01 mayo 2007

Erkemao, ¿Cómo estás?

"Erkemao, buenos días... ¿cómo estás?" me decía mi jefe mientras miraba el contenido de la pantalla del ordenador. Yo le miraba fijamente cómo diciéndole: "Estoy sentado aquí, no dentro del monitor". Luego me preguntaba cualquier tontería, me contaba algún chiste o anécdota y se iba.
Esta era una de las cosas que más me irritaba. Me sacaba de mis casillas. Casi cada día la misma historia. Les explico un poco de que va este asunto.
A veces tenía la sensación de que mi jefe se comportaba como un niño. Había cosas que por muchas vueltas que le diera en la cabeza y por mucho que tratara de reflexionar, no le veía sentido alguno. Es más, teniendo en cuenta que yo estaba medio desquiciado y me encontraba fatal a todos los niveles: físico y psíquico, entendía como una falta de respeto esa pregunta de mi jefe. Sobre todo teniendo en cuenta de que no tenía el mínimo interés en saber como me encontraba de salud, sino simple y llanamente saber que estaba haciendo.
Mi mesa se encontraba justo al lado de la puerta de entrada al local donde estábamos los técnicos. Yo había elegido esa mesa, no por casualidad. Por la posición en la que estaba, la pantalla del ordenador quedaba oculta a la vista de quien entraba. No lo hacía porque me dedicara a jugar al Solitario o al Buscaminas, sino porque no me daba la gana de tener una "sombra" aburrida observándome desde el umbral de la puerta. Sobre todo un ente que no buscaba el lado positivo de tu trabajo sino que buscaba cualquier excusa para lanzarte indirectas hirientes, disfrazadas en forma de chistes o moralejas. Muchas veces, y esta es mi opinión, cuando el gerente quería saber que estaba haciendo, se acercaba a mí y me preguntaba: "¿cómo estás?". Mientras recitaba el saludo, como un escolar que se había aprendido de memoria un soneto, iba acaparando parte de la mesa, hasta conseguir mirar que había en la pantalla. Literalmente como se los digo, ni me miraba, sino que buscaba la manera de poder tener fija la mirada en el monitor. Al mismo tiempo que hacía este esfuerzo, seguía hablándome como para que no se notara en exceso esa infantilidad. Lo que quería era muy evidente. La empresa era suya, el ordenador era suyo y en el horario de trabajo, lo que yo hiciera era asunto suyo... ¿para qué tanta farsa? ¿Por qué no venía y directamente me preguntaba que estaba haciendo? ¿o simplemente no echaba un vistazo al monitor? Les aseguro que era muy molesto. Primero, porque te preguntaba por tu salud sin importarle lo más mínimo lo que respondieras y en mi caso, no estaba el horno para bollos. En segundo lugar porque te trataba como si fueras un idiota, o acaso ¿no se daba cuenta de que hasta el más bobo sabía sus intenciones? Tercero porque transmitía una sensación de desconfianza y en ese caso ¿por qué no me despedía si sospechaba que no hacía mi trabajo?. Lamentablemente para él yo estaba siempre dedicado a mis tareas. Hasta cuando me dedicaba a leer los periódicos digitales era para informarme si había habido alguna incidencia en los servicios de Internet que pudiera haber afectado a nuestros clientes. Así, el gerente, siempre cumplía el ritual de: venir, saludarme, preguntar por mi salud sin ningún interés, visualizar el contenido de la pantalla, hacer algún comentario sin sentido o estúpido para aparentar que su visita tenía algún propósito y largarse decepcionado a su despacho por no encontrar indicios de negligencia o pasividad en mi trabajo.
Cuando alguien al que no puedes ni ver te hace esto a menudo, acabas volviéndote más taimado y bellaco que él, porque es la única forma de defenderte. Y eso hice yo. Al cabo del tiempo, y cuando le veía por la puerta rumbo a mi mesa, preparaba mi estrategia de escarnio*. Siempre tenía muchas ventanas abiertas en la pantalla. En ese momento estaba aprendiendo un tema complicado relacionado con las bases de datos, "y ya que estaba tan interesado en lo que había en el monitor...". Si no te gusta la sopa, toma dos platos. No le dejaba marchar. Él recitaba su típico comentario de autojustificación, momento en el cual yo le replicaba, incitándole a que prestara atención a mi trabajo. Le empezaba a mostrar pantallas rápidamente y a explicarle un tema, el cual no comprendía. Como mi jefe era muy orgulloso y presumía de ser muy inteligente, no podía quedar como un imbécil reconociendo que no entendía nada, sobre todo cuando yo le azuzaba diciéndole que hasta un niño de enseñanza primaria podía hacerlo. El hombre cada vez se sentía más impaciente. Yo no le dejaba marchar a hacer otras cosas y además lo estaba poniendo en evidencia, sobre todo cuando frente a mí había otro compañero que no dudaba en llamarlo inepto. A mi jefe esto le dolía bastante, pero se aguantaba, porque el otro compañero era un pieza básica para la empresa. Yo elevaba un poco la voz para que el otro empleado se pudiera enterar de todo, y claro, mi jefe empezaba a verse "técnicamente" acorralado. Al fin, yo le dejaba irse, lo cual realizaba de forma rauda y veloz. Este juego al que le sometía no duró mucho. Poco tiempo después le dije las cosas claramente y nunca más se acercó a saludarme y preguntar por mi salud sin mirarme a los ojos.


* Según la Real Academia Española:

escarnio.

(Del ant. escarnir, mofarse, y este del germ. *skernjan).

1. m. Burla tenaz que se hace con el propósito de afrentar.

a, o en, ~.

1. locs. advs. ants. Por escarnio.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Nuestro ex-gerente debía padecer algún tipo de esquizofrenia paranoide o algo así, porque ese sentimiento de pensar que todo el mundo está en su contra o que conspira a sus espaldas, que todo el mundo se rie de él o que no trabajan no es nada normal. Al parecer, pasarse con la "farlopa" procude una sintomatología similar, y vete tu a saber, al empezar a codearse con las altas esferes y ganar mucha pasta, quizás se le iba todo por las napias...

Claudio dijo...

Veo que al final, nuestro "Amado Jefe" se llevó un poco de su medicina. Espero que la vida se la dé de frasco en frasco, y no de cucharada en cucharada. Vamos, que no se vaya de rositas, y que a cada cerdo le llega su San Martín (con perdón de los pobres animales, que no tienen culpa de nada...)

Anónimo dijo...

ke aguante tuvistes por dios!!! weno por lo menos tu jefe se jodio un poco. Un saludo

Anónimo dijo...

Si. La mayoría de los jefazos son profesionales de la paranoia.

Erkemao dijo...

nasghoul, yo pienso que le gustaba más una bebida caribeña ;)Una cosa está clara, esa persona cambió mucho de un día para otro y en el periodo de los trabajos forzados, incluso más que en el año previo, fue cuando noté su actitud caciquil y avasalladora. Del que le gusta ordenar por ordenar, sin que tenga que haber sentido en lo que se hace. Y lo que dices lo vi siempre: lo de sentirse objeto de mofa, de que hablaban a sus espaldas, que se reían de él, que la gente no trabajaba, que los empleados le engañaban. el tiempo puso en su sitio a todos y a estas alturas de la vida, y si no es imbécil, se habrá dado cuenta de quienes le daban puñaladas y de quien estuvo a a su lado a pesar de su maltrato... en fin, espero que le haya hecho reflexionar, y si no... paso. ;)

Erkemao dijo...

narf, eso parece por las últimas noticias que tengo. No me alegro por él, pero una cura de humildad era importante. Que le vaya bien, y que a nosotros nos vaya mejor ;)
Gracias por pasarte y comentar.

Erkemao dijo...

serchase, pues si, demasiado aguante para que al final... bueno, ya lo contaré ;)
Saludos :)

Erkemao dijo...

Cebolla, ¡¡qué dices!! ¿has tenido algunos o algunas así? jajaja
Saludos.