13 mayo 2007

No me hagas esperar

Comenté en alguna entrada anterior que prefería dejar el coche lejos de la empresa cuando iba a trabajar. Lo suficiente para ir dando un paseo hasta el trabajo, e ir despejándome. Una de las razones que me impulsaba a ello era conseguir aparcamiento rápidamente. Cerca de la empresa era difícil y si luego me tenía que poner a dar vueltas se me haría tarde. No pensaba entrar a trabajar ni un segundo después de las 8, pero tampoco ni un segundo antes. Por ese mismo motivo tampoco pensaba trabajar ni un segundo después de la hora de salida. Durante demasiados años trabajé de 1 a 8 horas más, y esa etapa en la empresa había quedado atrás, teniendo en cuenta que por ese esfuerzo que realizaba, el jefe me llamó LADRÓN delante de compañeros y clientes. Además fui tachado de vago y ocioso. Todo un ejemplo de incentivo y apoyo del negocio hacia sus empleados.
Al volver del trabajo, no solía regresar sólo. Una de mis compañeras de trabajo vivía en un pueblo próximo al mío. Como no suponía un rodeo demasiado grande, la alcanzaba hasta su casa. Esta compañera era la coordinadora y programadora principal. Tenía cierta afinidad con mi jefe, porque se conocían mucho antes de que ella empezara a trabajar. Por esta razón, pienso, no era tan crítica con el jefe como lo podíamos ser los demás. Trabajaba mucho en su casa, sin remuneración alguna, y el jefe le echó más de una bronca sin sentido, las cuales eran las favoritas del gerente.
Cuando no había dinero, a mi jefe se le acababa la chulería. Se crecía con el vil metal y se retraía al no disponer de él. Un ejemplo claro de esta dualidad fueron los trabajos forzados que nos obligaron a desempeñar en el verano de 2004. Por esta fecha estaba entrando mucho dinero fácil a la empresa, lo cual produjo un incremento de la prepotencia de mi jefe. Pero todo esto había cambiado. Ahora teníamos problemas de pagos y una situación económica lamentable. Mi jefe había dilapidado todos los fondos. Ya no ordenaba despóticamente. Ahora casi suplicaba. A causa de este motivo, se le veía poco. Pasaba mucho tiempo en su despacho e intentaba no acercarse a los empleados, sobre todo al área de programación, porque sólo recibía miradas incómodas y comentarios agrios. De vez en cuando iba al despacho de la coordinadora y parte de las veces cerraban la puerta para que no se oyera la conversación. Luego, raudo, volvía a su cubil tratando de esquivar a sus acreedores.
No conozco la razón. Tal vez se aburría durante tanto tiempo y buscaba a alguien con quien hablar, tal vez porque no quería que los demás escucharan sus palabras, tal vez porque con la empresa vacía era más fácil acercarse al despacho de la coordinadora sin sentirse culpable... El caso es que cuando estábamos a punto de irnos, venía y se ponía a conversar con la compañera. No 2 ó 5 minutos, sino 10, 15, 20... Al principio lo dejé pasar. Me molestaba porque yo no quería estar ni un segundo más en aquella empresa, pero entendía que a lo mejor eran asuntos importante. Aquello se fue convirtiendo en costumbre, como todo aquello que le beneficiaba a mi jefe. Lo que no le convenía, no se convertía en costumbre, aunque fuera muy legítimo. Después, ya no me importaban esos asuntos, quería irme y si ella prefería coger el bus para regresar a su casa, que lo hiciera. Parece que mi compañera se empezó a dar cuenta y las conversaciones empezaron a ser en la puerta de la calle. Me daba igual, empezaba a caminar para obligarla a terminar la tertulia. Me seguía, pero el jefe también iba en la misma dirección y la conversación continuaba en la calle. Al final dejé de aparcar en esa zona y busqué otra que estuviera en otra dirección, así salía rápido a las tres con la coordinadora tras mis pasos. Entendieron la indirecta. Aquello se había convertido en una tomadura de pelo y en una falta de respeto por parte de mi jefe, que sabía que yo llevaba a la programadora a la casa. Bastante tiempo había en las horas de trabajo para hablar de todo lo que quisieran, para ponerse a conversar a última hora. Si ella quería perder su tiempo, que lo hiciera, pero el mío, desde luego que no. Ya que le hacía un favor, lo menos que podía hacer era salir puntual.

5 comentarios:

Kt. dijo...

** Lo que faltó fue que el jefe te pidira también que lo llevaras jajaja...Que personaje, no?

** Es muy duro cuando el clima de trabajo se convierte en el lejano oeste, donde las inderactas son balas perdidas y otras no tan perdidas porque van directo a donde quieren llegar!

** Ya es admiración lo que siento por tí, realmente tienes una capacidad de aguante! pero en el fondo no te la envidio jeje..

Besos!!!!

Erkemao dijo...

** Si me paga, a lo mejor lo llevo XD

** Sí, el clima estaba muy viciado, sobre todo por su actitud tan ambigua y tan turbia. Si no te gusta algo o alguien lo dices y ya está y tomas las medidas que creas necesarias, porque para eso la empresa es tuya. Pero eso de lanzar indirectas, hablar por detrás, poner la zancadilla para ver si te caes, amargarte para conseguir que te vayas sin indemnización y otras actuaciones de mala fe, enrarecen mucho em ambiente y esa persona te da un alto grado de desconfianza. Mi jefe tenía un preferido en cada momento y los demás entonces pasábamos a ser parásitos aprovechados. Yo también fui un preferido en su momento, pero cuando empecé a revelarme, merecía un castigo aleccionador para mí y como ejemplo para otros. Un jefe no puede ser vengativo poniendo al borde del abismo a su propia empresa por vendettas personales, sacadas de su mente paranoica, contra sus propios empleados. Pondré un buen ejemplo de esto último dentro de algunos post.

** Bueno, ya que había aguantado tanto, podía resignarme un poco más. De todas formas mi revancha estaba cerca, y eso me daba ánimos para seguir.

Besos.

Guillo dijo...

Cuanto le has dado a la empresa del jefe, dinero, esfuerzos, sacrificios, paciencia y un sin fin que solo tu sabes, hasta parece que te sigue robando varios años después de lo sucedido. Hasta con el blog, al leer aparece más veces que Erkemao prácticamente podría ser el blog de las manías del Jefazo que nadie notaria la diferencia ya que Erkemao parece un personaje secundario. Sigo pensando que tienes el mejor blog que existe, no encuentro ninguno con las características del tuyo.

No lo tomes a mal es una simple percepción

Kt. dijo...

Guillo, somos dos con la misma percepción! Ya casi que sueño con el muñequito rojo del avatar del Erkemao jajaja... Esto está mejor que leer un libro o ver la tele!...
Erkemao: lamentablemente de experiencias como las tuyas surgen las mejores historias!!!!
Besos!

Erkemao dijo...

Me acaban de dejar los dos bastante trabado.
Es verdad, el tipo este sigue influyendo en mi vida, después de haber roto la relación hace ya el tiempo suficiente X-DD
Me está quitando mi propio blog. XDD

:P

Guillo, por otro lado me alegro que no haya muchos como el mío, o empezaré a pensar mal de todos los empresarios, lo cual tampoco es justo. ;)

kt, mientras sea entretenido de leer, vale la pena ;)

Gracias a los dos.