Cuando, el jefe se enteró, al día siguiente, de que era imposible conseguir el código fuente, se disgustó profundamente. Sus planes se habían torcido, y eso no era bueno. Empecé a bajar puntos en la empresa y él tendría que buscar una nueva fómula. La cuenta atrás había comenzado. De alguna forma, ignoro como, se puso en contacto con un fabricante de software de otra comunidad autónoma, que estaban desarrollando una aplicación que reunía en parte las características de lo que ya teníamos, incorporando conjuntamente una aplicación de contabilidad, lo cual redundaba en una mejora significativa de la administración. El gerente, que siempre había tenido en mente desarrollar y comercializar programas adaptados a las PYMEs, no perdió la oportunidad de apuntarse al carro, asociándose a estos programadores para trabajar conjuntamente. Para ello fueron envíados lejos los dos programadores, para estudiar las nuevas aplicaciones, crear el puente con la otra organización y tutelar la exportación de los datos que ya teníamos al nuevo software. Creo que estuvieron unas cuantas semanas allende el mar. Era verano. A su regreso, transcurrió un periodo de formación, básicamente para los compañeros que más iban a utilizar el programa. También se nos dijo algo a nosotros, al club de los pringadillos atardecidos y vespertinos los sábados. Pero de momento, nuestras obligaciones eran muchas y de poco tiempo disponíamos para la "formación". Sé que hubo muchos problemas con los nuevos socios, sobre todo porque había muchas dificultades para traspasar los datos entre las aplicaciones. De esta manera, se acercaba 2002 sin tener el problema resuelto y sin estar la empresa preparada para el euro. Y en este punto vuelve a aparecer un servidor (para los informáticos, el que escribe, no una máquina ;) ). Visto el relativo éxito que tuve gestionando nuestras primeras aventuras en el mundo de los TPV, el jefe consideró que era la persona adecuada para hacer de puente con los clientes y darles formación en el marco de la comercialización del software. Así, empecé a dedicar algo más de tiempo a conocer el programa. En palabras claras (y según mi opinión), el jefe pensó: "necesito un bobo, que trabaje, no cobre y pierda su tiempo(no el de la empresa) enseñando el programa a los clientes y dando de alta su mercancía". Taimado y ladino, empezó a rondarme y a hacerme salir por las tardes a llevar equipos nuevos a potenciales clientes, cuando eso se podría haber hecho perfectamente por las mañanas. De esta forma conseguía ir implicándome y poniéndome en contacto con los interesados. Una de las características que mejor me definieron en la empresa, fue la facilidad de trato con los clientes, que por mi personalidad bastante comunicativa y atenta, hacía que me los ganara de forma sincera y consiguiera además alto grado de fidelidad. Este atributo natural de mi persona fue corrompiéndose a lo largo del tiempo por las circunstancias que me toco vivir en ese infierno.
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