25 enero 2007

Tres jornadas llegando de madrugada

Hace unas pocas entradas en "La moto", les comenté subrepticiamente* que había regresado a la empresa a la 1 ó las 2 de la madrugada, durante tres días seguidos. El gran honor de este logro se lo debemos a mi estimado jefe. Como gerente que se precie, desconoce los límites de la física, los límites de tráfico, los límites biológicos y cualquier otro límite que no le convenga. Esto me recuerda a una viñeta de Mafalda, en la cual, Manolito dice: "lo único que te pueden hinchar sin que te duela, es el bolsillo". En uno de esos primeros meses del 2003, si mi memoria no falla, al llegar al trabajo, mi jefe me comenta: "deja todo lo que tengas que hacer, porque tienes que ir al sitio X (a unos 80 kilómetros) para que tires unos cables y configures una red y no se cuantas cosas más. Eso sí, trátalos muy bien, tómate el tiempo que te haga falta para enseñarles a usar el ordenador e Internet y que se queden contentos". Ya esto me olía mal, cuando tienes que enseñar... el tiempo pasa volando O_o. Además esta era la empresa de motos cuyo comercial puso a caldo a mi jefe en varias ocasiones. "Y ya que** vas para allá, y para no tener que ir dos veces (apréciese el sarcasmo: no dos, sino tres), pásate por la asesoría de Y, luego vete a ver a mi amigo Z que tiene un problema con no se qué, y después vete al cliente W para que le lleves un ordenador, impresora, escáner, ponerle el Internet, etc, etc, etc..." Bien, mi horario teórico era de 3 de la tarde a 9 de la noche. El sitio al que tenía que ir estaba a una hora de viaje ida y otra vuelta, si no había complicaciones por el tráfico. No conocía el primer lugar al que iba, así que ya iba a tardar más tiempo. El resto de lugares estaban entre 5 y 10 kilómetros, si iba del primero al siguiente más cercano, si no... pues más distancia. Cada uno quería ser atendido a una buena hora, ni pronto ni tarde. Ni recurriendo al milagro de los panes y los peces, podría hacer eso que me decía mi jefe. El primer día estuve a tiempo completo en el primer cliente, y aún así me faltaron cosas que hacer. Tuve que hacer esperar a los otros hasta el día siguiente y a uno empezarle algo a la 11 de la noche. El día siguiente me pasó lo mismo con otro y otra vez llamar, disculparme y quedar para más tarde o el día posterior con los demás. Nuevamente llegué a uno de los clientes a las 12 de la noche. El tipo me dijo (mosqueado): "mira, si no te importa, mañana vienes a mi primero que estoy harto de acostarme a las tantas y tengo que madrugar todos los días". La tercera jornada, tres cuartos de lo mismo, y como de costumbre vuelta a la empresa cuando los vampiros ya se habían echado a dormir. Esos días fueron correr para un lado y para el otro como un loco. Los "pequeños problemas" y "fáciles trabajos" que suponía el gerente, eran todo lo contrario. A pesar de ello, resolví todo lo que tenía que resolver, e hice todo lo que se me había ordenado hacer. Como pueden suponer, después de todos estos post, esas noches no descansaba, sino que mal dormía esperando el día siguiente. Mi jefe, por supuesto, ajeno a todo dolor. Me lo imagino mirando el reloj a las 9 de la noche y pensando: "éste no ha llegado todavía, seguro que está holgazaneando por ahí".

* Según La Real Academia Española:

subrepticiamente.



1. adv. m. De manera subrepticia.

subrepticio, cia.

(Del lat. subreptitĭus).

1. adj. Que se pretende u obtiene con subrepción.

2. adj. Que se hace o toma ocultamente y a escondidas.

subrepción.

(Del lat. subreptĭo, -ōnis).

1. f. Acción oculta y a escondidas.

2. f. Der. Ocultación de un hecho para obtener lo que de otro modo no se conseguiría.

** Según Erkemao

ya que

(Del morrónico. aprovechando que estás aquĭ, -no te vas a escapar sin hacerme un trabajōnis).

1. v. intransigente Acción zalamera y coercitiva por la cual se obliga a un técnico a quedarse en un sitio donde ya había terminado su trabajo y tenía firmado el parte de horas.

2. ni f. ni m. Tomadura de pelo por la cual tu jefe te envía a hacer más trabajo del que es posible en un tiempo determinado, aún sabiéndolo.

24 enero 2007

El día más largo

Hoy les voy a contar el que quizás haya sido el día más largo de trabajo que tuve en aquella empresa. Hubo muchos que fueron más extensos e intensos, en el sentido de llegar a casa y seguir buscando información y echarme a dormir con el trabajo como único pensamiento. Pero en este caso fue el más largo demostrable con un parte de trabajo.
Mi jefe estaba en negociaciones con una empresa más o menos importante. Ya eran clientes nuestros desde antes de comenzar a hacer andar su negocio. Lo eran desde que se instalaron para planificar la creación y puesta en marcha de su organización. Como era una empresa de aviación tenía varias oficinas o puestos en diferentes lugares, por lo cual y hasta que se llegara un acuerdo de mantenimiento o contrataran a sus propios informáticos, nosotros nos haríamos cargo del tema tecnológico. Un día, el otro compañero de campo y yo tuvimos que ir a las diferentes sedes a llevar los ordenadores y realizar todas las configuraciones de redes. Para ello mi compañero iría en avión hasta un par de sedes y yo lo haría en barco hasta otra, ya que tenía que llevar muchísimos equipos con sus monitores , impresoras y demás. A las 5 de la mañana ya estaba en la empresa. Tenía que cargar un montón de cajas en una pequeña furgoneta. Alguna caja acabó como copiloto, debido a que estaba hasta los topes el espacio para carga. Luego tendría que ir al puerto, embarcar, y cuando llegase todavía me quedaban unos 70 kilómetros de autopista, la cual pasaba por una importante ciudad a primera hora de la mañana de un lunes. Yo andaba tenso. Una piedra a mi lado era como mantequilla. Muchas cosas nuevas para un sólo día para una persona que le estresa conducir, con la furgoneta hasta los topes y con poco tiempo para hacer muchas cosas en un lugar desconocido. Me encanta la presión. Sin muchos problemas conseguí llegar a ese aeropuerto después de todo. Hubo muchos líos de pases, no había red informática, tenía que colocar de todo en un hangar enorme, no había ADSL y tenía que estar con esa furgoneta de un lado a otro del aeropuerto. Se pasaban las horas y todavía quedaba mucho por terminar. Cuando al fin acabamos, resulta que un par de equipos se quedaban en la ciudad y había que pasar por las oficinas. Yo no conocía la ciudad. Para no perderme tenía que seguir a uno de los trabajadores de esa empresa. Total, que llegando, lo perdí de vista, debido al tráfico. Genial,¿ y ahora?. No me acordaba ni del nombre de la calle. Pero se ve que era mi día de suerte porque dando un par de giros y sin proponérmelo lo encontré en unos minutos. Había más posibilidades de sacarte la lotería. Todo no iba a ser bueno, había urbanos multando a todos los coches en doble fila. De alguna forma conseguimos convencerles de que nos dejaran un rato para descargar las cosas. Ya eran las 6 de la tarde o más y no había desayunado ni comido. Luego, con algunos problemas les instalé los equipos e impresoras en una oficina que estaba siendo acondicionada. Cuando terminé ya quedaba poco tiempo para poder tomar el último barco de vuelta y aún, mucha carretera por delante. Conseguí llegar a tiempo y embarcar. Cuando pude dejar la furgoneta en la empresa eran cerca de las 12 la noche. Sólo había tomado un micro sandwich a la vuelta, no había bebido nada y había pasado un estrés tremendo durante 18 ó 19 horas. Además, ese día era 17 de marzo y yo solía ir con mis amigos a un pub irlandés a celebrar San Patricio. Cervecitas, conversación, música, amistad... esas pequeñas grandes cosas que te dan ilusión y te permiten sobrevivir a la macabra rutina diaria. Había quedado con ellos, y una vez más, el trabajo me alejaba de mi gente y de mi vida personal.
Ahora ustedes dirán: "Bueno, pero por lo menos te pagarían un buen pico", jajaja, permitan que me ría. Al día siguiente acudí puntual al trabajo (por aquel entonces ya estaba trabajando por la mañana nuevamente, lo cual contaré en el próximo post). No hubo dietas, no hubo pago de horas extras, no hubo días libres, no hubo agradecimientos. Así funcionaba mi jefe. Ni un simple gracias o un tómate el día libre. Estuve mirando las facturas de esas fechas, y mi empresa había emitido dos: una por un valor de casi 1800 euros y otra por valor de unos 5.000 euros. Nuestro trabajo estaba en alguna de ellas, pero nosotros no vimos ni un céntimo en dietas o gratificaciones, así que esas palabras de:"la empresa va mal" o "no hay dinero" no me las puedo creer. Cuando intentamos exigir que se pagaran dietas para siguientes trabajos o que hubiera algún tipo de compensación, no vean la cara que puso mi jefe y la mala leche que cogió. En su mirada ponía: "ladrones, me quieren robar".

23 enero 2007

Las paranoias de mi jefe

Cada día que pasaba en esa empresa, sobre todo al final, en los dos últimos años, cuando las humillaciones y el maltrato habían dejado su huella en mí, tenía más claro que mi jefe se sentía cuestionado y perseguido, pero en su imaginación. Mostraba una total falta de confianza en sí mismo y en los demás, pero paradójicamente desconfiaba más de aquellos que demostraban cada día con su esfuerzo y sus acciones fidelidad al negocio que de aquellos que él sabía que le toreaban. Absurdamente trataba de seguir los dichos o los consejos de gente que acaba de conocer, como si fueran verdades universales. Al tratar de hacerlas efectivas en la empresa, conseguía volvernos locos a todos. Un día decía que no a algo y al día siguiente eso era lo que se debía hacer. Dos días más tarde ya eso no era tan bueno y una nueva idea la sustituía. Como no había una base y unos principios de funcionamiento, sino una serie de contradicciones, el trabajo se hacía por las malas y los clientes se perdían porque no entendían que un día les recibieran con los brazos abiertos y al día siguiente les miraran con mala cara. Que un día les contaran que les iban a realizar unos servicios y al día siguiente les dijeran que ya no hacíamos eso.
Uno de los ejemplos de las paranoias obsesivas persecutorias que tenía mi jefe, se produjo cuando uno de mis compañeros pringadillos tuvo que formatearle el equipo e instalárselo todo de nuevo. Como a este compañero siempre lo tenían muy puteado, porque el jefe y acólitos descargaban sus frustraciones laborales y personales sobre él, dedicó el máximo esfuerzo y atención para que el sistema quedara como antes y todo estuviera perfecto. Lo hizo realmente bien, pero vaya... ¡metió la pata con el detalle más insignificante! El Windows XP trae una serie de dibujos o fotografías para ilustrar el acceso a una cuenta de usuario. Hay varias: un cristal de nieve, una guitarra, una flor, un patito, etc... Por defecto, el Windows pone una al azar. Lamentablemente la que mostró en el ordenador de mi jefe fue: un perro. Muy bonito, muy simpático. El gerente cuando lo vio, entendió que lo estaban llamando "PERRO". La que se montó fue tremenda. Ya les digo que mi jefe se sentía tan cuestionado y tan inseguro, que para intentar demostrar poder y confianza utilizó ese hecho como un agravio, para así poder gritar, ponerse duro e intentar parecer que tenía autoridad. Como todas sus demostraciones de fuerza, era tan desproporcionada que lo que lograba era perder el respeto de los trabajadores, por sus salidas de tono.
En otra ocasión (si no me equivoco con los mismos protagonistas) el compañero dejó un cubo de basura en el despacho del gerente mientras realizaba unas obras en el citado lugar. Sí sí como lo leen. Ya les contaré como un par de empleados nos dedicábamos a la BRICOINFORMÁTICA. Bien, cuando el jefe vio el cubo entendió que lo estaban llamando "BASURA" y se montó otra tremenda.

22 enero 2007

Los logos de la empresa

Cuando empecé a trabajar en mi empresa uno de los hechos curiosos y a los cuales presté atención, fue que las carcasas de los equipos nuevos que salían no tenían logotipos. Había visto muchos ordenadores que se traían a reparar,pero que se habían comprado en otro lado y todos tenían su logo. Los dos ordenadores que yo había tenido también lo poseían, y casi cualquier PC que vieras en oficinas, en las casas de tus amigos, etc. todos tenían pegada una etiqueta con el logo del negocio que los vendió. Extrañado, le pregunté a mi jefe, y me contestó que en su empresa no se necesitaban logos, porque el boca a boca había logrado el milagro de toda la cartera de clientes que teníamos. Que alguna vez lo pensó y los encargó, pero que luego le pareció que eso era para empresas que tenían que hacer publicidad porque no eran tan sólidas como la suya. Durante unos años seguimos igual, pero mire usted por donde, que al tiempo, decidió que los logotipos eran una seña de identidad importante, para diferenciar nuestros productos del resto... Yo me quedé así O_O. A ver, ¿antes no y ahora sí? De hecho, se volvió muy celoso con ese tema y te amonestaba si dejabas de ponerle un logo a un ordenador. Llegó a tales extremos que hizo poner todos los logos a todas las carcasas nuevas y empaquetadas del almacén, un día que había que preparar varios equipos nuevos para un cliente. Esto fue debido a que un compañero se quejó de la mala calidad de los componentes, y como "venganza" (porque no tiene otro nombre) le obligó a hacer ese trabajo. Era capaz de abrir un ordenador empaquetado para entregar, sólo por saber si no tenía el logo y poder abroncarte. Era capaz de hacer ir a un técnico a un domicilio o empresa sólo para colocar la marca de la empresa (de hecho, lo promulgaba como política de empresa, sobre todo en los mantenimientos) y fue capaz de hacernos quitar los logos de todos los equipos que venían a repararse, si no era el nuestro. ¿Por qué ese cambio tan drástico de un día para otro, cuando se negaba en rotundo a ello?
Mi opinión: alguien "importante" (ese importante puede tener muchos sentidos) le dijo que tenía que hacerlo, y como él sólo cuestionaba a los pringadillos, lo hizo sin rechistar.
Tiempo más tarde, en plena revolución del software en la organización, le dijo a un diseñador que creara una imagen nueva y poco después la volvió a cambiar por otra. A partir de entonces toda la documentación debía que tener imagen corporativa.

21 enero 2007

La moto

Nuevamente espero sorprenderles a todos ustedes que se acercan a este espacio de rocambolesca narración. Sé que más de uno me dirá después de haber leído este post: ¡si yo te contara...". Pues no se corte y expóngalo, que para eso están los comentarios. Seguramente a más de un currante y a más de un empresario le sonará esta cantinela: "yo te hago el trabajo y tú me das...UNA MOTO". Y el CASCO :-D Entremos en antecedentes. Hace relativamente poco tiempo en un lugar algo lejano de mi empresa, mi jefe decidió obtener un nuevo tipo de beneficio (para él). Amante de las dos ruedas, creo que no pudo resistir la tentación. Había una empresa que se dedicaba a la venta de motocicletas de todo tipo, menos las choperizadas (que no recuerdo haber visto ninguna expuesta). Ese negocio de alguna forma se puso en contacto con mi jefe o viceversa a través de un intermediario, que también acabo enfadado con mi jefe, como hacía todo el mundo al cabo del tiempo. Según las informaciones de que dispongo llegaron a un acuerdo, para poner un par de ordenadores, tirar algunos cables de telefonía y configurar una red sencilla, un programa de facturación, darle de alta en un dominio de Internet, habilitarle un alojamiento y crearle una página web muy simple. Pero el pago no se haría en dinero contante y sonante, sino que se realizaría en especias, es decir, una moto, una chaqueta y un casco (y puede que algo más). Si no me equivoco ese fue el regalo de Reyes del gerente. La moto no era precisamente una Vespa. Ahora se harán una idea de porqué teníamos muchas veces problemas económicos. Un lector nos dejó un comentario en el cual se imaginaba algo de esto. Aquí está la confirmación ;) Para la realización del cometido se envió a uno de mis compañeros un día entero (sólo en desplazamiento eran más de dos horas). Tuvo que trabajar poniendo canaletas para cables a muchos metros de altura sobre una escalera que oscilaba con el fluir del aire. El taladro que teníamos estaba quemado y mi empresa no se gastaba unos míseros euros en reponerlo. Para trabajar, mi compañero tuvo que llevar un taladro como 3 veces más grande de lo normal, que ahora no sé como se denomina, y además, hacer malabarismos con ese armatoste, que ni el propio Rambo podría sostener sin cansarse rápidamente. Después me tocó terminar ciertos detalles pendientes, y también me las tuve que ver con esa escalera basculante. Ese fue uno de los trajines que realicé en una serie de tres días, donde se demuestra el abuso a que nos sometía la empresa. En un par de entradas contaré como regresaba cada jornada a la 1 ó 2 de la madrugada, gracias a que el gerente y sus secuaces no tenían límites a la hora de mandar trabajos. En su momento busqué facturas de esa empresa, pero no encontré ninguna. No digo que no las haya, pero mi búsqueda en el programa de facturación no dio resultados, por lo menos con el nombre o dirección de esa empresa del motor. Para mi jefe, tampoco todo iban a ser alegrías. Se encontró con que el comercial de esa empresa, que era el que dirigía realmente el tinglado, tenía muy malas pulgas y era mucho más ###### que él. De esta forma lo estaba llamando cada dos por tres al móvil, para gritarle y exigirle que terminara los detalles que mi empresa había "olvidado" realizar. Una vez me dijo con cara de pena: "es que me llamó en medio de una reunión muy importante y me gritó. Tuve que salir de la sala para que el resto de la reunidos no se enteraran de lo que pasaba. Eso no son formas." (politiqueos). ¡Ay qué pena más grande!¡Pobrecillo! X-D Recuerdo también que llegado el momento de renovar el dominio de Internet de ese negocio de motocicletas le pregunté al gerente, y con cara de mosqueo me dijo:¡NO! Me parece que después de todo se quedó sin chaqueta para la moto.

20 enero 2007

La vuelta al turno de tarde

Volvemos a hacer un pequeño salto en el tiempo y continuamos por donde lo habíamos dejado en el año 2002. Les contaba que en aquel verano quedé reventado definitivamente. A partir de ese momento y hasta hoy siempre me he sentido cansado. Si ya antes el dormir bien era un privilegio que no tenía, después de ese verano se consolidó otro problema más: me quedaba en vela varias noches a la semana ( de 1 a 3), aunque conseguía descansar más horas cuando podía hacerlo. Esta circunstancia continúa hasta el día de hoy. Por ejemplo, este post lo estoy escribiendo a las 4 de la madrugada, aunque no lo publicaré hasta mañana. Pasado aquel estío, seguí con mucha presión diaria, trabajando demasiadas horas, a demasiado ritmo. El compañero que llevaba el tema de mercancía (antiguo técnico que nos daba mucha caña y nos insultaba de múltiples y variadas formas), realizaba un trabajo que no le gustaba y se encontraba todo el día tan pasado de vueltas como yo. Se notaba en exceso la falta de la antigua compañera que había llevado ese tema (que también había sido desplazada del puesto que dominaba, por no se sabe que oscuras razones del gerente) (Teoría del desplazamiento). De esta forma, ese compañero estaba todo el rato tirando de mí para que le trajera o llevara mercancía, material para arreglar o sustituir, etc... Me pasaba toda la jornada intentando compaginar mi trabajo y el suyo, gracias a lo cual terminaba a las tantas de la tarde/noche, cuando tenía que haber salido del trabajo 5 ó 6 horas antes. A parte del estrés que ya tenía, él me daba más estrés. Aún así y estando tan jodido, prefería ese turno, a estar por la tarde. Esto se debe a que siempre había algún día que conseguía salir poco después de la hora, y libraba los sábados, a los cuales llegaba exhausto. Por otro lado, si me ponían de tarde, terminaría trabajando más horas y con más presión que ahora y acabaría trabajando muchas veces de madrugada.
Mi jefe, y lo repetiré en las ocasiones que haga falta, tenía la fea costumbre de decirte las cosas cuando menos puedes reaccionar, esto es: te pilla un lunes por la mañana cuando todavía estás más dormido que despierto y te fuerza a tomar una decisión sobre algo que él te propone (obliga diplomáticamente), sobre la marcha. De esta forma no puedes valorar pros y contras y no puedes informarte. Él se ha pasado todo un fin de semana estudiando hasta los más mínimos detalles sobre lo que puedas contestar y ya tiene preparadas todas las respuestas. Otras veces, simplemente te lo dice, y es sí o sí. Si decías que no, ibas a pagarlo más pronto o más tarde.
Un día después de otras cortas vacaciones de una semana que tuve pasado el verano, llegué a trabajar, y lo primero que hace ese individuo es reunirse conmigo, nada más entrar por la puerta, y decirme que me cambiaba de turno nuevamente. Es decir, tú empiezas a organizar tu vida, y él se la carga sin preguntar, tal y como me había sucedido la vez anterior. En esa ocasión, supuso para mí, perder a muchos colegas y amigos. En esta segunda perdí una novia. Para no ser malpensado, he preferido entender que lo hizo para librarme de la paliza del compañero, pero... la solución no es cambiar de turno al que joden, sino poner en su sitio al que está jodiendo. Cuando pienso mal (la mayoría de las veces) tengo la impresión de que lo hizo para poder controlarme más, puesto que por la mañana estaba demasiado ocupado (con sus nuevos proyectos megalómanos). Los rumores sobre mis posibles paseos con el coche de la empresa eran vox populi dentro del negocio, pero totalmente desconocidos por mí, que sólo vivía para trabajar.

19 enero 2007

El diskette

Vamos a hacer un alto en el camino cronológico, que más malamente que buenamente estoy intentando seguir. Hay veces en las que ciertos hechos se pueden tomar desde diversos puntos de vista: algunos por patéticos son risorios, otros por estúpidos son tristes, otros por absurdos son increíbles, otros por ilógicos son sorpresivos... Cuando estábamos en el viejo local; aquel garaje de gratos e ingratos recuerdos... mi jefe era en cierto modo como un compañero más (salvando las distancias). Tenía inquietudes informáticas, puesto que él había realizado ese trabajo y te ayudaba o te aconsejaba con ciertas cosas (no siempre acertadas), pero bueno, lo hacía desde un nivel más próximo y te lo decía cara a cara y no desde arriba hacia abajo, y más de una vez sus consejos solucionaban cosas. Más tarde, cuando su ansia de protagonismo, dinero e influencias cegó su vista, su discurso se llenó de palabras de difícil pronunciación, más difícil comprensión y tremendamente vacías de contenido (politiqueo). A medida que se iba alejando de la informática, más se jactaba de no saber nada de ella. Asunto cuando menos curioso puesto que era el gerente de una empresa de hardware y software. Pero en fin, el desconocimiento de algo se disimula muy bien con palabras raras que nadie entiende. Sigamos por donde íbamos. Entre otras herramientas, teníamos unos disquettes de arranque para instalar los sistemas operativos, que en aquellos momentos eran Windows 95, Windows 98 y Windows ME (no trabajábamos Linux, MacOS, etc... sólo clónicos bajo sistemas Microsoft). La mayoría de estos disquettes se perdían, se estropeaban, te los cogían para grabar otra cosa, se quedaban dentro de equipos arreglados y desaparecían por la puerta, etc... Estas circunstancias producían muchos problemas, sobre todo cuando tienes prisa y ves que no puedes trabajar. Harto de esta situación, uno de mis compañeros escribió en uno de ellos el siguiente texto: "Disco para algo. No me toques", y lo ató con una goma elástica a la mesa, de forma similar a como están los bolígrafos en los lugares públicos. Además la carcasa era de color amarillo muy vivo, para que se viera bien. No le duró ni dos asaltos. A los pocos días mi jefe lo había cogido, cortado y se lo había llevado. Excusa: "es que me hacía falta para arreglar una cosa". Con todos los disquettes de ese tipo que había por todas las mesas y va y coge el que estaba amarrado y para llegar hasta él tenía que pasar por delante de una mesa de trabajo atestada de software de ese tipo, subir escaleras, pasar por otra mesa llena de más diskettes y avanzar hasta el fondo de otra mesa en forma de barra, que también tenía varios disquettes más. Es que cuando hay ganas de fastidiar... Por supuesto, jamás lo devolvió... y claro, las quejas de siempre: "no cuidan el material" , "pierden muchas cosas..." , "lo tienen todo desordenado...".

18 enero 2007

El destornillador perdido

Poco después de la conclusión de la mudanza, cuando ya estábamos trabajando plenamente en el nuevo local... la empresa contrató la instalación del falso techo. Por esa época me dedicaba a realizar algunos trabajos extras para la empresa, que consistían en la instalación física de redes para diversos clientes. Solíamos llegar a muy altas horas de la noche de trabajar, lo cual sólo me permitía aparcar la furgoneta en el sótano destinado a ello, y descargar las cosas, para que a la mañana siguiente se pudiera utilizar. Como ya estaba cansado después de un largo día de trajín, colocaba todo en una de las mesas que había cerca de la entrada del sótano. Lamentablemente, todo el mundo utilizaba mis útiles menos yo. Un par de años antes, nos habían dado a los técnicos unos destornilladores eléctricos para nuestros quehaceres. Se marcaron con las iniciales de cada uno y se supone que era para que cada uno los utilizase y los cuidara. Pues no. Con el tiempo, no era poca las veces que te lo quitaba el propio jefe cuando extraviaba el suyo. Otras veces nos lo quitábamos entre compañeros cuando se agotaban las baterías. Otras veces los tuvieron que utilizar los alumnos en prácticas o nuevos empleados, que no disponían de ninguno. Ante tales circunstancias, renegué de toda responsabilidad exclusiva por algo que era de uso común. Un día desapareció para siempre. Supuse que alguien de la empresa lo había usado y se había perdido dentro del local o la gente que estaba poniendo el falso techo lo utilizó y se lo dejó sobre nuestras cabezas. Pero nunca lo volví a ver. Este asunto del destornillador es tremendamente importante por lo que sucedió tiempo después, pero eso es otra historia que será narrada en ya no mucho tiempo ;-)

17 enero 2007

La mudanza: ¿qué había detrás?

En la entrada de ayer, hablé de la mudanza que hicimos. Cambiamos a un local mucho mejor en el que todo parecía más bonito y maravilloso. Y como siempre repito, sólo apariencias. Las realidades eran muy diferentes, por lo menos en mi caso. En el de algunos no sé... Pues bien, todo el palique de ayer tenía una intención, que no es más ni menos que el post retórico de hoy. En el pasado día pude contar cosas que me sucedieron, pero que realmente no eran tan trascendentes como para marcar un cambio significativo. Pero, me pregunto yo a estas alturas de la vida... si había tantos problemas en la empresa, si los empleados éramos tan vagos e ineptos que costaba tanto subir el sueldo (sobre todo a los que gozábamos de los salarios más bajos y éramos pringadillos (y con diferencia)), si todo eran quejas de que no producíamos lo suficiente o que éramos incompetentes, si todo eran gastos y más gastos... ¿de dónde salió tanto dinero para comprar dos locales, que podían sumar cerca de 1.000 metros cuadros , casi en pleno centro de la ciudad (ciudad que tiene un galardón muy importarte a nivel mundial)? ¿de donde salió el dinero para comprar todo el mobiliario nuevo y para comprar y alquilar plazas de garaje? ¿y más aún, si significábamos tanta carga, como es que seguíamos contratados y nos habían hecho fijos a un par de empleados? Según algún rumor que oí una vez, el valor de compra de los locales vacíos pudo estar en torno a los 180.000 euros. Aunque barato, era una nada despreciable cantidad. Muchas preguntas y pocas respuestas. Se me ocurren 2 hipótesis: la primera es que había dinero suficiente o casi suficiente y el resto se pagaría poco a poco. La segunda es que no había dinero, y se pidieron importantes préstamos, pero con la certeza de que en poco tiempo ( 1 a 3 años) , se obtendrían importantes partidas que ayudarían a zanjar las cantidades adeudas. Un poco antes de aquel año 2001, el compañero con mucha labia que había trepado rápidamente, estaba consolidando su proyecto de software. Para ello habían entrado en prácticas alumnos de la rama de aplicaciones, lo cual es raro teniendo en cuenta que nosotros no nos dedicábamos a eso y nadie controlaba ese tema. Por otro lado, mi jefe se había juntado con ciertas personas que tenían en mente proyectos muy importantes con subvención pública. Creo que mi jefe descubrió la gallina de los huevos de oro. En esa situación y con vista a afianzarse en los "politiqueos", decidió que la parte del taller y los cacharros no eran una buena imagen y no eran una buena fuente de ingresos, comparado con lo que le podía ofrecer el software unido al dinero público. A parte de la triste teoría del que el mercado era demasiado competitivo y no podríamos sobrevivir en él (y eso que teníamos una cartera de varios miles de clientes). Esto son conjeturas mías. Al año siguiente, otro alumno de programación en prácticas se incorporó como nuevo compañero de trabajo. Corríjeme si me equivoco ;) y los que se incorporaron más adelante como miembros de mi departamento, lo hicieron por motivos muy concretos, como es la titulación, la coyuntura política interna de la empresa, que intentaba introducirse en el mercado de la telefonía (centralitas) y los cambios en la balanza de poder interno. De todas formas, sigo pensando que muchas de nuestras contrataciones se basaban en ventajas o beneficios económicos o fiscales para la empresa, y por otros beneficios que podrían derivarse por la cantidad de empleados totales, de esta manera nos cambiaban de empresa y nos hacían contratos de más o menos tiempo. Como pensamiento personal que es, debe quedarse ahí, puesto que no puedo demostrarlo.


16 enero 2007

La mudanza

Otro hecho significativo de ese año 2001, concretamente en el mes de septiembre, fue la mudanza de local. Cambiamos de nuestro oscuro y pérfido garaje, lleno de suciedad, polvo y fauna endémica, a un nuevo recinto, no demasiado lejos ( en la esquina) que era una "gozada". ¡Vamos a ver! Era como salir de una mazmorra, para acabar en un palacio. Grandes vidrieras a cada lado de los dos salones. Suelo de parket (o como se escriba, estos días no estoy muy ducho en estas lides). Amplio, luminoso, con mobiliario nuevo. Limpio, ventilado. Con baños para chicos y para chicas, y para el jefe, por supuesto. Con dos sótanos: uno para la mercancía y otro para las cosas viejas y la furgoneta. Además contábamos con dos plazas de aparcamiento para el coche del jefe y de la empresa, y varios sótanos más abajo (en un parking privado) plazas de garaje para todos los miembros de la empresa que poseyeran vehículo. Todo, con acceso al garaje, mediante puerta cerrada que se abría con un mando electrónico (pero con cierta inseguridad, porque se produjeron robos y altercados en ese garaje). A nivel de los técnicos, cada uno tenía su mesa propia, con muchas gavetas para poner las cosas, y no como antes que tenías que dejar los útiles donde pudieras y cupieran. Teníamos un armario modular con mucho sitio para poner los productos de venta al público, tales como cables, tintas, adaptadores y otros elementos. Teníamos mucho espacio y nos habían obsequiado con unas sillas nuevas, rotatorias (aunque no recuerdo si eso fue más tarde). Teníamos enchufes, regletas, tomas de teléfono y de datos para cada uno. Hasta mi compañero pringadillo que llevaba el tema electrónico, tenía dos mesas para él (y eso que a este compañero lo tenían más puteado que a mí). Ahora además, nos habían puesto unas vitrinas para exposición de productos, que servían como separadores entre nosotros y los clientes, y no como poco tiempo atrás que tratábamos con los clientes saliendo de las ratoneras en las que realizábamos nuestras labores. Era un poco más frío para el trato, pero nos daba una cierta seriedad como negocio y no perdíamos totalmente la "camaradería" que teníamos con los interesados.
Por esa época, estaba de vacaciones, así que "me perdí" la mudanza. Creo que es de lo poco bueno que me sucedió en esa empresa. Lamentablemente, donde unos disfrutan, otros lo sufren; así que fueron mis compañeros los que tuvieron que hacer el traslado de toda la mercancía, objetos de la oficina y mierda en general. Bueno, no todos. Sólo los pringadillos. Los empleados de rancio abolengo, alcurnia y cierto egocentrismo se salvaron de tales menesteres, como es obvio pensar. Espero que mis compañeros de esa época, me puedan socorrer y decirme como les fue en esas tareas.
Para mí lo más importante, aparte de irme a un sitio "mejor", fue que me perdieron todo el software que había tardado años en recopilar. Me habían extraviado los utensilios y materiales que usaba, las notas, los útiles... todo. Cuando regresé cogí un mosqueo de padre y señor nuestro. Se lo comenté a uno de mis compañeros y me contestó: " el jefe nos dijo que cogiéramos todo y lo reuniéramos y que además de aquí en adelante nos tenemos que encargar de todo el material (software) de modo que si quieres algo, lo tienes que pedir". No me lo podía creer, con lo que me había costado reunir todo aquello, sin que me lo quitaran cada dos por tres... y ahora era como empezar de nuevo, con la salvedad de que tenía que pedir permiso para utilizar el material (drivers, programas...) que necesitaba para hacer el trabajo. Además no podíamos usar Internet, tal y como nos pasaba en el otro local de forma que si quería conseguir algún driver*, también lo tenía que pedir. Era la absurdidad llevada a lo absurdo. En un intento por organizar todo, la empresa estaba haciendo justo lo contrario... poner controles a lo que no se tenía que controlar, porque entorpecía el trabajo. En la empresa nadie se iba a dedicar a navegar por la red todo el día, o a chatear, o a jugar (bueno... alguno). Y bien, si alguien lo hacía un día.. ¡qué más da! Se tiene a los empleados currando más horas de lo estipulado, no se pagan horas extras, no se tiene un sueldo mínimamente apropiado... Demasiadas restricciones favorables para el negocio y pocas para los empleados. Ciertamente, la balanza no estaba compensada. Con tanto control y burocracia luego se podría quejar, el jefe, con razón de que no hacíamos las cosas con rapidez.

* Un driver es un software que sirve para comunicar un dispositivo o periférico con un sistema operativo. Así en plan bueno, bonito y barato. Para el que no esté muy relacionado con la informática, se podría explicar con el siguiente ejemplo: cuando enchufamos una impresora nueva al ordenador, suele salir un aviso de que se ha encontrado un dispositivo y se necesita el controlador (inserte el CD y bla bla bla). Pués en el CD viene el "programita" que sirve para decirle al ordenador: "¡Eh mira! ¡Soy la impresora Acme XYZ y funciono de esta manera!, porque claro, cuando has enchufado el aparato por primera vez, el ordenador se queda mosqueado diciendo..."¿Qué o Quién eres tú?", y se necesita un relaciones públicas que haga las debidas presentaciones. Además tiene que ser un relaciones públicas válido, que conozca a las dos partes. No vale el primero que pase por allí, que seguramente no sepa quien es el ordenador y quien la impresora.

PS: La imagen de las cristaleras está muy chula, pero no se parece en nada a mi empresa :D, sólo pretendía ilustrar la sensación de estar dentro de una cueva a tener luminosidad ;).

15 enero 2007

El contrato fijo

Con tantas prisas y corriendo, y embargado por cierto pesimismo en este comienzo de año, me había olvidado de comentar algo importante que ocurrió en el 2001. No importa que saltemos cuales "pequeños saltamontes" en el tiempo. Lo interesante contar cosas. ¿Y qué sucedió que era tan importante en ese año? Que me hicieron fijo. ¡Sí , por fin! ¡Qué alegría! ¡Qué gozo! ¡Qué júbilo! jajaja Me parece que ya la ley no les permitía hacerme muchos más contratos chapuceros, así que: o me echaban o me hacían fijo. Eso o la buena voluntad y la buena fe que conmovieron el corazón del gerente ;) En fin, estamos en abril y yo con mi flamante nuevo contrato... Unos cuatro años después de haber empezado las prácticas y casi a trabajar en aquel negocio, y después de mucho esfuerzo y sacrificio, me había convertido en un empleado real, pero mire usted por donde... yo firme una cosa, pero luego... ¡¡Corrigieron los detalles con Type (o como se escriba)!! ¿? Fue así, ¿acaso se van a sorprender ahora después de 80 entradas? Como siempre comento, en mi empresa todo lo que era bonito... tenía alguna pega (sobre todo para los pringadillos). Ahora no tengo a mano dicho contrato, porque lo tiene mi abogado, pero si no recuerdo mal (para nada, que lo tengo muy claro) firmé unas cláusulas más favorables para mí que para la empresa (de esas que tienes varias a elegir y marcas sobre la casilla que te conviene) y cuando recibí mi copia sellada (tiempo más tarde, por supuesto) las condiciones habían sido retocadas. Borradas las que había rubricado y marcadas las otras que eran más favorables para la empresa. Por lo que tengo entendido eso no es ilegal. O_o Que me lo expliquen que no lo entiendo. Seamos positivos, en cualquier caso, ya era fijo. Todavía cobraba un sueldo minimalista para el trabajo y las horas que realizaba, pero menos da una piedra.

14 enero 2007

Los primeros efectos visibles de la pesadilla

Después de haberme pegado más de un año y medio en esas condiciones (Las consecuencias de un año y medio sin dormir) pedí unas vacaciones de una semana a finales de julio de ese año de 2002 . Mi intención era irme a un macroconcierto y en el cual quedaría con muchísima gente que frecuentábamos un canal de chat. Nos reuniríamos gente de todo el país. Sería magnífico. Y así fue. Cogí un avión y visité primero a unas amigas. Después, nos fuimos para el macroconcierto donde habíamos quedado con mucha más gente. El primer y segundo día fueron bien, aunque la noche del segundo ya empezaba a acusar los primeros síntomas de un cansancio enorme. Dormí literalmente sobre piedras mal puestas y ni me enteré. Como caí , ahí me quedé. Esos días aunque divertidos, no dejaban de ser estresantes, aunque yo estaba en una nube; era mi primer macroconcierto con grupos de primer nivel y estaba flipando con tantas cosas nuevas. El último día se presentaron problemas de verdad. Al caer la noche, simplemente no podía mantenerme, literalmente me dormía de pie y me caía, era incapaz de abrir los ojos. Más de un año y medio sin dormir, tiene que explotar de alguna forma. Mis colegas cuando me vieron por fin se extrañaron porque había desaparecido varias horas, y yo allí a unas decenas de metros tirado en el césped, incapaz de moverme. Eran una sensación más allá del sueño. Esa noche de madrugada me fui a la playa a ver si con un baño me despejaba. Lamentablemente tenía llagas por todos los pies por el calor y por usar zapatillas nuevas. Al entrar al agua me desgarre todas las llagas y me hice varios cortes adicionales. Ahora, además, no podía andar.
Poco antes de irme, ya había decidido con otra amiga irnos a otro macroconcierto, después de terminado el anterior. Eso supondría otra semana fuera, pero yo no lo había comentado con la empresa, porque sabía que me pondrían pegas, y después de todo lo que había hecho aquellos años, me parecía muy injusto. Una vez terminó esa semana, llamé a la empresa y les dije que me retrasaba otros 7 días, al fin y al cabo, estaba a 2000 kilómetros; podían blasfemar lo que quisieran. No fue así y no hubo problemas por ello (al menos en apariencia), pero yo sabía que mi empresa no olvidaba... y tarde o temprano tendría que pagar esa osadía. Bien, para el nuevo concierto, primero tenía que ir a casa de mi amiga, que vivía a cientos de kilómetros y después atravesar media Europa. Otros 2.000 kilómetros, pero en bus. Eso ya no lo pude resistir, desde que subí me quedé dormido y creo que casi no desperté hasta llegar a Alemania. Mi compañera de viaje, que era una chica superactiva, acabó realmente harta y mosqueada conmigo. No podía hablar, no podía hacer nada, simplemente dormir. A partir de eso se distanció mucho de mí , puesto que yo era una compañía aburrida y pésima. Aún a la vuelta y después de tres días absolutamente formidables de conciertos, yo seguía sin apenas poderme mantenerme en pie. Así que fue un retorno en el que estaba durmiendo casi todo el tiempo. Ya desde la ida nos habíamos separado completamente y el concierto, la vuelta y la despedida, fueron muy frías; con un "hasta la vista", o más bien, "mejor si no nos vemos más". Había fallado estrepitosamente con una persona como no había conocido hasta entonces: generosa, amable, divertida, inteligente, atenta, entregada a sus amigos, que anteponía cualquier ayuda a sus colegas antes que así misma, que lo daba todo por los demás... Después de volver a casa, seguía horriblemente cansado, y creo que esa sensación no me ha abandonado hasta el día de hoy. No se trata de un cansancio físico sino psíquico. En esas fechas el trabajo ya me estaba provocando un descalabro personal notable, que resumiré en próximos post, y todavía estaba a mitad de mi periplo en esa empresa... Poco contacto volví a tener con la chica. Sólo un año después, en otro macroconcierto... pero ya la brecha se había abierto para siempre. Si alguna vez lees estas palabras, sólo decirte que te aprecio mucho. Un beso.

13 enero 2007

Las consecuencias de un año y medio sin dormir

¿Qué le ocurre a una persona, cuando lleva más de un año y medio durmiendo de 2 a 3 horas al día (en las cuales no duerme sino da vueltas), acostándose a las 4 ó las 5 de la mañana (los días que consigue dormir), levantándose a las 7 para coger carreteras, colas y nervios, trabajando 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16 ... horas al día, bajo un tremendo estrés, corriendo como un loco por la carretera para ir de un sitio a otro, aguantando 1 ó 2 broncas cada jornada de gente que ni conoce ni con la que ha hablado en su vida o que le recriminan no hacer un trabajo que ignora que tenía que realizar, y 3 ó 4 broncas de los clientes con los que ha quedado y a los que no ha podido atender, aguantando indirectas de su jefe que le tacha de vago y ladrón, y de algunos compañeros que rumorean que se va a dar paseos con el coche y no hace nada, aguantando a clientes que no tienen el menor atisbo de moral, o que han sido engañados por una empresa cuyo gerente no pone la cara, sino que intenta que su subordinado reciba las quejas y los insultos; sin desayunar, ni comer, ni merendar, cenando a las 10 de la noche como única comida del día, con acidez de estómago, nervios en la barriga, temblándole el pulso cada vez que coge un cubierto, tragando la comida porque está tan destrozado que ni tiene sensación de hambre ni fuerzas para probar bocado... sin beber siquiera agua en más de 12 horas ( a pesar de estar mucho tiempo conduciendo bajo el sol o arrastrándose por el polvo) y cuando alguna vez tiene la oportunidad de acercarse a la máquina del agua de la organización, le dicen que se vaya a hacer otra cosa o vaya a determinado cliente, o se le insinúa que está haciendo argollas por el simple hecho de pararse delante de la máquina e intentar tomar un poco de líquido elemento, que para colmo tiene que usar su propio vehículo en numerosas ocasiones porque el de la empresa es utilizado por el gerente o miembros de su familia, que es mal visto si intenta poner gasolina a costa de la empresa, que cada vez que llega a casa, no puede descansar sino intentar preparar trabajo para el día siguiente, porque gracias a su jefe y algunos de sus compañeros no puede atender a los clientes en su horario, sino que tiene que hacerlo fuera de horas de trabajo, puesto que aquellos que están en un rango superior (en una supuesta empresa de relaciones matriciales (todos al mismo nivel)) le están fastidiando la agenda cada día, yendo a trabajar enfermo y todo ello por un sueldo ridículo de unos 700€ y sin que se pagara una sola hora extra ni se diera días libres o de descanso? O se vuelve loco o acaba deprimido. Gracias a Dios, sólo pasó lo segundo (aunque yo no lo sabía en aquellas fechas, me enteré mucho más tarde cuando fui al psicólogo y leí un tríptico con los síntomas de la depresión, que encajaban uno por uno con lo que me sucedía). Lo primero estuvo muy cerca de ocurrir. Pero eso ya lo contaré en otro momento. A nivel personal, esta situación extrema, mantenida durante más de un año y medio, que venía precedida por otro año y medio muy turbulento y estresante, tuvo consecuencias catastróficas para mí, para mi familia, para mis amigos... Aún así pasarían otros 4 años más, con experiencias y resultados aún más sobrecogedores. Mañana les contaré una anécdota de ese verano del 2002. Y en otra entrada los efectos en mi entorno más directo: la alineación personal, los enfados sin sentido con tu familia, el aislamiento...

12 enero 2007

El trabajo sucio intangible

En el capítulo anterior (música de teleserie) les contaba alguno de los trabajos físicos y sucios que tenía que desempeñar. Algunos de ellos vinculados a la profesión, otros vinculados al despotismo lego de mi jefe. Tengo algunos más que contar y más terribles y humillantes, pero lo dejaré para cuando toque. Esta vez hablaré sobre el trabajo sucio intangible, el que haces y sirve como base de funcionamiento de una empresa, pero que no se ve, no se valora y se desprecia por parte de los rangos "superiores" de las organizaciones (los que anteponen las imágenes a los hechos).
Durante la primera parte de mis 8 años en aquella empresa, mis obligaciones consistían en reparar equipos de clientes con los que directamente no trataba, sino que lo hacían otros. Si todo iba bien, las palmaditas y los elogios eran para éstos últimos, que se apropiaban del trabajo. Si las cosas iban mal, te señalaban directamente a ti como culpable, y para satisfacción del cliente debías ser escarmentado como descargo por tu "ineptitud". Más de una vez, y delante de clientes, esos "compañeros" o el propio gerente te llamaban idiota o afirmaban que no sabías hacer las cosas. Aguantabas, mientras los otros reían con los clientes, los chistes estúpidos de tu jefe.
Otra forma de trabajo encubierto era el montaje de equipos en masa. Los ensamblabas hasta altas horas de la mañana por la avaricia de tu jefe (Las incomprensibles palizas de última hora) y era otra tarea importante que desarrollabas en el anonimato, tanto en pedidos grandes como en simples equipos para clientes individuales. Nuevamente trabajo olvidado y desprestigiado.
Otro ejemplo de este trabajo sucio era cuando mi jefe hacía que me disculpara con clientes por errores cometidos por él o la empresa, pero claro, su imagen quedaba muy mal si los reconocía, así que ya que no se podía tapar la mala gestión, lo adecuado era poner como culpable a otro (el que les escribe). Esa es otra forma de funcionamiento de las empresas, puesto que los clientes están más dispuestos a seguir fieles cuando el error es cometido por un inferior, a cuando reincide un superior. Si usted que lee esto, se ha encontrado en alguna situación similar, piense mal, porque puede que al que le esté echando la bronca, no sea sino un peón que ni siquiera sepa que es lo que ocurre. Al respecto, recuerdo en uno de mis últimos meses como empleado, que la empresa había metido la pata con una cliente, y se me pasó a mí. No tenía ni idea de lo que ocurría, pero se me había dicho que me disculpara y que llegara a un acuerdo con la cliente. Situación embarazosa en la cual la interesada se despachó a gusto conmigo, mientras mi jefe estaba escondido. Evidentemente no volvió a ocurrir, porque desde ese día decidí devolver las llamadas al gerente. No me pagaban por tales labores y después de 8 años aguantando, ningún sueldo compensaba semejantes riesgos. En próximos post les comentaré como cada día de mi trabajo en aquella empresa era un constante sufrir, porque recibía broncas e insultos de clientes a los cuales muchas no conocía ni había hablado con ellos en mi vida, pero que me acusaban directamente de sus problemas a parte de afirmar que yo (mi jefe) les había engañado.
El hacer presupuestos y atender clientes es otra forma de trabajo sucio. No, si éstos son ricos y elegantes, pero sí si se trata de gente de la calle. Si yo me pasaba de tiempo convenciendo a un cliente normal para que comprara un ordenador nuevo y finalmente lo hacía, eso era una pérdida de tiempo. Si por el contrario mi jefe se pegaba toda la tarde de tertulia con un cliente acaudalado, que finalmente lo mandaba a freír espárragos, eso era tiempo invertido. Lamentablemente la escala de valores de mi gerente era: rico o aparentemente rico == gran persona y gran cliente; gente normal == populacho, me sirven para ganar dinero, pero tratar con ellos, lo justo. La realidad era que muchos de esos interesados de bajo nivel no regateaban precios, pagaban fielmente y daban pocos problemas y aquellos de los que le gustaba rodearse a mi jefe, regateaban hasta la última peseta, haciendo que perdiéramos dinero, pagaban tarde y mal y solían ser muy conflictivos.
El hacer facturas, papeleos y consultas es otra forma de trabajo sucio. No generaba ganancias directamente, pero permitía que no hubiera un descontrol y caos en la empresa y se pudiera seguir el rastro de los trabajos realizados. Cuando tuvimos que dedicar cada vez más tiempo a labores burocráticas, el gerente se sintió muy molesto, a pesar de que las órdenes eran suyas.
Atención telefónica o personal a los clientes. Otro trabajo sucio, que no se cobraba. Era un servicio que la empresa prestaba. Se tenía contentos a los interesados, pero luego, por la espalda, el jefe renegaba de ellos, a parte de soltarnos las típicas indirectas de que perdíamos el tiempo y no producíamos nada. Esta era otra de las contradicciones de mi empresa: si no quieres dar atención a los clientes (demostrado con palabras denostadoras y frases zahirientes), ¿porqué "coño" te quejas luego?.
No recuerdo nada más ahora, aunque sé que mucho más hubo. La conclusión es que al margen de si el trabajo era más o menos justificado o necesario, todo el trabajo sucio que se hacía era parte del funcionamiento de la empresa; y aunque directamente no se percibiera ingresos por él, indirectamente era fundamental para que otras acciones sí generaran beneficios. Como he repetido estos días: no era valorado, era difamado y era humillado, por los mismos que lo imponían, lo exigían y luego lo repudiaban, es decir, el gerente y acólitos.

11 enero 2007

El trabajo sucio físico

En la entrada de ayer El trabajo sucio (el acercamiento) , comentaba lo que significaba el trabajo sucio para mí y la importancia que tiene para la organización. Las personas que lo realizamos podemos ser más o menos prescindibles, pero en cualquier caso importantes, aunque poco visibles, debido que este quehacer te cubre de mierda, razón por la cual los gerentes te tratan de esa forma. En este caso, del físico, donde la escoria te llega hasta las cejas.
Desde que comencé mis prácticas, ya me dediqué a hacer este tipo de tareas. Primero limpiando la suciedad y la mierda, hablando literalmente. Era un trabajo que no nos correspondía hacer, pero cuan importante era para la empresa ahorrarse a trabajadores en activo haciendo esas tareas (que por otro lado no la hubieran hecho). Cuanto dinero ahorrado.
Otra de las situaciones que se presentaba muy a menudo era tener que limpiar los equipos de los clientes, que suelen estar llenos de mierda e inmundicia (principalmente empresas), y a veces de fauna. En ciertas empresas llegabamos a quitar kilos de polvo de dentro de los PCs. No consigo recordar la cantidad de veces que estuve limpiando equipos a fondo, para que quedaran impecables por dentro y por fuera. Era una tarea que se cobraba raramente y les aseguro que se acababa completamente pringado, con las uñas totalmente negras después de varios lavados y apestando. Trabajo sucio como su nombre indica. Si el cliente era observador y sensible felicitaba a mi jefe, porque los pringadillos siempre están en el anonimato. Era un quehacer que no se veía pero que era importante, como limpiar los ventiladores de los equipos para que no se atoraran. Es un ejemplo similar a lo que les pasa a los mecánicos en los talleres y a otras muchas y variadas profesiones. El cliente no es consciente de que el profesional que le ha realizado bien el trabajo no es el que sale en la foto, pero si por el contrario ha fallado, toda la galería se esconde y se le busca para que reciba la bronca del interesado.
Muchas veces tenía que llevar equipos a empresas o clientes, y arrastrarme bajo mesas llenas de tierra, llena de arañas y más cosas innombrables, o tirar cableado arrastrándome por el polvo y la suciedad. No en pocas ocasiones se nos hacía limpiar los almacenes, ordenar todas las cosas, cambiarlas de sitio, etc... Digo se nos hacía, porque no era una petición, era una orden. ¡Sólo apto para currantes de bajo nivel! Los demás decían: "me duele la espalda" , "estoy malo", "no puedo cargar"... Todo un ejemplo de solidaridad. Una de las últimas veces que me tocó hacer esto estuve tosiendo una semana. Como puede comprobar, ni las más mínimas normas de seguridad e higiene eran tenidas en cuenta por la empresa. Eso sí, después cuando por fin acabó con mi departamento, empezaron a tenerse en cuenta todas las normas habidas y por haber. Un claro ejemplo de que las cosas no se hacen porque no se pueda sino porque no se quiere.
Otro caso es el tener que llevar o traer cosas de la casa del jefe, tal y como nos ha comentado en alguna ocasión uno de los lectores. Tampoco me libre de eso, pero él te decía: "¿me puedes hacer un favor?", que se puede traducir por "que lo hagas". Al final como siempre, se quejaba de que no producíamos. Claro, si estoy atendiendo tus asuntos personales, no puedo generar ingresos para la empresa... ¿qué contar que muchos de ustedes no sepan o hayan vivido ;) ?
De momento eso es todo. Mañana hablaré del otro trabajo sucio, el que haces en el anonimato, sirve para que la empresa avance, pero que no tiene valoración o la que tiene es negativa por parte de tus superiores.