05 febrero 2007

Las 3 edades del ladrón: I Las indirectas

Con esta entrada voy a abrir un ciclo de unos 5 ó 6 días dedicados a la primera gran humillación que tuve en esa empresa. Es parte de lo "bueno" que iba a contar y que no voy a aplazar por más tiempo. Los que me han leído hasta ahora seguramente se queden perplejos por tal afirmación. ¡Cómo que primera humillación! Si desde que empezaste el blog casi cada entrada cuenta ofensas, menoscabos, desprecios, burlas, vilezas, mortificaciones, desdenes, afrentas, deshonras y vergüenzas (un diccionario de sinónimos es muy útil ;) ). No se equivocan, eso es lo que he narrado hasta ahora... pero después de 100 entradas... ¿pensaban que el gerente no iba a ir más allá? El siempre podía ir más lejos, igual que Willy Fog. Como ya he comentado, cuando hay dinero se acaban los complejos y empieza la chulería. Mi jefe acabó con el complejo de humildad y comenzó su chulería caciquil. Como también he repetido, y sirve de resumen para los que me leen por primera vez, mi jefe no era capaz de cuestionar lo que le decía la gente, aunque ésta le hubiera fallado anteriormente. A sí, cuando cualquiera que no fuese un pringadillo* le decía algo malo de un pringadillo, lo aceptaba sin preguntar a la parte acusada. Si por ejemplo, un cliente que se burlaba de él continuamente, le decía que tal empleado era un vago, eso era incuestionable. Nunca desconfiaría del cliente, pero sí del empleado aunque este último tuviera testigos y pudiera probar la verdad. A lo largo de mucho tiempo tuve esa sensación tan desagradable. Alguien había dicho algo de mí. Algunos hacían correr rumores sobre que me iba a dar vueltas con el coche en vez de trabajar, y algunos seguramente afirmarían necedades más viles... de esta forma me convertí en su objetivo, y hasta que no logró acusarme con "pruebas" y de la forma más ruin y perversa, no descansó.
Uno de los apodos con el que cariñosamente recuerdo a mi jefe es: "El Gila". Así comenzó la humillación y la desconfianza. Mi jefe estaba ciertamente molesto cuando le exigí volver al turno de mañana, y cuando empecé a ceñirme al horario. Pero estaba ciertamente molesto con todo mi departamento, porque éramos los únicos a los que podía insultar sin que le contestaran. Cuando estaba frustrado con algo o con alguien, nos buscaba. Algunas veces estábamos trabajando y como se sentía muy poderoso, venía y decía cosas como: "Alguien ha robado unos altavoces...y yo sé quien fue", "alguien ha robado un portátil", "alguien ha robado un MP3..." Eso nos recordaba a los monólogos de Gila, en concreto a aquel del Jack el Destripador... (Me enteré donde vivía Jack el Destripador, me instalé en el mismo hotel y como no me gusta la violencia, le detuve con indirectas. Nos cruzábamos por el pasillo y decía yo: "Alguien ha matado a alguien... y no me gusta señalar...". Al día siguiente nos volvíamos a encontrar y le decía: "Alguien es un asesino... y no quiero decir quien...)", jajaja Era para partirse de risa. Lo mejor es que el gerente dejaba caer de vez en cuando la coletilla: "... y yo sé quien fue". Años más tarde cuando le recriminé esa falta de respeto, negó y renegó que él dijera esas cosas, que si él llegaba a saber quien era, lo echaba a la calle al instante. ¡Qué patético! Dudaba y desconfiaba de nosotros, pero como no tenía cojones para acusar a nadie, acusaba a todos a la vez, a ver si saltaba la liebre. Cuando se iba, todos nos mirábamos como diciendo... "¿De qué va este tío? ¿está mal de la cabeza o qué?" Lo más curioso de todo, es que algunas de esas cosas que él decía que le habíamos robado, estaban en su casa. Por ejemplo, los altavoces cuadrofónicos, el portátil, que más tarde sirvió como herramienta de trabajo para un compañero... Del MP3 no supimos nada más, pero teniendo en cuenta la cantidad de gente que pasaba por allí entre clientes, amigos, falsos amigos, familiares, etc... creo que debería haber extendido un poco sus acusaciones. O todos o ninguno. En fin, que no tenía remedio.

* Pringadillo: término peyorativo para referirse a los empleados de 2ª o peor clase en una empresa. Son los que más trabajan, los que menos cobran y a los que más joden.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una de las primeras impresiones que me llevé al entrar en la empresa, cuando estábamos todavía en el local (garaje) antiguo, era que aquello era como una casa de putas (con perdón) porque la gente entraba y salía sin ningún tipo de control en zonas donde no se supone que debe haber clientes. Se subían al piso superior (por llamarlo de alguna manera) donde estaba el taller (por llamarlo de alguna manera, también) y los tenías respirándete en la nuca mientras trabajabas, si no increpándote o metiéndote prisa. ¿Se pensaban que éramos monos de feria? Por Dios, que estrés!

En ese plan, alguna mano indiscreta pudo haber sustraído cosas (casi seguro) de las cuales se culpabilizó a los pringadillos.

Erkemao dijo...

Este era un tema muy complejo. ¿Hasta que nivel tiene alguien responsabilidades, cuando otras personas pueden intervenir? Por ejemplo: ¿por qué tenía que ser responsable de una caja en la que varios metían la mano? O tengo toda la responsabilidad o no tengo ninguna. Lo que no vale es, tienes toda la responsabilidad si pasa algo, y los que no estaban encargados pero metían la mano, no. Con el taller lo mismo, la responsabilidad desaparece o disminuye en el momento en que segundos y terceros pueden acceder. Y de la misma forma en que mi jefe no se fía de mí, ¿por que tengo yo que fiarme de mi jefe? ¿Te acuerdas Nasghoul de cuando estabas arreglando un equipo, te ausentabas un momento y algunos elementos se acercaban a mirar o pasaban por allí y cuando volvías a seguir el trabajo, resulta que las cosas no funcionaban o los cables no estaban como los habías dejado?