En esta nueva ocasión, y siguiendo el hilo de la narración anterior, mencionaré otra de las deudas demostrables que me quedó pendiente en esa empresa en la que trabajé. Hace unas semanas en el post titulado Los traidores al jefe, comenté como, a parte de los pringadillos oficiales, existía otro miembro que también estaba en una situación algo mejor que la nuestra pero lejos de la idónea. Este compañero se dedicaba a montar las redes físicas para clientes, a parte de instalaciones eléctricas y telefónicas. También llevaba temas de configuración. Cuando él dejó estas actividades, a principios del año 2000, no había nadie para hacerlas, puesto que el otro compañero que llevaba esos temas, ya estaba liado con otras cosas. Dejar de hacer esos trabajos no sólo suponía mucho dinero, sino perdida de fidelización de clientes y ventas extras. Si un cliente quiere comprar unos equipos y además hacerlos funcionar en red, no va a estar yendo a dos empresas para realizar el trabajo. Prefiere que una se encargue de todo. Eso significa para el negocio: vender ordenadores nuevos, cablear, configurar, vender accesorios, etc... Mucho dinero en horas de trabajo y equipamiento.
Para poder continuar, el jefe y el compañero de la mañana llegaron a un acuerdo y me lo propusieron. Consistía en montar las redes fuera de horas de trabajo, porque no había tiempo para hacerlo en otro momento y repartir entre los tres el tiempo de mano de obra facturado. No eran muchos los trabajos que había que hacer, pero por lo menos yo veía que tiempo el tiempo extra realizado iba a ser bien remunerado. Además con este compañero, el estrés era la nota dominante. No te dejaba ni respirar. De esta forma, se hacían los trabajos bastante rápido. Era una quemada tremenda, pero se supone que bien recompensada. No sé cuantos hicimos al final, pero calculo que unos 7 u 8. Los 4 primeros trabajos fueron abonados conforme a lo estipulado, pero, pero, pero los siguientes no (por lo menos a mí). Pasaba el tiempo y no se satisfacía el importe. El jefe decía que tenía problemas para cobrar esas obras. Tengo mis dudas al respecto. El caso es que pasaron los años y en la misma reunión que le exigí los finiquitos, le reclamé el pago de las faenas, por lo menos en mercancía. Me dio la razón, pero con una cara como de decir: "ahora me vienes con estas". Me llevé mercancía, pero como comenté ayer, ni por el importe adeudado ni de una forma digna. La factura que hice, me convirtió en el principal moroso de la empresa, lo cual nunca entendí. Casi al cierre del negocio se arregló ese tema, pero... con ciertas mentiras. Al final no sólo perdí el dinero que todavía me restaba, sino teniendo en cuenta que la inflación había subido un 20 ó 25% en esos años, habría que sumar la devaluación del valor del dinero para ese intervalo. Tenía que haber seguido el consejo de mi compañero, que me dio a entender años antes; que si no cobraba que me debían de alguna manera no lo vería nunca.
Para poder continuar, el jefe y el compañero de la mañana llegaron a un acuerdo y me lo propusieron. Consistía en montar las redes fuera de horas de trabajo, porque no había tiempo para hacerlo en otro momento y repartir entre los tres el tiempo de mano de obra facturado. No eran muchos los trabajos que había que hacer, pero por lo menos yo veía que tiempo el tiempo extra realizado iba a ser bien remunerado. Además con este compañero, el estrés era la nota dominante. No te dejaba ni respirar. De esta forma, se hacían los trabajos bastante rápido. Era una quemada tremenda, pero se supone que bien recompensada. No sé cuantos hicimos al final, pero calculo que unos 7 u 8. Los 4 primeros trabajos fueron abonados conforme a lo estipulado, pero, pero, pero los siguientes no (por lo menos a mí). Pasaba el tiempo y no se satisfacía el importe. El jefe decía que tenía problemas para cobrar esas obras. Tengo mis dudas al respecto. El caso es que pasaron los años y en la misma reunión que le exigí los finiquitos, le reclamé el pago de las faenas, por lo menos en mercancía. Me dio la razón, pero con una cara como de decir: "ahora me vienes con estas". Me llevé mercancía, pero como comenté ayer, ni por el importe adeudado ni de una forma digna. La factura que hice, me convirtió en el principal moroso de la empresa, lo cual nunca entendí. Casi al cierre del negocio se arregló ese tema, pero... con ciertas mentiras. Al final no sólo perdí el dinero que todavía me restaba, sino teniendo en cuenta que la inflación había subido un 20 ó 25% en esos años, habría que sumar la devaluación del valor del dinero para ese intervalo. Tenía que haber seguido el consejo de mi compañero, que me dio a entender años antes; que si no cobraba que me debían de alguna manera no lo vería nunca.
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