Nuevamente asistimos a una de las "gloriosas" aventuras de los pringadillos en la empresa de "Nunca Jamás". En la pasada entrada describí como tuvimos que desmontar el enorme escaparate de la empresa, jugándonos el físico en ello. Por otro lado, esta "labor" que tan atentamente nos había encomendado el gerente, no era sino otro degradante castigo de los que tanto gustaban a mi jefe. Se crecía con ellos. No hay nada como ordenar y que te obedezcan, aunque las órdenes sean absurdas y malintencionadas. El tema del escaparate iba para largo. Los cristales y las guías de aluminio sólo eran el principio. La historia es mucho más larga y mucho más surrealista. A punto estuvimos de perder el certificado EMAS, jajaja lo cual no me hubiera importado, porque pienso que nuestra empresa no era éticamente merecedora de tal galardón. El haber hecho los deberes un día no te exime de haber incumplido tus obligaciones toda la vida, sobre todo teniendo en cuenta que ese certificado no se obró como un deseo honesto y de buena fe para preservar el medio ambiente, sino como un medio para conseguir subvenciones y "reconocimiento" en ciertas esferas de influencia. Todo esto claro, según mi opinión personal, forjada tras muchos años en aquella empresa.
Una vez que desmontamos todo el escaparate, quedaba un sobresuelo tapizado por el mismo parquet que se había colocado en todo el comercio unos años antes. Retiramos una pieza perfecta de parquet de unos 6 metros de largo por 1 ó más de ancho. Quitamos todos los tablones y tabiques que soportaban este suelo elevado del escaparate. Lo que quedaba era un enorme hueco, unos 20 centímetros más bajo que el resto del nivel del local. Dispersos en él, se encontraban multitud de bloques, que servían como base al entarimado. Hubo que sacarlos y amontonarlos en un lado. Nos "alentaron" (por hablar diplomáticamente) a acercarnos a una ferretería a comprar decenas de bolsas del relleno para el hueco y transportarlas hasta la empresa. Aunque yo había trabajado en la construcción cuando era adolescente, la labor para la cual yo había sido contratado en esa empresa era de informático, así que pueden suponer la gracia que nos hacían estos abusos. Cuando llenos de polvo hasta las cejas (nosotros y todos los programadores que estaban tecleando cerca), colocamos el parquet sobre una gomaespuma (que hacía las veces de suelo) en ese hueco que habíamos rellenado, nos dimos cuenta de que en uno de los extremos, un conducto de cemento que comunicaba con el sótano inferior impedía dejar a nivel toda la sala. Hubo que coger cincel y martillo y rebajar todo el exceso. Uno de los programadores, que apenas llevaba trabajando unos días se llevó buena parte del conglomerado en las cejas, el pelo y la ropa, ya que estaba a un metro de nosotros y todas las virutas le caían justo encima. Tuvimos que taparle con cartones mientras rompíamos el hormigón. Bonito recibimiento por parte de la empresa. Hubiera sido mejor decirle que se incorporase unos días más tarde, pero ya sabemos como era mi jefe y lo poco que le importaban la mayoría de sus empleados. Finalmente conseguimos colocar todo el parquet y buscar unos trozos más para el espacio que faltaba y que correspondía al tamaño de las guías metálicas que habíamos desmontado. Se veía muy bien, apenas se notaban las uniones. El local había ganado en amplitud, y aunque el relleno aún no se había asentado, el parquet no presentaba hundimientos ni deformaciones. Bricoinformática a la carta.
Una vez que desmontamos todo el escaparate, quedaba un sobresuelo tapizado por el mismo parquet que se había colocado en todo el comercio unos años antes. Retiramos una pieza perfecta de parquet de unos 6 metros de largo por 1 ó más de ancho. Quitamos todos los tablones y tabiques que soportaban este suelo elevado del escaparate. Lo que quedaba era un enorme hueco, unos 20 centímetros más bajo que el resto del nivel del local. Dispersos en él, se encontraban multitud de bloques, que servían como base al entarimado. Hubo que sacarlos y amontonarlos en un lado. Nos "alentaron" (por hablar diplomáticamente) a acercarnos a una ferretería a comprar decenas de bolsas del relleno para el hueco y transportarlas hasta la empresa. Aunque yo había trabajado en la construcción cuando era adolescente, la labor para la cual yo había sido contratado en esa empresa era de informático, así que pueden suponer la gracia que nos hacían estos abusos. Cuando llenos de polvo hasta las cejas (nosotros y todos los programadores que estaban tecleando cerca), colocamos el parquet sobre una gomaespuma (que hacía las veces de suelo) en ese hueco que habíamos rellenado, nos dimos cuenta de que en uno de los extremos, un conducto de cemento que comunicaba con el sótano inferior impedía dejar a nivel toda la sala. Hubo que coger cincel y martillo y rebajar todo el exceso. Uno de los programadores, que apenas llevaba trabajando unos días se llevó buena parte del conglomerado en las cejas, el pelo y la ropa, ya que estaba a un metro de nosotros y todas las virutas le caían justo encima. Tuvimos que taparle con cartones mientras rompíamos el hormigón. Bonito recibimiento por parte de la empresa. Hubiera sido mejor decirle que se incorporase unos días más tarde, pero ya sabemos como era mi jefe y lo poco que le importaban la mayoría de sus empleados. Finalmente conseguimos colocar todo el parquet y buscar unos trozos más para el espacio que faltaba y que correspondía al tamaño de las guías metálicas que habíamos desmontado. Se veía muy bien, apenas se notaban las uniones. El local había ganado en amplitud, y aunque el relleno aún no se había asentado, el parquet no presentaba hundimientos ni deformaciones. Bricoinformática a la carta.
6 comentarios:
Jajaja... cada vez que recuerdo aquellos días, me entra una mezcla de vergüenza e indignación. Cierto día inhalé tanto polvo de cemento que estuve todo el día tosiendo y me costaba respirar. Pero es que cómo se puede estar haciendo obras en una oficina que no tenía más que una triste cristalera (sin ventana) hacia la calle y sin ningún tipo de ventilación, en un espacio reducido donde se hacinaban entre seis y ocho mesas que más que programadores parecíamos chinos cosiendo zapatillas nike...
Nasghoul eso da igual. Tu obligación en la empresa es trabajar independientemente de las condiciones, porque en el contrato no se dice que tengan que tratarte como una musa. Acuerdate de que el jefe "nunca" se quejaba y encima tenía que soportar ser único que tenía aire acondicionado. El pobre, como sufría el frescor mientras los demás nos asábamos. Eso es un verdadero ejemplo de abnegación. Te quejas mucho y trabajas poco. XD ;)
A los que no entiendan mi comentario, sólo un detalle: es muy irónico. ;)
jajaja, qué gracioso que les hayan hecho limpiar los pisos.
Una pregunta: ¿por que no renunciaron? Esa situación sería comprensible en países más difíciles, donde uno no consigue empleo ni equivocado, pero en España...
francamente si yo viviera en un país europeo, nunca me comería un maltrato tan perverso. Yo sé que el desempleo en Europa está duro, pero vamos, algo se consigue.. Duro de verdad es el desempleo en países latinoamericanos donde esas situaciones de abuso son el pan de cada día.
doctora yvonne, el piso lo tuvimos que encerar dspués, cuando rodamos un armario y dejamos unas marcas enormes en el parquet, y además, haciendo eses. XDDD.
En el preámbulo del blog le explico a un comentarista lo que pienso que me hizo aguantar en aquella empresa. Lo puedes leer aquí: http://erkemao.blogspot.com/2006/11/prembulo.html
A mi compañero le sucedía otro problema más grave, y era una hipoteca a 30 años.
No te creas que en España están mejor las cosas. Aquí se habla de mucho crecimiento, pero luego la mayoría de la gente hace milagros para llegar a fin de mes. Seguro que no está tan mal como en otros sitios del mundo, pero desde luego que no estamos tan bien como en otros países europeos. Desde luego hay unos cuantos que viven bien, pero a base de explotar o aprovecharse de los demás.
ERWEREWR
MUY BIEN
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