17 marzo 2007

Los trabajos forzados VI: La proposición deshonesta

Sigo narrando las inquietantes desventuras que tuvimos que soportar en aquel estío de 2004, pero debo echar una mirada atrás para que dispongan de más información. Corría el año 2001 cuando mi empresa, definida dentro del concepto de PYME, adquirió unos locales más o menos modernos en una calle adyacente al garaje en el que trabajábamos. Hubo una mejora notable en algunos aspectos del trabajo, aunque en otros continuamos igual o peor. Durante el acondicionamiento de los locales, mi jefe encargó a un amigo (al que luego traicionaría como hacía con todo el mundo) la instalación del parquet y el pintado interior de las salas. Las paredes estaban a medio pintar cuando surgieron las diferencias entre ambos y se cortó la relación. Según mi jefe, él terminó de pintar lo que faltaba. Puede que fuera así, puesto que daban pena. Hasta un mico con un rotulador hubiera realizado un acabado más digno. No se habían dado las suficientes capas y se notaba cada brochazo, a parte de que el color era un verde hospital bastante deprimente. Las columnas habían sido destacadas con un verde más oscuro y más tétrico. Por supuesto mi jefe siempre acusaba a su amigo y el ayudante de lo mal que había quedado todo. En fin, no haré comentarios al respecto. En plena efervescencia de prepotencia y podredumbre arrogante de mi jefe, y con la inclusión de 2 diseñadores gráficos en la plantilla del negocio, decidió que había que dar un toque más distinguido al comercio. Uno de los diseñadores recomendó un tono arena para las paredes y un azul semioscuro mate para las columnas (ambos colores estaban presentes casualmente en la antigua plantilla de este blog, que ya ha sido cambiada ) Aquí es cuando entramos de nuevo en juego los pringadillos. Volvemos a donde lo había dejado ayer: "Tengo una proposición deshonesta que hacerles..." Cuando mi jefe bajó ese día las escaleras para hablar con nosotros, no tenía en mente nada bueno. Pendenciero por naturaleza, altamente rencoroso, demasiado vengativo y manifiestamente cobarde, estaba ideando una nueva fórmula de humillarnos, pero esta vez también le movía un propósito económico, y que no era otro que ahorrarse mucho dinero en profesionales de pintura. ¿Para qué contratar a un pintor, cuando tengo un par de pringadillos sometidos, a los cuales puedo explotar? Se acercó a nosotros cual serpiente sibilina, reptando y siseando. Su cara era la representación del halago interesado, de la falsedad, de la verborrea embaucadora. Sus palabras eran ponzoña que impregnaban el ambiente, volviéndolo venenoso e hiriente. Escondían tras de sí la certeza de recriminación, el rencor y la venganza. Dejaban entrever crueldad y castigo si no se aceptaban sin condiciones. No había nada bueno en él ese día. Ladino y zascandil* nos ofrecía humillación a cambio de perdón. Pero perdón, ¿por qué? Tal vez por no hacerle la pelota como algunos de los miembros de la empresa. ¿Tal vez por haberle retrasado durante tanto tiempo sus intentos de destrucción del taller...? Nunca se sabrá. De esta manera, sonriente y pérfido nos conminó a cesar las tareas que estábamos realizando: colocar y ordenar un montón de trastos en las estanterías recién montadas. Nos dijo:" Tengo una proposición deshonesta que haceros..." Seguía riendo como si fuera un juego. Él sabía como chantajear."Voy** a pintar la empresa y como ustedes están realizando las mudanzas y desmontajes, lo mejor es que se encarguen de ello, que alguien de fuera. Esto es lo que les tenía que decir. Piénsenlo y me dicen que decisión toman." (aunque no sean las palabras exactas, la idea de la conversación era esa). Se fue. Evidentemente eso era otro abuso más. Lo teníamos claro los dos, pero había un problema. Mi compañero estaba muy nervioso, le entró una paranoia y se veía en la calle si no aceptaba las condiciones tan denigrantes que exhortaba mi jefe. Una hipoteca, y una anterior relación laboral de un pariente en la misma empresa con resultado desastroso, le tenía en ascuas. Yo era su compañero. Habíamos pasado muchas malas situaciones juntos a lo largo de 6 años. Simplemente no podía dejarle en la estacada. Después de hablarlo un rato y discutirlo con una espada de Damocles situada sobre nuestras cabezas, "decidimos" (si es que a ser extorsionado se le puede llamar decidir...) aceptar la propuesta deshonesta del gerente. Fue la peor decisión que tomé en mi vida. Tendría unas consecuencias aterradoras. Es algo que nunca nunca nunca debimos permitir. Cuando se lo dijimos al jefe, éste no pudo ocultar su satisfacción. Mi compañero había sido pintor, y yo los veranos en casa también le daba a la brocha gorda, aunque comparado con él era un neófito. Los bricoinformáticos, ahora éramos pintores. Fue un verano muy largo pintado, y sucedieron muchas cosas. Como la explotación y el abuso ya estaban llegando a límites intolerables, nos dedicamos a ralentizar el proceso. Si mi jefe nos quería amargar y además ahorrarse dinero, se iba a quedar con un pasmo de narices. Trabajaríamos a ritmo lento. Le daríamos dos o tres manos a las paredes y desmontaríamos todos los cableados con parsimonia. Terminando julio, todavía quedaba mucho por hacer, pero mi compañero se iría de vacaciones y yo me quedaría sólo. Sólo ante el peligro. Sólo ante el déspota. El tirano todavía me reservaba más sorpresas. Disfrutaba con ello. El desprecio más absoluto estaba por llegar en ese agosto de 2004.


** Nótese el uso fraudulento de la primera persona del singular.

* Según el diccionario de la Real Academia Española.

zascandil.
1. m. coloq. Hombre despreciable, ligero y enredador.
2. m. desus. Hombre astuto, engañador, por lo común estafador.
3. m. desus. Golpe repentino o acción pronta e impensada que sobreviene, comparable a un candilazo.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

★Erkemao Best wishes for you? … :)!

Erkemao dijo...

Thank you very much :)
Who are you?

Anónimo dijo...

Jajaja... que bueno! resulta que los micos con rotulador que terminaron de pintar el local fueron su hija y yerno (según pude saber) y que también fueron los artífices de alguna que otra chapucilla ocasinal que dejaba mucho que desear...

Ya me habías contado lo de "la huida" pero es que me he reido un rato leyéndolo... me imagino que en su momento no te haría ni puta gracia, pero visto en la distancia parece un capítulo de Benny Hill.... :D

Erkemao dijo...

jajaja, no sabía yo eso :P Entonces el tipo era más mentiroso de lo que pensaba. A mí me dijo que él había tenido que terminarlo todo la primera vez. Tremendo farsante. Un mentiroso compulsivo.
Ahora que lo dices, queda muy cómica ·la huída". Estaría bien para un sketch de la tele, y de fondo la señora gritando: "tengo una cámara", "te estoy grabando" XDDD
Saludos.