Sin duda alguna, una de las anécdotas más graciosas que me han ocurrido. Surrealista. Sin duda, por aquellos días ya estaba empezando a pasar de todo. Frustrado, amargado y vencido por los acontecimientos que me habían sucedido pocos meses atrás, no tenía la sensación de deber nada a la empresa ni de tener que esforzarme por ella. Era el turno de ella de hacer algo por mí, de resarcirse de todas las calumnias, vejaciones y maltrato que durante tanto tiempo me había ofrecido sin cuestionarlo. Por otro lado, había muchas cosas nuevas en la empresa que yo no entendía. El software, programación y ciberespacio se me iba de las manos y no tenía interés en aprender, no por desentendimiento natural, sino porque mi cabeza no daba para más. Estaba en otro lado. Yo no podía ver a mi jefe, no podía soportar el oirle y cada vez que abría la boca yo entendía que era para mentirme. Cuando me saludaba por la mañana, desconfiaba de él. No me parecía una bienvenida sincera... Paranoias mías, sin duda alguna. Eran muy malos momentos para mí y ya llevaba años cargando con otras muchas pésimas experiencias.
Cierta mañana me convoca a una mini reunión con él. Llevaba unos papeles en las manos en los que estaba dibujado un diagrama. Muchos bloques de colores colocados unos junto a otros, de formas cuadrangulares y todos diferentes en forma, tamaño y contenido de texto. Se sienta junto a mí, me los pone delante y me dice: "¿Qué te parece?" Me quedo mirando atentamente todos esos colorines y a leer lo que estaba dentro: base de datos, servidores de aplicaciones, servidores de páginas webs, sistema de replicación, etc... Cada uno tenía el nombre de su aplicación comercial, que no voy a publicar en el blog. Me pregunté: "¿Me estará tomando el pelo?" Como dije, mi cabeza no daba para más y la mayoría de lo que había allí escrito, no lo había oído en mi vida. "¡Qué coño es todo esto!" pensé. Mi jefe comienza a explicarme las relaciones entre los bloques. Yo seguía sin entender nada. Luego me pregunta: "¿Esto debe ir aquí o lo ponemos en este otro lado?¿Englobamos estos dos bloques dentro del tercero o sólo por un lado?". Tremenda conversación de besugos. Uno explicando algo que no sabía y yo sin tener ni idea de lo que estaba hablando. Mi cerebro me solicitaba una salida a tal disparate: "Contesta lo que sea". Al final le dije: "Yo lo veo bien, y deberías poner este bloque más arriba y quitar lo que pusiste a este lado". Después de todo, algo sí que había entendido. Se me queda mirando, una sonrisa se dibuja en su rostro y todo feliz me da las gracias y sale por la puerta hacia los programadores para decirles: "Erkemao dice que esto está bien así". Había pasado de ser un quita vitrinas y un pintor de brocha gorda a ser experto en software en pocas semanas. Me eché las manos a la cabeza y me dije: "Estoy en una empresa de locos y voy a acabar como ellos".
Cierta mañana me convoca a una mini reunión con él. Llevaba unos papeles en las manos en los que estaba dibujado un diagrama. Muchos bloques de colores colocados unos junto a otros, de formas cuadrangulares y todos diferentes en forma, tamaño y contenido de texto. Se sienta junto a mí, me los pone delante y me dice: "¿Qué te parece?" Me quedo mirando atentamente todos esos colorines y a leer lo que estaba dentro: base de datos, servidores de aplicaciones, servidores de páginas webs, sistema de replicación, etc... Cada uno tenía el nombre de su aplicación comercial, que no voy a publicar en el blog. Me pregunté: "¿Me estará tomando el pelo?" Como dije, mi cabeza no daba para más y la mayoría de lo que había allí escrito, no lo había oído en mi vida. "¡Qué coño es todo esto!" pensé. Mi jefe comienza a explicarme las relaciones entre los bloques. Yo seguía sin entender nada. Luego me pregunta: "¿Esto debe ir aquí o lo ponemos en este otro lado?¿Englobamos estos dos bloques dentro del tercero o sólo por un lado?". Tremenda conversación de besugos. Uno explicando algo que no sabía y yo sin tener ni idea de lo que estaba hablando. Mi cerebro me solicitaba una salida a tal disparate: "Contesta lo que sea". Al final le dije: "Yo lo veo bien, y deberías poner este bloque más arriba y quitar lo que pusiste a este lado". Después de todo, algo sí que había entendido. Se me queda mirando, una sonrisa se dibuja en su rostro y todo feliz me da las gracias y sale por la puerta hacia los programadores para decirles: "Erkemao dice que esto está bien así". Había pasado de ser un quita vitrinas y un pintor de brocha gorda a ser experto en software en pocas semanas. Me eché las manos a la cabeza y me dije: "Estoy en una empresa de locos y voy a acabar como ellos".