23 abril 2007

¿Puñalada o inseguridad?

A veces uno tiene la sensación de tener compañeros que te van a defender dentro de la empresa, o que por lo menos no te van a meter en líos, y que el tiempo demuestra que son todo lo contrario. Al menos en momentos puntuales no acabas de entender su reacción, porque no te la esperas y, desde luego, no le encuentras ningún sentido. Eso me ocurrió con una compañera de trabajo. Cierta mañana hizo algo a lo que le he dado vueltas miles de veces y no acabo de comprender. ¿Estaba nerviosa? ¿Tenía miedo de algo?¿Era así su forma de ser? Todo un misterio por resolver. Lo cierto es que ese día me irritó de sobremanera, y su comportamiento me pareció una puñalada trapera, un peloteo al jefe o un modo de ser el centro de atención.
A medida que pasaban los meses yo me sentía peor. Mal físicamente: dolores de estómago, dolores de cabeza, ganas de vomitar, insomnio constante, problemas digestivos, acidez de estómago... y mal psiquícamente: terror a salir, ansiedad, nervios, falta de atención, alterado, agresivo, etc... Cada día iba, literalmente, arrastrándome a trabajar. Ni siquiera mis pasos eran decididos, sino que los pies me pesaban. El pensar que tenía que escuchar a mi jefe me volvía loco. No soportaba ni siquiera verle. Eso se tradujo en pesadillas constantes cada noche, cada cual más absurda y más violenta. En su momento lo contaré. Con todos estos ingredientes y a presión, sólo era cuestión de tiempo que me pusiera enfermo. Y así fue. Cada vez con más frecuencia, perdía algún día al mes por encontrarme mal. En los años anteriores siempre había ido a trabajar. No importaba lo enfermo que estuviera. Ya no. Directamente me quedaba en casa. La empresa no merecía que hiciera sacrificios por ella.
Cierto día me encontraba fatal. Llamé a la empresa a primera hora, para comentarles que iba a faltar. Fui al médico para contarle lo que me estaba pasando y para que me recetara algo. Pedí el oportuno justificante. Al día siguiente me encontraba algo mejor y volví a las tareas laborales. Entré por la puerta y saludé rápido, como solía hacer siempre, para que mi jefe no me lanzara puntas por hablar o simplemente para que no se añadiera a la conversación. Ya tenía bastante con estar en la misma oficina que él. Con el justificante en la mano me acerqué a la administrativa, que era la que llevaba todos los papeles. Le entregué una copia del justificante dado por el médico y cuando iba dando mi segundo paso hacia mi mesa...
Oigo detrás de mí a la administrativa con voz anormalmente elevada y gesto nervioso gritando:"¡¡¡ Barney (un nombre ficticio para aludir a mi jefe), Barney!!! Erkemao me acaba de dar un JUSTIFICANTE del médico, ¡¡¡ Dónde lo pongo!!!". Me quedé seco. ¡Lo que me faltaba! ¡Atraer la atención! La tía estaba pegando alaridos. "¿Qué coño le pasa a esta tía?" pensé. "Joder, eres la administrativa, llevas 15 años clasificando partes de enfermedad, ¿a qué vienen estos gritos?". "¿Lo pongo en esta carpeta?" seguía preguntándole a grito pelado al jefe. Al final consiguió lo que quería: hacer venir al gerente desde su despacho. Le entregó mi justificante y se quedó tan fresca. Mi jefe, desconfiado, revisó el papel. Yo empecé a irritarme más de lo que estaba. Después de tantos años trabajando como un burro en esa empresa, me pongo malo un día y además desconfían de mí... Por supuesto, mi jefe, que siempre tenía que tener la última palabra en todo, cerró el asunto con una coletilla que usaba a veces: "Somos "mayorcitos" para ser responsables y decir la verdad"... ¿Qué estaba insinuando este fulano? ¿Qué no me había puesto enfermo y que estaba dando un justificante falso? ... Ya me habían enfermado de nuevo con toda esta tontería, control e idiotez. "¡EXACTAMENTE!" le respondí a mi jefe. Si no entendió la "directa" es porque no quiso. En cuanto a la "supuesta" compañera... ¿qué ganaba ella con todo este jaleo? ¿por qué simplemente no le preguntó al gerente donde se clasificaban los justificantes del médico, si no sabía donde iban? Si llevaba tantos años en la empresa, más que nadie ¿por qué repentinamente ese día, no sabía donde meter un simple papel? ¿Por qué trataba de atraer la atención del jefe? ¿Había hecho algo mal y trataba de reconciliarse denunciando a posibles "estafadores" a la empresa? No me llevé mal con ella tiempo después, sobre todo cuando supo que yo estaba afiliado a un sindicato y con todos los problemas que había, no sabía donde acudir. Entretanto debió darse cuenta de la metedura de pata o de la "mala fe" con la que había actuado, porque empezó a decirme las cosas en voz baja y a tratar de resolverlas antes de llegar a niveles superiores.

5 comentarios:

CIDADELA dijo...

Bacana o teu blog, somos do Brasil, nosso blog é: www.maisagitos.blogspot.com se vocês quiserem conhecer melhor ele é só acessarem, valeu.

CIDADELA dijo...

Bacana o teu blog, somos do Brasil, nosso blog é: www.maisagitos.blogspot.com se vocês quiserem conhecer melhor ele é só acessarem, valeu.

Anónimo dijo...

Debes estar equivocado. La compañera de la que hablas siempre fue amable con el resto de sus compañeros, respetuosa, nunca traicionó ni apuñaló deliberadamente a nadie que trabajara con ella, era puntual y eficiente en su trabajo y no iba de acusica por la vida...

Jajajaja!!!! te lo has creído? yo tampoco...

Erkemao dijo...

cia da noite, gracias por visitarme y por la invitación a ver el blog.
Obrigado.
Saludos.

Erkemao dijo...

nasghoul, te voy a contar una bonita historia.
Cierto día, una persona de la empresa decidió hacer un experimento. Una comprobación empírica de la difusión de la información en el medio, así como tu tasa de propagación sin cables. Para ello se inventó un chisme (rumor para los neófitos) y lo dejó caer cerca del "elemento" reaccionante. Pocos días después en una reunión dice el jefe, todo exaltado:" porque yo sé que hay rumores corriendo por la empresa de que yo... bla bla bla.

El experimento fue todo un éxito.