Como les comenté en una entrada anterior, mi empresa dispuesta a gozar del pastel de las subvenciones y del dinero público fácil, necesitaba una serie de requisitos fundamentales, como por ejemplo: un titulado superior y las certificaciones de calidad, las ya tan famosas ISO. En concreto mi empresa estaba interesada en conseguir dos: la 9001:2000 y la 14001:1996 , para temas medioambientales. Ambas fueron muy especiales, y la 14001, además tenía mucha guasa, pero de ello se hablará en otro momento. En un primer momento se me propuso la dedicación a esta tarea, la cual no rehusé, pero tampoco acepté con lo cual me convertí en un elemento molesto para mi jefe. En mi departamento teníamos una coordinadora para organizar el trabajo y llevar las gestiones y el trato con los clientes. Fue esta persona quien finalmente se encargó del trabajo. Para ello dejó sus funciones en el departamento de hardware. Con su marcha quedaron bastantes cosas pendientes, que le tocó sufrir al nuevo coordinador, pero para ella, fue un paso cualitativo dentro de la empresa, en todos los sentidos. Cuando pasamos la auditoría, se convirtió en uno de los pilares de la empresa: 100% intocable y 100% incuestionable. Poner en duda su trabajo te costaba un escarmiento por parte del gerente, que además te juraba odio eterno. He visto películas de terror que dan menos miedo. Para conseguir esos "títulos" vinieron unos profesionales de una empresa dedicada a estos temas, a los cuales había que pagar muy bien, por mucho que le pesara a mi jefe. No éramos los únicos que estábamos metidos en el ajo. Varias empresas y organismos también buscaban obtenerlos. Mi jefe no es precisamente el tipo de persona a la que le guste pagar (bueno, por tonterías sí), así que ignoro cuanto se demoró la agonía del cobro por parte de la empresa de formación.
El problema de todas estas normativas, que se supone que benefician a una empresa, es que al final no cuajan bien en determinados negocios con determinados gerentes. En nuestro caso se convirtió en una sórdida burrocracia tan carente de sentido y tan controladora de los aspectos operativos, que no había forma de trabajar decentemente. Como decían muchos compañeros, la compañera hace muy bien su trabajo, pero nos está jodiendo, porque cada día trabajamos peor. Mi jefe que necesitaba esas certificaciones como fuera, no entendía que se estaba lastrando el negocio con diagramas de flujo y papeleos que no aumentaban la productividad de la empresa. Cuando estudié historia en el bachillerato, leí que una de las causas de la caída del Imperio Romano fue el exceso de burocracia. Nosotros estábamos siguiendo el mismo camino. Hacia finales del 2003 y tras muchas pruebas y muchas cosas a la mitad, conseguimos pasar la auditoría y éramos los flamantes portadores de dos bonitos cuadros para colgar en la pared. Yo, fiel a mi estupidez supina, me quedé en la empresa esos días, porque la empresa me "pidió" que todos estuviéramos disponibles y nadie cogiera vacaciones. En esas mismas fechas unos colegas iban a ser teloneros en la gira por España de una famoso grupo, y me pidieron que fuera con ellos, y sí, renuncié por esa repulsiva empresa y sus repulsivas certificaciones de calidad. Seguía pasando el tiempo y yo no aprendía de mis errores.
* Según La Real Academia Española:
focalizar.
1. tr. Hacer converger un haz de luz o de partículas.
2. tr. Centrar, concentrar, dirigir. U. t. c. prnl.