26 diciembre 2006

Regreso al turno de mañana

Como pringadillo del turno de tarde tuve la oportunidad de vivir muchas experiencias místico-sadomasoquistas en aquellas tardes y mañanas de sábado que discurrieron a lo largo de casi tres años. Hacia principios del 2002 (fecha que recuerdo vagamente y que podría ser antes o después) mi jefe me llamó de nuevo para cambiarme el turno. No puedo negar que me alegré un montón porque no soportaba el ritmo que estaba llevando hasta ese momento. El pensar que tendría un horario fijo de lunes a viernes, y que saldría como todo el mundo, a las 3 de la tarde, me llenaba de júbilo. Como todo en mi empresa, eso era otro espejismo. Era un regalo con sorpresa, y muy desagradable. Este cambio vino motivado, a mi entender, por la pujanza de alguna compañera nueva, que estaba ganando terreno, la consolidación del compañero comercial cuyas ideas tenían cada vez más peso en las decisiones del jefe hasta el punto de que él llevaba los pantalones en la empresa, y la innegable esencia maligna del gerente que empezaba a aflorar en forma de ambición y codicia ilimitada. Si no me equivoco, por esa época, mi jefe ya estaba moviendo los hilos de sus nuevas aspiraciones, que no sólo consistían en orientarse hacia el software, sino también, meterse en los politiqueos y subvenciones; campo, que le reportaría pingües beneficios con menor esfuerzo y que nos supondría la autofagocitación del negocio. El claro ejemplo de este proceso nace cuando se me propone el cambio de turno. Sólo cuando un espacio en la empresa no ha podido ser cubierto por nadie, he sido yo el encargado de ocuparlo. Esto significa que no se me escogía por mis cualidades o características, sino porque no existía nadie más para poner. Siempre el último o el penúltimo en la cola a pesar de demostrar día a día y con esfuerzo, trabajo y tesón mis aptitudes para el puesto. Aún así tenía un compañero que las pasó realmente canutas y a medida que pasaba el tiempo también fue a peor.
La teoría del desplazamiento que hipotéticamente sucedió en mi empresa es, a mi entender, la siguiente: compañera que vino en prácticas y de ascensión pujante obliga a desplazar al compañero que estaba llevando el peso técnico por las mañanas. Este compañero para ser reciclado, es empujado hacia el puesto de logística, del cual no tiene n.p.i. y no le gusta, lo que va a producir muchos problemas de adaptación y funcionamiento a corto, medio y largo plazo (lamentablemente conozco otra razón dada por la misma gerencia, pero que en este momento no puedo exponer). La compañera de logística es literalmente empujada de su puesto ( el cual le gusta y domina) hacia una nueva ocupación que la empresa crea para llenar el vacío que está produciendo con su actuación. Esta nueva tarea consiste en aprender y comercializar programas creados por la empresa y colaboradores, pero que sin una sólida base por parte de la organización, no llegan a cuajar en promoción y ventas. El puesto que ocupa la nueva compañera queda cojo, porque se necesita alguien que trabaje en la calle y se desplace a los clientes. De esta manera, el currante de la tarde que puede hacerlo soy yo. Al final de esta macabra operación se había conseguido desubicar a 2 personas que dominaban sus puestos dejando en precario estado parte de los cimientos de la empresa. Dos personas más habíamos sido reubicadas, pero no significaría un problema porque la capacidad de adaptación y trabajo supliría a medio plazo este desatino. Las consecuencias posteriores se traducirían a largo plazo en la eliminación de mi departamento; posiblemente después, en el cierre de la empresa, y en mi caso particular,en un par de años aún más horribles que los que había tenido, a los cuales siguieron otros dos aún peores.

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