Había una vez un hombre en una empresa. Este señor se quedaba después de su hora de trabajar a seguir haciendo cosas por la empresa. Si por la tarde venía mercancía, siempre estaba ahí para recibirla. Si venía por barco un domingo, él estaba ahí para acudir al puerto a recibir ese barco. A veces, había que resolver problemas en medio de la noche y él iba raudo a solucionarlos.
¿Qué nos quería decir nuestro jefe con esto? Que da igual lo que hicieras, tú tenías que apartar a un lado tu vida, tu familia o lo que fuera y dedicar todo tu tiempo a la empresa, es decir, si había que entregar un trabajo y había que estarse toda la tarde y toda la noche de toda la semana,había que hacerlo, pero ¡ojo! sin contraprestación alguna. Un buen profesional atiende a su trabajo. No es de buen profesional negarse o cobrar por ello. Esto me recuerda a lo que me decía el cura en el instituto: "fumar es pecado, pero fumar puros buenos no lo es".
¿Qué no nos contó nuestro jefe? No nos dijo quién era esta persona, qué puesto tenía, cuánto cobraba, con cuánto le retribuían por dedicar tanto tiempo extra y a tales horarios en la empresa, si estaba casado o no, si tenía alguna afición, etc... Una verdad a medias es tan imperdonable como una mentira. Mi jefe abusaba de ambas, de hecho cuando salí de la empresa me quedé con la duda de que alguna vez me hubiera dicho una verdad.
En cierta ocasión hablé con un chico que conocía del colegio. Me comentó que tenía un trabajo de 24 horas, es decir, que estaba disponible para resolver problemas a cualquier hora de cualquier día, pero que cada vez que tenía que atender una emergencia, podía pasar una factura de 300 ó 400 euros, con lo cual a final de mes tenía una muy buena compensación por su dedicación. El dinero no da la felicidad... pero puedes trabajar un tiempo así y ganar el suficiente dinero para más adelante buscarte otro trabajo mejor. Mi empresa quería lo mismo de los empleados, pero a coste 0.
Esta historia nos la contó una y otra vez durante muchos años. Era una de sus preferidas. Cada vez que quería algo de nosotros, nos daba la tabarra con esta "fábula". Como directamente no se atrevía a pedir las cosas, indirectamente trataba de "reblandecer" nuestros duros corazones insensibles a su ganancia de beneficios, con historietas que nos hicieran cuestionar nuestra ética y moral, es decir, tratar de convencernos de que éramos malas personas por no hacer horas extraordinarias gratuitas. Evidentemente no le hacíamos caso, sobre todo al final, cuando la empresa había entrado en caída libre. Merece un post a parte la consideración de la profesionalidad que tenía mi jefe, radicalmente opuesta a la de la mayoría de los mortales. Mucho había abusado para seguir creyendo que nos podía engañar.
* Según la Real Academia Española.
parábola.
(Del lat. parabŏla, y este del gr. παραβολή).
1. f. Narración de un suceso fingido, de que se deduce, por comparación o semejanza, una verdad importante o una enseñanza moral.
2. f. Geom. Lugar geométrico de los puntos del plano equidistantes de una recta y de un punto fijos, que resulta de cortar un cono circular recto por un plano paralelo a una generatriz.