29 noviembre 2006

Algunas cosas buenas

A lo largo de casi un mes he estado contado situaciones adversas en su mayoría. No es para menos, puesto que esa era nuestra realidad diaria, y la mía en concreto, que es la que mejor conozco. Todavía quedan episodios interesantes que contar y tanto o más tragicómicos que los que he descrito. Sería injusto, por otra parte, sólo comentar el lado oscuro y no poder alumbrar con alguna llama las tinieblas. Escasa luz iluminó la lobreguez de mis días en aquel lugar, más alguna lo logró. Una ventaja muy interesante con que nos premiaba la empresa era la posibilidad de elegir las vacaciones a tu gusto, siempre y cuando no se produjeran incompatibilidades con compañeros o el trabajo. Pero aún más, las podías fraccionar hasta su mínima expresión, pudiendo elegir un mes, semanas, días... al libre albedrío. Desde luego que en pocas empresas se goza de este privilegio. Además yo tenía la costumbre de solicitarlas con poca antelación, y se me permitía. Lo normal era que a principio de año las fijaras... pero bueno, teniendo en cuenta las palizas que me metía y la de mierda que pasé, algún detalle tenía que tener la organización. De todas formas, siempre me interrumpían en medio de las vacaciones y tenía que volver para arreglar cosas.
Otra situación que se producía era que llegaras tarde a trabajar. No te solían decir nada, al menos directamente la mayoría de las veces, pero con ciertas indirectas y trabajos forzados sí. No se echó a nadie por esta razón. Aunque claro, si te pegas currando desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la noche (que no te pagan) a ver que jefe tiene "huevos" de decir algo. Disculpen mi crudeza lingüística. Esta noche los términos vienen a mi cabeza un poco rebeldes.
Otro detalle que teníamos en los primeros tiempos, era la posibilidad de irte a merendar media hora. Luego la empresa estimó que eso era un abuso por parte de los trabajadores, y por tal razón, se creó un consejo inquisitivo sancionador, que perseguía con afán cualquier movimiento del puntero del reloj superior a 15 minutos. Ya lo detallaré en próximas entradas.
Otro beneficio del que disfruté era la posibilidad de ponerte enfermo y no tener que justificar la ausencia, al menos, en los primeros años. Luego el tema fue por otros derroteros. También es cierto que la mayoría de las veces iba a trabajar con fiebre, tos, vómitos o diarrea, y salvo algunas escasas ocasiones, no se me dijo: "vete a tu casa que das pena". Así que dejaremos esto, al igual que las anteriores, como ventaja compensada.
Otra circunstancia favorable era el horario teórico. De 35 horas. Pero como ya hemos visto, en la realidad nunca pude disfrutar de él, bueno sí, disfrute de un salario de 35 horas ;). Luego, tuve la posibilidad de ingresar en el club de los afortunados de la mañana, y de esta manera, tenía un horario casi de funcionario. Pero vuelvo a insistir, sólo en la teoría. Para mí, al menos, la práctica siempre fue muy diferente.
Algunos compañeros pudieron gozar de estas prebendas, por tanto, es justo decir, que la empresa también tenía sus buenas cosas.

Si se me ocurre algo más lo comentaré en otro post.

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