Si lo que ayer les pareció increíble o vergonzoso, no se pierdan el post de hoy. Mi jefe siempre iba más allá. Si creen que desmontar montones de estanterías con cajones llenas de material informático y trasladar una mesa bajo látigo era suficiente para mi jefe, están tremendamente equivocados. Su mega proyecto de empresa empezaba a tomar forma. La venganza estaba al alcance de la mano. Los pringadillos, esos seres odiosos que durante tanto tiempo se habían atrevido a rebatirle y a frustrar sus empeños megalomaniacos estaban ahora, y como siempre, al son que él tocara. Y había que azuzarles más y humillarles más.
Mi empresa estaba dividida en 4 ó en 2 y 2, según se mire. Ocupaba dos locales de un edificio. Cada local tenía su propio sótano. Los había unido arriba y abajo mediante unos huecos en los que había habilitado unas puertas. En uno de ellos había quitado el acceso (o eso dicen, yo no lo recuerdo) y había puesto una gran vitrina de exposición. El antiguo taller estaba en el salón al cual se accedía directamente desde la calle. Para llegar al antiguo despacho del gerente había que atravesar una puerta que había colocado entre los dos salones. Como ya no íbamos a dedicarnos a la reparación y venta de ordenadores y consumibles, los escaparates no eran necesarios, por lo tanto fueron desprovistos de todo su contenido, que se guardó en uno de los sótanos. Labor, que por supuesto realizamos los humillados pringadillos. Mi jefe tenía aún otra idea mejor y era desmontar por completo las vitrina de exposición del salón donde estaban los programadores. En el espacio ganado con esta acción, quería colocar dos mesas más para los nuevos empleados que contrataría en breve. Nuevamente por mandato autoritario y sin ningún tipo de respeto ni consideración hacía nuestras personas ni a nuestra bienestar físico y psíquico, nos obligó a desarmar el escaparate. Estaba compuesto por unas guías de aluminio largas y atornilladas al suelo, al techo y a las paredes. Otras, en el medio, hacían de divisores verticales y formaban la puerta de entrada al escaparate. Sostenidas en la red de metal, se disponían una serie de enormes y pesados cristales muy peligrosos de manejar, de casi dos metros de altura. Sin casi protección para las manos y los ojos, tuvimos, mi compañero y yo, que desarmar toda la estructura y extraer los vidrios. No nos cortamos de milagro. Todo bajo la déspota coordinación de mi jefe. Se lo estaba pasando en grande, viéndonos sufrir. Todo ese peligroso material fue transportado hasta uno de los sótanos, con gran riesgo para nosotros. Aquello no nos gustó nada y mucho menos la arrogancia del gerente. Me hierve la sangre cada vez que lo pienso. Decidimos filmarlo y fotografiar lo que nos exigían hacer, por si alguna vez servía de algo. Es una opción muy recomendable para todo el que sufra estos abusos. No sé si todavía ese material lo guarda mi ex compañero. Pero todo esto no era nada más que el principio. Las vitrinas darían aún para más, y los trabajos forzados sólo estaban empezando. Prácticamente perdí un verano dedicado a la "Bricoinformática". Para realizar todas estos "quehaceres" vestíamos ropa gastada y sucia. No íbamos a venir guapos a trabajar. Y aún así, repentinamente, mi jefe me paraba y me hacía ir a clientes todo sucio y mal vestido. Desde mi punto de vista, le encantaba pisar a la gente, al menos, eso me dice mi experiencia personal.
Mi empresa estaba dividida en 4 ó en 2 y 2, según se mire. Ocupaba dos locales de un edificio. Cada local tenía su propio sótano. Los había unido arriba y abajo mediante unos huecos en los que había habilitado unas puertas. En uno de ellos había quitado el acceso (o eso dicen, yo no lo recuerdo) y había puesto una gran vitrina de exposición. El antiguo taller estaba en el salón al cual se accedía directamente desde la calle. Para llegar al antiguo despacho del gerente había que atravesar una puerta que había colocado entre los dos salones. Como ya no íbamos a dedicarnos a la reparación y venta de ordenadores y consumibles, los escaparates no eran necesarios, por lo tanto fueron desprovistos de todo su contenido, que se guardó en uno de los sótanos. Labor, que por supuesto realizamos los humillados pringadillos. Mi jefe tenía aún otra idea mejor y era desmontar por completo las vitrina de exposición del salón donde estaban los programadores. En el espacio ganado con esta acción, quería colocar dos mesas más para los nuevos empleados que contrataría en breve. Nuevamente por mandato autoritario y sin ningún tipo de respeto ni consideración hacía nuestras personas ni a nuestra bienestar físico y psíquico, nos obligó a desarmar el escaparate. Estaba compuesto por unas guías de aluminio largas y atornilladas al suelo, al techo y a las paredes. Otras, en el medio, hacían de divisores verticales y formaban la puerta de entrada al escaparate. Sostenidas en la red de metal, se disponían una serie de enormes y pesados cristales muy peligrosos de manejar, de casi dos metros de altura. Sin casi protección para las manos y los ojos, tuvimos, mi compañero y yo, que desarmar toda la estructura y extraer los vidrios. No nos cortamos de milagro. Todo bajo la déspota coordinación de mi jefe. Se lo estaba pasando en grande, viéndonos sufrir. Todo ese peligroso material fue transportado hasta uno de los sótanos, con gran riesgo para nosotros. Aquello no nos gustó nada y mucho menos la arrogancia del gerente. Me hierve la sangre cada vez que lo pienso. Decidimos filmarlo y fotografiar lo que nos exigían hacer, por si alguna vez servía de algo. Es una opción muy recomendable para todo el que sufra estos abusos. No sé si todavía ese material lo guarda mi ex compañero. Pero todo esto no era nada más que el principio. Las vitrinas darían aún para más, y los trabajos forzados sólo estaban empezando. Prácticamente perdí un verano dedicado a la "Bricoinformática". Para realizar todas estos "quehaceres" vestíamos ropa gastada y sucia. No íbamos a venir guapos a trabajar. Y aún así, repentinamente, mi jefe me paraba y me hacía ir a clientes todo sucio y mal vestido. Desde mi punto de vista, le encantaba pisar a la gente, al menos, eso me dice mi experiencia personal.
12 comentarios:
por cosas locas de la vida llegue a tu blog, y esas historia de esas cosas locas que pasan, obviamente muy aterradoras y desagradables pasan a ser parte de las anecdotas en un tiempo más, y de las que con suerte nos reiremos. No a los jefes explotadores jijiji..solo a tener paciencia y a reirse de estas cosas extrañas que suelen sucedernos a algunos...
saludos
jajaja, guau foránea! me pillas escribiendo el post de mañana y revisando el link de el de hoy! Gracias por pasarte y comentar "cuerdamente". Como dices, con el tiempo ta vez me ría (ya lo hago de algunas) porque seguro que nos pasarán cosas más subrrealistas. A los jefes hay que darles algo de margen, que siempre los hay buenos, detrás de máscaras estrictas y serias. Pero no hay que dejar que se acomoden, y siempre recordarles que "tú ahí y yo aquí", y que todo el mundo es suceptible de recibir el trato que da. ;)
Saludos.
Vaya joputa ese jefecillo, ¿eh? ¿Qué más hicieron? ¿Pasarle el trapo al piso? La dra. Yvonne me recomendó un libro. Conseguí la versión electrónica y te paso el link por si alguien quiere bajárselo. ¿Que si dice algo nuevo? Todo lo que ya conocemos sobre trabajar en una "empresa", querido Kemao.
http://www.backupmyfiles.net/download.php?file=958495
Hay gente que necesita hundir para sentirse arriba...
tu jefe era uno de ellos, no me explico por qué tanto desden haci sus empleados. Se creía en la época de la colonia??
Hola!
Este trabajo es muy bueno, gracias por hacerlo
cebolla, pasaron muchas cosas más ;) que iré contando estos próximos días.
Gracias por el enlace, a ver si mañana le puedo echar un vistazo con calma. Seguro que estará muy interesante ;)
Wax and Wane, creo más bien que sentía cierto complejo de inferioridad respecto a ciertas personas, que compensaba pisando a otras para intentar suplir esa falta.
David Santos, bienvenido de nuevo al blog. He mirado el tuyo, pero me cuesta un poquitín leer los poemas en portugués ;). Gracias por comentar.
Saludos.
Sí... cuando te toca un jefe malo es malo de verdad. Yo suelo ahuecar el ala. Pero eso es porque no tengo familia ni ninguna dependencia económica. Tengo amigos que están y viven escalvizados por sus jefes. Un saludo!
moderato josef, y tus colegas no se han planteado romper las cadenas= a veces son las obligaciones las que nos atan, pero muchas veces me da que es la comodidad: mas vale lo malo conocido...
Gracias por visitar el blog y comentar.
Achei interessante e diferente seu blog , rsrsrrs
que gatinho lindo esse hem , pena que eu não entendo muito bem as coisas q vc escreve pois sou brasileira e ~entendo pouco de espanhol , mas quando tiver tempo , dê uma passada lá no meu blog e veja minhas fotos!
Obrigado Paula Priscila. Seguro que entiendes muchas cosas porque el portugués y el español son muy parecidos.
Estoy intentando poner un traductor automático para varios idiomas, incluido el portugues.
Me pasaré también por tu blog y le echaré un vistazo.
Saludos.
Me he sentido muy reflejado. En una empresa que trabajé, obligaron a todos los empleados a hacer una mudanza de toda la empresa. Mesas, estanterías, silla, libros, ordenadores, maceteros...todo!! para no contratar una empresa de mudanzas. Como íbamos muy lentos, ya que el camioncillo que contrataron tardaba entre viaje y viaje, a mitad mañana contrataron un segundo camioncillo. Todo muy triste y cutre. Si la empresa es pequeña o familiar puedo llegar a entenderlo, es poca cosa, pero siendo más de 100 personas...
¡Ánimo amigo! Nos quieren sacar todo el jugo. Evidentemente no quieren pagar eso. Ahora las cosas están incluso peor que cuando me pasaron a mí. Suerte con todo.
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