11 diciembre 2006

Yo era un masoca

Hoy no sé que contar. He estado dando vueltas, hojeando mis papeles y haciendo memoria. Sí, tengo muchas cosas anotadas en papel. Hace más de un año, decidí contarme a mí mismo todo lo que recordase, para poder desahogarme, para lo cual reuní a un amplio conjunto de ex-compañeros de fatigas. Por aquel entonces todavía la empresa existía y yo trabajaba en ella. El caso es que ni pude acordarme de todo, ni creo que mi mente se prestara a ello. Simplemente olvidó gran parte de las hechos que me habían sucedido. Leí alguna vez, que el cerebro selecciona la información que retiene, porque si la recordara toda, nos volveríamos locos. Muchas veces es mejor no rememorar el pasado para que no te salpique de nuevo. Creo que dejaré de divagar y de hacerles leer mis reflexiones de domingo tarde para entrar en el tema.
Como he venido contando, mis días, semanas y meses fueron estresantes durante varios años. En múltiples ocasiones tuve la desdicha de que mi nervio para el trabajo y mi afán por hacerlo todo se volvieran en mi contra. Cuando estaba trabajando de tarde, en aquel primer periodo, que calculo que duró unas tres vueltas de la Tierra al Sol o algo menos, no era inusual que llegara al trabajo media, una o dos horas antes de empezar. ¿Por qué? Muy sencillo. Ya he narrado que los compañeros de la mañana y el jefe, a menudo, colaban trabajo para la tarde, y además daban cita a clientes para que vinieran en ese turno. De esta manera, nos veíamos haciendo nuestro trabajo, el de otros y encima atendiendo a clientes que no se les atendía en el turno matutino. Consecuencia de ello, era que nuestro propio trabajo se posponía para las horas después de cerrar, llegando a quedarnos hasta las 12 y la 1 de la madrugada terminando o intentando acabar nuestros quehaceres. Como muchas veces ni aún así era posible concluirlo todo, el día siguiente entraba más temprano para terminarlo. O eso, al menos, pretendía. La realidad era que nada más te veían por la puerta, te inflaban a recados y trabajos. Sí, a los compañeros y al jefe le importaba poco que tú en ese momento no estuvieras en horas de labor; con la misma, te decían: "arréglale el equipo al cliente X", "coje el teléfono para que le enseñes al cliente Y a configurar una cuenta de correo", "esta mañana llegó mercancía, quítala de la puerta y métela en el almacen", o también te echaban la bronca correspondiente: "ayer no le dejaste bien el equipo al cliente Z y está encolerizado y yo no tengo porqué aguantar que se enfade conmigo (claro, cuando todo salía bien las medallas eran para él , pero si había problemas, los disgustos eran para mí)", "no sé que c**** hacen por la tarde", "se están tocando las b**** todo el día"... en fin , ¿para qué contar nada más?. Otra veces, venía más temprano para ir a algún cliente o empresa, que por incompatibilidad horaria no podía atender plenamente en mi turno. Más de un vez fui a las 7 de la mañana al cliente, cuando se supone que mi horario comenzaba a las 3 de la tarde, o cuando me cambiaron de turno, a las 8 de la mañana. Lo que más me molestaba, era que el día que llegaba a las 3 y cinco o y diez de la tarde, todo eran quejas, amenazas y malos modos: "yo tengo mi horario, y no tengo porque esperar a que a ti se te despeguen las sábanas", "esto no son horas de llegar, no tienes respeto por tus compañeros"... Te quedas pensando que llegas dos horas temprano y te hacen trabajar (no te dejan en paz), acudes 5 minutos tarde y te echan una bronca. No le ves el sentido, ni la lógica. Te puedes quejar por una cosa, pero aprovecharte de una y quejarte de otra me parece una doble ventaja para la empresa y una cuadruple desventaja para el currante. Peor aún, esa hora o dos horas que yo daba y necesitaba para realizar mis obligaciones con los clientes, no las podía utilizar, de forma que no cumplía mis compromisos y me ganaba otra mala cara por parte del interesado. Haces cuentas al final del día y te sale que has currado como poco 5 horas más, te has ganado unas cuantas broncas por parte de todo el mundo, incluído el perro de la esquina que siempre te trataba de morder, no has terminado lo que tenías que reparar, has terminado otras reparaciones para las cuales no hay medallas, pero sí castigos y te han llamado indirectamente vago e insolidario. Todo ello ¡sólo por intentar trabajar!, es decir, por cumplir tus obligaciones y encima por intentar satisfacerlas más allá de tu contrato, tu sueldo y tu tiempo. Yo era un masoca*.

* Según la Real Academia Española:

masoca.



1. adj. coloq. masoquista. Apl. a pers., u. t. c. s.

2. adj. coloq. Que goza o se aviene con lo desagradable o con lo que causa desazón o pesadumbre. U. t. c. s.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Está claro que la empresa no es el gerente, sino sus trabajadores (aunque no lo parezca). Pero en el fondo todos somos un poco masocas. Quizás por algún tipo de inseguridad aguantamos y aguantamos en un interminable círculo vicioso que va "increscendo" donde cada día te van aprentando un poco más las tuercas hasta casi dejarte sin oxígeno. Dicen que España es un país de fiesta y jolgorio cuando resulta que tenemos menos días de fiesta y trabajamos más horas que mucho países europeos. Dicen que los canarios estamos aplatanados y que no nos gusta trabajar y en el fondo no hemos dejado de trabajar en la plantación de algodón del tio Tom. Tantos tópicos inciertos nos hacen ser unos acomplejados incapaces de plantar cara y exigir nuestros derechos, dignidad y respeto. Sí, yo también fui masoca, pero me estoy quitando... :D

Anónimo dijo...

Buena suerte a los dos de parte de un ya ex-masoca. He pasado de echar horas extra a oir el pitido de la hora en la radio y salir por piernas... y lo que quede quedó y si me quieren decir algo que me lo digan por la mañana. Fuera de hora, si saben contar, que no cuenten conmigo :_D Eso sí, antes las pasé muy putas también.

Erkemao dijo...

La pena es que tengamos que aprender a palos. Yo todavía soy medio masoca por escribir el blog XDD Ningu, así es como es. Al final (ya lo contaré) hicimos lo mismo, y no veas la cara del tipo cada vez que salíamos a las en punto. Se te ponía a hacer chistes irónicos y a mirar la hoja de entrada para saber si habías llegado tarde, para echarte indirectas.

Anónimo dijo...

Jejeje, por eso yo procuraba salir con los cascos puestos y mirando directamente a la puerta. Las primeras veces parecía que quisiese asesinarme, pero yo me dije ¡o me placa o me voy! xD