a realizar 2, 3, 4 ... horas extra cada día de cada semana de cada mes de cada año, que no te pagan, llegar 10 ó 15 minutos tarde, se convierte en un "derecho"). Cierto día, el compañero que estaba más puteado que yo, llegó tarde a una reunión. Por aquella época, había que anotar la hora de entrada y salida. Él anotó una hora incorrecta (5 ó 10 minutos más pronto de lo que realmente había llegado). Craso error. Cuando terminó la reunión, mi jefe fue directamente a ver lo que había apuntado cada uno, buscando deslices fatales. Y lo encontró. El gerente estaba en un estadio de estupidez y chulería de grado alto a supino, todavía lejos de superior. Delante de todos los compañeros que estábamos en la empresa, empezó a gritar y amenazar a mi compañero, por haber mentido en su hora de entrada. Un gesto brutal, soez y desproporcionado. Un acto privado, que tenía que resolver en su despacho, lo convirtió en una propaganda mezquina y maleducada. Berreando y regurgitando palabras cobardes y deleznables. Nuevamente una muestra del poder absoluto y errático. Ese día se ganó el odio de todos. El mío desde luego, que no era la primera vez que lo padecía de cerca. Lo miré con expresión de ver una basura humana. Mi compañero metió la pata, pero no merecía ese trato tan denigrante. Cuando lo obligaban a salir tarde por culpa del trabajo, nunca estuvo mi jefe allí para echarle una bronca, mucho más merecida, por ello. Era un aviso. "Soy el déspota absoluto y haré y desharé lo que quiera. El que no comulgue conmigo ya tiene un ejemplo de lo que mi ira puede mover". Nuestro fin estaba cada día más cercano.

6 comentarios:

Miguel Barrios Payares dijo...

key tus historias son bien bacanas visita mi blog, y si puedes recomendarlo mucho mejor.

www.mangadelvalle.blogspot.com

domenico dijo...

nice blog, come see mine

Anónimo dijo...

Para empezar, decir que la falta de confianza (por no decir algo peor) que llevaron a poner la ridícula y estúpida hojita de firmas con la hora de entrada y salida de la empresa, así como la hora en que decidías hacer uso de los míseros 15 minutos para tomar un café sin sentarte, fueron un aliciente de mal rollo y disputas absurdas, así como de instrumento arrojadizo que algunos/as empleados/as indeseables y rastreros/as usaban para humillarte delante del jefe o para restregarte lo miserable que era tu existencia entre cacharros viejos y polvorientos, mientras su culo descansaba (y ensanchaba) plácidamente sentado frente a una mesa con cosas super-importantes que hacer

Tampoco entenderé qué pintaba la "100% intocable" AKA "¿Estás dando un curso de formación interna?" empezando su jornada laboral a las 6 de la mañana ...

nasghoul dixit!

Anónimo dijo...

Estimado Kemado, por fin un par pero al otro lado del océano. Pensé que tenía el único blog destinado a bombardear al mundo del empleo pero la Dra. Yvonne te recomendó. Muy bueno. Voy a seguir viendo qué más tenés por acá.

Anónimo dijo...

Che! que buen blog KEMAO. La doctora Ivone estuvo recomendando el blog en

diariode1empleado.blogspot.com

y ahora venimos acá varios argentinos más. MUY BUENO REALMENTE.

Sigo siendo fan de Cebolla de todas formas. Creo que tienen que intercambiar links con Cebolla, ojalá encontremos más sitios como estos. Son muy divertidos...

... y sirven como catársis

Erkemao dijo...

miguel, gracias por leerme. Ya le eché un vistazo a tu blog. Te dejé un comentario. Gracias

Dome&edo, thxs 4 your visit to my blog. i left you a comment in yours. Ciao!

nasghoul, lo de la hora tenía mucho morbo, y era más para fastidiar que para mejorar. El tío siempre te miraba la hora de entrada, pero no la de salida, a no ser que fuera uno de los que tenía entre ceja y ceja (porque pensaba que salían antes con el coche, cuando estaban en clientes y terminaban a las tantas), pero el agradecimiento empresarial es así. Los 15 minutos del desayuno era otra forma de intentar figurar, de no perder protagonismo. Siempre me daba la impresión de estar en la verbena del pueblo, cuando el borracho de turno sólo venía para buscar pelea. El tema del horario me molestó mucho porque durante todos los años en los que hice horas y mas miles de horas extras, no hubo control, y cuando decidí ceñirme al horario puso esa normal. Además lo del desayuno tiene muy mala fe. Años sin poder tomar nada porque el trabajo no te dejaba y luego a controlarte hasta el café. En plan, trabaja y además, trabaja jodido.
En cuanto a la 100%, buena cuestión, sobre todo cuando el tío no dejaba de llegar un sólo día a las 5 de la mañana, y hasta las 7 no aparecía nadie más. Y dándole una vuelta de tuerca más, con nuestros contratos "exclusivos", no se "podía" aspirar a tener otro trabajo por la tarde, sin embargo, ella sí podía.

Bienvenido Cebolla, y ¡únete al club! ;) Me parece que mucha gente anónima que ves por la calle, podría contar sus buenas historias. Gracias por comentar y también estaré atento a tus historias, que tendrán mucho en común con la de muchos visitantes, comentaristas y yo mismo. No estarás mejor en el trabajo por escribir, pero soltarlo relaja cantidad. ;)

Daniel gracias por acercarte a este blog y comentar. Tendré que darle las gracias a la Dr Yvonne por la publicidad. Estaría muy bien tener una red de blogs y páginas dedicadas al tema y extraer conclusiones. Además mucha gente de RRHH y otras ramas suele dejar sus comentarios, se puede ofrecer una informacion interesante y no sólo subjetiva.
Saludos.