25 noviembre 2006

Las críticas al jefe se pagan

Año 2006: jefe: "... es más, yo quiero que me critiquen y me digan en que me equivoco. Porque el/la compañero/a X me hace una crítica y yo estoy encantado".

Siete años antes: compañero Z: "...estas placas base que están trayendo son una mierda, no dan más que problemas...", jefe: "Z, coge ahora mismo y me traes para dentro del almacen todas las cajas de monitores que hay en la entrada, y me cambias de sitio todas las fuentes y farolas (comentaré en otra ocasión el equipamiento de jardinería)".

Cinco a seis años antes: compañero Z: "estas placas base que están trayendo son una mierda, no dan más que problemas", jefe: "Z, ahora mismo abres todas las cajas de todas las carcasas que hay en el almacen y le pones el logotipo de la empresa", compañero Z:" para mañana hay que sacar tres equipos nuevos para una empresa, con todo instalado, y las placas están dando problemas", jefe: "¡¡¡ te digo que abras todas las cajas de todas las carcasas del almacen y le pongas el logotipo!!!".

Otro de los aspectos conocidos de mi jefe era/es su total repudio a las críticas. No toleraba que nadie le objetara lo más mínimo. Si alguien tenía ese desliz, acababa siendo seriamente reprendido. Directamente no te lo decía, pero los trabajos forzados que te obligaba a realizar después de abrir la boca, eran probado argumento de su colérica venganza. Llegaba a ser tal su irracionalidad, que comprometía la viabilidad de la empresa con tal de reafirmarse como jerarca absoluto e incuestionable. Sus ideas o acciones, según su opinión, eran no sólo las mejores y más correctas, sino que cualquier oposición o discrepancia se traducía en un escarmiento ejemplar.
En este sentido, no pongo en duda que las decisiones que un gerente toma se deban respetar por parte de los trabajadores, pero considero que un jefe inteligente debería escuchar las razones de sus empleados, y mucho más en cuestiones técnicas, las cuales no vive o de las cuales no tiene muchas nociones. Los trabajadores que experimentan día a día nuevas situaciones, controlan en gran medida que aspectos son beneficiosos y cuales no para el buen hacer de la empresa. Tratándose de mi jefe, y como decimos en mi tierra: "échale de comer aparte". Era capaz de tirarse (y tirarnos) al abismo, con tal de quedarse con la última palabra en todo.
Las anécdotas que abren esta entrada, le sucedieron a un compañero que tenía la desdicha de decirlas en el momento menos indicado y el infortunio de que el gerente las oyera. Lamentablemente, cuando la empresa abrió los oídos fue demasiado tarde, y aún así, sabías que una chispa de rencor brillaba en sus ojos cada vez que se sentía criticado.
Otro de los aspectos que comentaré cualquier día, es el oportunismo de mi jefe. La capacidad de aparecer cuando dices o haces algo inadecuado.

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