07 marzo 2007

La revancha de los pringadillos

Como comenté en la entrada de ayer, este día voy a hablar sobre uno de los últimos episodios que daría lugar al cierre definitivo e inapelable de mi departamento. Ya no habría más oportunidades. Esta fue la prueba clave y rotunda. La pasamos con tan alta nota que acabamos con la poca paciencia que le quedaba a mi jefe. El departamento se dedicaba a la venta y reparación de equipos informáticos, así como a la instalación y configuración de pequeñas redes en empresas y particulares. Poco tiempo antes también nos dedicábamos a la venta de consumibles y componentes de ordenador, pero con el tiempo y las argucias de mi jefe, fuimos dejando de prestar servicios a los clientes. Llegamos a tener muchos mantenimientos en empresas y clientes, pero por lo comentado en la frase anterior, dejamos de ofrecerlos.
Pasado el año 2004, en plena euforia en todas las áreas de mi empresa excepto en el rincón de los pringadillos, elegimos un nuevo coordinador. El tercero en menos de un año: la primera había pasado a hacer labores más sublimes y nuestro segundo coordinador fue reventado por las malas artes de mi empresa y por la insolidaridad de "colegas" de trabajo. Con el nuevo llegaría el tiempo de la revancha. Conscientes de que sobrábamos en aquella empresa, decidimos ponerle las cosas muy difíciles al gerente. Si quería echarnos, tendría que ser por "cojones" puesto que nunca le daríamos argumentos. Superábamos cada obstáculo y cada prueba, de una manera tan aplastante que ya no sabía que hacer para cerrar el taller. El negocio acaba de obtener las certificaciones ISO y EMAS y aspiraba a pujar por la certificación de Excelencia europea (EFQM), para acceder a más cobros fáciles. Mi jefe estaba a punto de conseguir mucho mucho mucho dinero de las subvenciones y estaba tan "crecido" y tan arrogante que tan sólo la idea de que le asociaran a los "cacharros" y a los talleres de reparación, le remordía el orgullo. De esta forma planeó durante mucho tiempo la forma de quitarnos de en medio sin pagar indemnizaciones y sin que le pudieran reprochar decisiones controvertidas.
Mi departamento funcionaba de una forma semi-independiente. Podíamos autogestionarnos, pero cuando el jefe metía la zarpa se acaba toda esa falsa independencia y empresa de carácter matricial, en la que cada uno estaba al mismo nivel que los demás. A efectos reales, los pringadillos estábamos por debajo de todo el mundo, incluidas las cucarachas que pululaban por el local. Fruto de esa gestión, teníamos el "control" de las colas de trabajo, es decir, hasta que gerente y acólitos nos las fastidiaban con "sus" prioridades. Mi jefe para dar a entender que nos daba su confianza en el desarrollo de nuestras funciones llevó a arreglar el ordenador de un familiar muy cercano. A efectos prácticos era para fomentar la "burrocracia" imperante en la empresa y como segunda intención tenía, a mi juicio, dar un golpe mortal al departamento. Estaba haciéndose pasar por un cliente corriente para poder boicotear "desde fuera" nuestro trabajo y poder argumentar negligencia en nuestra labor profesional y trato al cliente.
La reparación consistía en instalar un sistema operativo totalmente nuevo, salvar la información y configurar y dar de alta todos los dispositivos. Como siempre, tuvimos un especial cuidado en que todo saliera perfectamente bien, puesto que conocíamos las paranoias del gerente. Se entregó el equipo siguiendo las órdenes dadas, escritas y firmadas en el parte de trabajo, por parte del cliente, en este caso, mi jefe. Hasta aquí todo bien. Al acabar y entregar el ordenador, vino enfadado porque según su opinión "profesional" todo estaba mal hecho. Aseveraba, de lo que puedo recordar, que faltaba por configurar una cámara web, otro dispositivo que no recuerdo y que además no le habíamos configurado de nuevo la libreta de direcciones de correo electrónico, importando las antiguas. Basándose en esta mala actuación por parte del taller, decidió crear una "Acción de Mejora" para solucionar el trabajo "poco profesional" de mi departamento. No recuerdo que exponía, pero estaba relacionada con el haber dejado de instalarle software y no configurarle dispositivos. (¡Compañeros, echadme una mano, si podéis recordarme algo más!) Otra humillación para los pringadillos, pero estaba vez sí que íbamos a reaccionar ante los abusos del gerente. No íbamos a dejar que nos pisara otra vez y menos aún cuando su intención era cerrar el taller.
La respuesta se hizo esperar poco. El coordinador le envió una carta en respuesta a su acción de mejora. En la notificación echaba por tierra todas las declaraciones de la acción por las siguientes razones (de las que puedo recordar): el cliente no tenía el software del sistema operativo o era pirata, el cliente no especificó que tuviera los dispositivos que dice que le faltaban por configurar o no los trajo para ser instalados, el cliente no trajo los drivers de los dispositivos que dice que no le funcionaban, el cliente no especificó que volvieran a ser operativos ciertos datos salvados (datos de la libreta de direcciones de correo electrónico), etc... Cuando mi jefe leyó aquella carta... JAJAJA Una por una, mi compañero, se había cargado sus quejas, de forma correcta y argumentada, dejándolo como un ¡verdadero estúpido! Esa fue la gota que colmó el vaso. Poco después cerraría el departamento.

4 comentarios:

Aimy dijo...

jeje ...muy bueno tu blog t invito a pasearte por el mio...un saludo
aimara

Claudio dijo...

Saludos a todos,

Bueno, yo fui el segundo coordinador, y claro, yo ya no estaba cuando ocurrió lo que cuenta erkemao hoy. La verdad no me deja de sorprender este blog. Viví muchas cosas en los dos años que trabajé en esta empresa, pero ya veo que pasaron muchas otras cosas antes y después de yo estar por alli. Me imagino la cara que pondría el susodicho cuando el coordinador del servicio técnico en ese momento le llevó la carta.

Anónimo dijo...

El simple hecho de haber rebatido su teoría de porqué el trabajo estaba mal hecho, le causó tal rabieta pueril y sin sentido que estuvo varios días maquinando como dar el batacazo final al taller. Como bien sabes, los acólitos del jefe tampoco veían con buenos ojos cierta parte de la empresa llena de vagos apreta-tornillos, así que había que chapar el kiosko...

Erkemao dijo...

gracias aimy, esta tarde le echo un vistazo al tuyo ;)

narf, parece que no le gustó demasiado que le ganaran en su propio terreno, y lo más gracioso de todo es que con los argumentos expuestos en la carta, no había posibilidad de responder. Como dice nasghoul, se cogió un berrinche de colegio.

Nasghoul, cierto, y además que los acólitos habían ganado poder, en parte, gracias a su opresión sobre el departamento de hardware. EL cierre sería como el colofón, que les daría aún más preminencia en la empresa.