Esta es otra buena historia sobre el doble rasero a la hora de juzgar las cosas que tenía mi jefe. Otra buena historia que confirma que nadie, nadie y absolutamente nadie en mi empresa podía salir por la "puerta de delante", sino que cualquiera que abandonara el negocio lo haría con las increpaciones del gerente. Gerente, que por otro lado, hablaría mal de esa persona por toda la eternidad. Así era mi mundo laboral. Un mundo de buenos y abnegados profesionales, dirigidos por un individuo, que tras sacarles el jugo a bajo coste, no veía con buenos ojos que nadie intentase buscar algo mejor en la vida, sin sentirse que se habían aprovechado de él (del jefe). Por supuesto, la realidad era totalmente diferente. Todo el que trabajó en la empresa, aportó su granito de arena. Los que menos lo hicieron, fue con el consentimiento del gerente.
Cuando se cerró mi departamento y todos los pringadillos fuimos asignados a nuevas funciones y tareas, otro compañero y yo, nos encargamos de empezar a estudiar y poner en funcionamiento el motor de base de datos que la empresa había elegido para sus megalómanas ambiciones. Partíamos de cero. La charla que nos habían dado servía para profesionales con un mínimo de conocimientos sobre esa herramienta y nosotros adolecíamos de esa formación. El SQL no nos era desconocido y mi compañero, además, tenía experiencia en manejo de base de datos, pero como todo lo nuevo, había que aprender. Por otro lado, y como ya dije en otro post, seguíamos llevando algunos mantenimientos en empresas. Mi colega se encargaba de los más complejos, con tecnologías AS/400 y Linux. Con todas estas papeletas, estaba claro que mi compañero era una pieza importante en la organización, pero... también era un pringadillo, puesto que la élite en la empresa estaba dignificada por baremos "más significativos" que el conocimiento y el trabajo. Mi colega aportó muchas cosas importantes como el megaproyecto de centro de datos con el cual el gerente presumía a la empresa tales como la mayor parte del por todos lados, su trabajo y trato con los clientes permitió que instituciones importantes conocieran mi empresa y hubiera algunos contactos, mejoras en la forma de trabajar sobre todo en el tema de redes físicas y configuración de redes lógicas, como todos los pringadillos trabajaba más horas y por menos sueldo que las clases selectas de mi negocio, etc... ¿Les parece interesante? ¿Creen que son argumentos suficientes para que una empresa trate bien a un trabajador? Es obvio que sí. Pues ahora les contaré como acabó todo.
Mi empresa iba demasiado deprisa. Quería comerse el mundo. Mi jefe en plena borrachera de codicia y pérdida del norte de las cosas, estaba avocando al negocio al desastre. A finales del 2004 todo parecía idílico, menos para los pringadillos. La empresa contaba con 18 trabajadores, mi jefe había conseguido en parte que no se le asociara con tienduchas de "aprieta tornillos" y todos los locales habían quedado muy bien con la pintura, el mobiliario, mamparas y cortinas nuevas. Algunos se dieron cuenta de que todo eso era una ilusión y que no podía durar demasiado. Uno de ellos, mi compañero. Así que decidió que era mejor trabajar y esforzarse para uno mismo, que darlo todo para un negocio desagradecido y prepotente. Algunos clientes importantes estaban muy descontentos con el trato y el servicio que les ofrecía mi empresa, y por esta razón no dudaron en que era mejor irse al nuevo proyecto de mi colega. Las reacciones de mi jefe no se hicieron esperar. Las primeras cuando supo que se iba el trabajador. "No eran tan bueno". "La empresa siempre le dio mucho"... y cuando se enteró de que "las empresas estratégicas" (aquellas que son importantes, a las que no se atiende y que sirven para que tu jefe presuma de tenerlas como clientes) de motu propio, se iban con él... ¡Amenazas de denuncia!
Otro trabajador que después de darlo todo, era repudiado, ofendido y amenazado. Mi jefe no tenía límites.
Cuando se cerró mi departamento y todos los pringadillos fuimos asignados a nuevas funciones y tareas, otro compañero y yo, nos encargamos de empezar a estudiar y poner en funcionamiento el motor de base de datos que la empresa había elegido para sus megalómanas ambiciones. Partíamos de cero. La charla que nos habían dado servía para profesionales con un mínimo de conocimientos sobre esa herramienta y nosotros adolecíamos de esa formación. El SQL no nos era desconocido y mi compañero, además, tenía experiencia en manejo de base de datos, pero como todo lo nuevo, había que aprender. Por otro lado, y como ya dije en otro post, seguíamos llevando algunos mantenimientos en empresas. Mi colega se encargaba de los más complejos, con tecnologías AS/400 y Linux. Con todas estas papeletas, estaba claro que mi compañero era una pieza importante en la organización, pero... también era un pringadillo, puesto que la élite en la empresa estaba dignificada por baremos "más significativos" que el conocimiento y el trabajo. Mi colega aportó muchas cosas importantes como el megaproyecto de centro de datos con el cual el gerente presumía a la empresa tales como la mayor parte del por todos lados, su trabajo y trato con los clientes permitió que instituciones importantes conocieran mi empresa y hubiera algunos contactos, mejoras en la forma de trabajar sobre todo en el tema de redes físicas y configuración de redes lógicas, como todos los pringadillos trabajaba más horas y por menos sueldo que las clases selectas de mi negocio, etc... ¿Les parece interesante? ¿Creen que son argumentos suficientes para que una empresa trate bien a un trabajador? Es obvio que sí. Pues ahora les contaré como acabó todo.
Mi empresa iba demasiado deprisa. Quería comerse el mundo. Mi jefe en plena borrachera de codicia y pérdida del norte de las cosas, estaba avocando al negocio al desastre. A finales del 2004 todo parecía idílico, menos para los pringadillos. La empresa contaba con 18 trabajadores, mi jefe había conseguido en parte que no se le asociara con tienduchas de "aprieta tornillos" y todos los locales habían quedado muy bien con la pintura, el mobiliario, mamparas y cortinas nuevas. Algunos se dieron cuenta de que todo eso era una ilusión y que no podía durar demasiado. Uno de ellos, mi compañero. Así que decidió que era mejor trabajar y esforzarse para uno mismo, que darlo todo para un negocio desagradecido y prepotente. Algunos clientes importantes estaban muy descontentos con el trato y el servicio que les ofrecía mi empresa, y por esta razón no dudaron en que era mejor irse al nuevo proyecto de mi colega. Las reacciones de mi jefe no se hicieron esperar. Las primeras cuando supo que se iba el trabajador. "No eran tan bueno". "La empresa siempre le dio mucho"... y cuando se enteró de que "las empresas estratégicas" (aquellas que son importantes, a las que no se atiende y que sirven para que tu jefe presuma de tenerlas como clientes) de motu propio, se iban con él... ¡Amenazas de denuncia!
Otro trabajador que después de darlo todo, era repudiado, ofendido y amenazado. Mi jefe no tenía límites.
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