"Divide et vinces". Famosa frase de Julio César, o eso dicen todas las fuentes que he consultado en Internet. También está citada como "Divide et imperas". Eso es lo que debía pensar mi jefe, sobre todo después de una vida dedicada al gobierno de otros, de posiblemente tener algún curso o formación sobre psicología humana y por supuesto, de ser lo suficientemente retorcido para conseguir sus propósitos sin importar los medios.
Durante muchos años mi jefe había estado jugando a un juego macabro, y como siempre recalco, es una visión personal basada en 8 años de trato y experiencia. Consistía en enfrentar a compañeros dentro de la empresa para lograr "picarlos" y con su esfuerzo extra conseguir más tiempo y trabajo para la empresa, lo cual redundaba en beneficio para él. El ejemplo más palpable fueron los acólitos. Mano derecha y mano izquierda del gerente mantenían una lucha irrefrenable y sangrienta por las cuotas de poder. De esta manera cada uno invertía más y más tiempo de su vida en trabajar para la empresa. Llegaban antes, se iban más tarde y trataban de acaparar todas las funciones posibles, dentro de las que les proporcionasen algún provecho, claro está. En alguna reunión les vi tirarse los "trapos sucios" a la cabeza, de manera que se perdía por completo el objetivo de dicha asamblea. Mientras todos los compañeros estábamos sentados, ellos nos ofrecían un espectáculo dantesco en el cual cada uno se acusaba mutuamente de errores o negligencias en su quehacer o de ciertos asuntos con ciertas importantes personas. Asimismo se acusaban de haber conseguido que el jefe quedara mal delante de clientes relevantes. La diferencia que tenían con los pringadillos, es que por lo menos cobraban mucho más y se iban de viaje a costa de la empresa.
Lamentablemente para mi jefe, el tiempo de las insidias, tramas, confabulaciones y perfidias estaba llegando a su fin. Primero había conseguido con sus malas artes unir a todos los prigadillos en un bloque cerrado que se comportaba como un uno a la hora de oponerse a sus intrigas. Segundo, con la llegada de los nuevos compañeros no sólo no consiguió que estuvieran desunidos, sino que también se agruparon en un conjunto homogéneo a la hora de responder a sus conjuras. Tercero, cuando casi todos los pringadillos habían dejado la empresa y sólo quedaba alguno, logró que ambos grupos se unieran. Además, puesto que había problemas económicos, consiguió que hasta los elementos super egoístas e interesados de la empresa se integrasen también. El problema que tenía el gerente en esos momentos es que cualquier cosa que dijese a cualquier miembro de la empresa, rápidamente era conocida por el resto de implicados. De esta forma, cuando íbamos a desayunar, cada uno ponía sobre la mesa los argumentos con los cuales el jefe trataba de embaucarnos y conocíamos como intentaba aprovecharse de nosotros individualmente. El pobre no hacía sino tropezar una y otra vez. Si ofrecía alguna prebenda, el siguiente con el que hablara ya sabía que le habían prometido a los otros compañeros y descubría las contradicciones del parlamento del gerente. Con ello conseguíamos saber como nos quería engañar. A unos les intentaba tentar con un "gran sueldo" futuro para implicarles y que trabajaran más, a otros con "grandes proyectos" que ya tenía "apalabrados" (tal vez sí, tal vez no), etc... La mejor expresión para lo que consiguió mi jefe es: "Divide y unirás". Todo le salía mal, hasta aquello en lo que más práctica tenía. En una reunión, de las muchas que tuvimos, para "explicarnos" los problemas económicos de la empresa, uno de los compañeros le dijo directamente: "Tú lo que tratas es de enfrentarnos a unos contra otros para que trabajemos más horas". El sujeto se puso muy nervioso y, a mi juicio, fue más porque le habían pillado in fraganti, que por la propia acusación en sí. Se puso algo farruco, pero no mucho, porque el compañero en cuestión le producía un cierto "recelo", es decir, tenía los brazos más grandes ;)
Durante muchos años mi jefe había estado jugando a un juego macabro, y como siempre recalco, es una visión personal basada en 8 años de trato y experiencia. Consistía en enfrentar a compañeros dentro de la empresa para lograr "picarlos" y con su esfuerzo extra conseguir más tiempo y trabajo para la empresa, lo cual redundaba en beneficio para él. El ejemplo más palpable fueron los acólitos. Mano derecha y mano izquierda del gerente mantenían una lucha irrefrenable y sangrienta por las cuotas de poder. De esta manera cada uno invertía más y más tiempo de su vida en trabajar para la empresa. Llegaban antes, se iban más tarde y trataban de acaparar todas las funciones posibles, dentro de las que les proporcionasen algún provecho, claro está. En alguna reunión les vi tirarse los "trapos sucios" a la cabeza, de manera que se perdía por completo el objetivo de dicha asamblea. Mientras todos los compañeros estábamos sentados, ellos nos ofrecían un espectáculo dantesco en el cual cada uno se acusaba mutuamente de errores o negligencias en su quehacer o de ciertos asuntos con ciertas importantes personas. Asimismo se acusaban de haber conseguido que el jefe quedara mal delante de clientes relevantes. La diferencia que tenían con los pringadillos, es que por lo menos cobraban mucho más y se iban de viaje a costa de la empresa.
Lamentablemente para mi jefe, el tiempo de las insidias, tramas, confabulaciones y perfidias estaba llegando a su fin. Primero había conseguido con sus malas artes unir a todos los prigadillos en un bloque cerrado que se comportaba como un uno a la hora de oponerse a sus intrigas. Segundo, con la llegada de los nuevos compañeros no sólo no consiguió que estuvieran desunidos, sino que también se agruparon en un conjunto homogéneo a la hora de responder a sus conjuras. Tercero, cuando casi todos los pringadillos habían dejado la empresa y sólo quedaba alguno, logró que ambos grupos se unieran. Además, puesto que había problemas económicos, consiguió que hasta los elementos super egoístas e interesados de la empresa se integrasen también. El problema que tenía el gerente en esos momentos es que cualquier cosa que dijese a cualquier miembro de la empresa, rápidamente era conocida por el resto de implicados. De esta forma, cuando íbamos a desayunar, cada uno ponía sobre la mesa los argumentos con los cuales el jefe trataba de embaucarnos y conocíamos como intentaba aprovecharse de nosotros individualmente. El pobre no hacía sino tropezar una y otra vez. Si ofrecía alguna prebenda, el siguiente con el que hablara ya sabía que le habían prometido a los otros compañeros y descubría las contradicciones del parlamento del gerente. Con ello conseguíamos saber como nos quería engañar. A unos les intentaba tentar con un "gran sueldo" futuro para implicarles y que trabajaran más, a otros con "grandes proyectos" que ya tenía "apalabrados" (tal vez sí, tal vez no), etc... La mejor expresión para lo que consiguió mi jefe es: "Divide y unirás". Todo le salía mal, hasta aquello en lo que más práctica tenía. En una reunión, de las muchas que tuvimos, para "explicarnos" los problemas económicos de la empresa, uno de los compañeros le dijo directamente: "Tú lo que tratas es de enfrentarnos a unos contra otros para que trabajemos más horas". El sujeto se puso muy nervioso y, a mi juicio, fue más porque le habían pillado in fraganti, que por la propia acusación en sí. Se puso algo farruco, pero no mucho, porque el compañero en cuestión le producía un cierto "recelo", es decir, tenía los brazos más grandes ;)
6 comentarios:
Ese tipo me hace acordar al Doctor Malito de la película Austin Powers. ¿Lo viste? Debe ser igual de idiota.
Pero esto no es un gerente sino la antítesis de un gerente... Y pensar que de estos así todos tenemos uno en nuestros trabajos, bien sean jefes o compañeros con ambisiones de ser jefes...
Interesente y macabra historia laboral!
Carlos XDDD
Cebolla, no se me había ocurrido. En España se tradujo como Doctor Maligno XDD Me recuerda una frase de la tercera entrega en la que decía: ¿porqué ganar trillones, cuando podemos ganar billones? XDDDDDD
kt, es que en el mundo tiene que haber de todo. Un gerente es una persona y por lo tanto tiene virtudes y defectos, el problema, a mi juicio y en nuestro caso, es que además había un componente de mala fe. No se regía por unos principios más o menos objetivos y económicos, sino que había un componente subjetivo de alta inseguridad que se traducía en deseo de someter, humillar, es decir, sentirse mejor sabiendo que podía fastidiar a otros. Como siempre digo, es mi análisis personal después de muchos años de experiencia. También yo estoy altamente sugestionado por una mala experiencia laboral y una peor experiencia personal derivada de la primera. Me cuesta creer que mi jefe fuera una "víctima" de las circunstancias, tal y como el quería hacer entender siempre.
Gracias por pasarte y comentar.
Un saludo.
Por supuesto que al ser "personas" (permíteme reservarme el derecho de dudar en el caso de este Sr.) somos vulnerables a cometer errores, por eso es preciso tener en cuenta que los intereses personales nunca deben mezclarse en el plano laboral... Pero esto es algo que tu, otros y yo sabemos no es la realidad.
Así es: "en el reino del señor hay de todo"....
Besitos desde Venezuela...
kt, mi jefe parecía buen tipo al principio, aunque tenía que haberme dado cuenta que lo que le hizo a mi compañero de prácticas no estuvo bien. Luego cambió, cuando alguien empezó a meterle "pajaritos" en la cabeza y se dio cuenta de que podía llegar "lejos". Claro, para llegar lejos hay que hacer sacrificios, como por ejemplo: sacrificios de pringadillos. Y como siempre digo, esto es una opinión personal y bla bla bla ;)
Besos ;)
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