06 diciembre 2006

Resuelto problema de Explorer con las columnas

Hola, atendiendo a la "queja" de una amiga, me he puesto a intentar resolver ese problemilla que tenía en Internet Explorer. La incidencia consistía en que la columna de la derecha salía justo después del último post, por lo cual era difícil verla y acceder a los menús que en ella se encuentran. Utilizando el sistema de prueba y error, conseguí que la columna apareciera en su sitio. Aún no está optimizado el blog para el navegador de Microsoft, pero ahora los usuarios de I. Explorer podrán ver el blog más o menos como lo visualizan los usuarios de Firefox, Mozilla o Safari. Todavía no he probado con Opera y Konqueror, por ejemplo, así que si alguno de los lectores usa estos navegadores u otros y aprecian este inconveniente, por favor, escriban un comentario ;) Sí, ya sé que alguno de ustedes dirá:"¡Vaya mierda de informático que no sabe hacer un blog!¡Menudos rollos que nos cuentas para que luego no sepas poner un menú en una esquina!" Jajaja. Dejen de hacer críticas a la plantilla y lean las entradas que están más interesantes ;D Gracias. ;)


Actualizado el 19/10/2011. Estos problemas se daban en la antigua plantilla.

La Constitución*

Aprovechando que hoy es el día festivo en el que se conmemora el aniversario del referendum para la ratificación de la Constitución Española, me he decidido a echarle un vistazo. Hace poco tiempo estuve estudiando para unas oposiciones y tuve la oportunidad de acercarme a esta norma fundamental de nuestro derecho. Recuerdo con cierta agonía aquel tercero de B.U.P. en el que nos obligaron a aprendernos un montón de artículos de un montón de constituciones desde 1812. Por favor, si hay algún profesor de historia entre los leedores**, no enseñen los artículos como una amalgama de oraciones sin sentido. Díganle a los estudiantes que significa para sus actuales vidas el que unos caballeros a lo largo de varias generaciones tuvieran la posibilidad de redactar unas palabras con tanto espíritu y contenido.
Como el derecho no es lo mío, he ido leyendo los artículos ordenadamente. Ahora plasmaré en este pergamino virtual, algunos de los que he encontrado adecuados a la temática de este blog, que principalmente versa sobre el tema laboral. Espero me permitan la licencia de resaltar algunos textos, los cuales aluden de una manera más explícita a las circunstacias que inspiran este diario.

Artículo 7

Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales que les son propios. Su creación y el ejercicio de su actividad son libres dentro del respeto a la Constitución y a la ley. Su estructura interna y funcionamiento deberán ser democráticos.

Artículo 18

1. Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen.


Artículo 28


1. Todos tienen derecho a sindicarse libremente. La ley podrá limitar o exceptuar el ejercicio de este derecho a las Fuerzas o Institutos armados o a los demás Cuerpos sometidos a disciplina militar y regulará las peculiaridades de su ejercicio para los funcionarios públicos. La libertad sindical comprende el derecho a fundar sindicatos y a afiliarse al de su elección, así como el derecho de los sindicatos a formar confederaciones y a formar organizaciones sindicales internacionales o a afiliarse a las mismas. Nadie podrá ser obligado a afiliarse a un sindicato.
2. Se reconoce el derecho a la huelga de los trabajadores para la defensa de sus intereses. La ley que regule el ejercicio de este derecho establecerá las garantías precisas para asegurar el mantenimiento de los servicios esenciales de la comunidad.

Artículo 35

1. Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo.
2. La ley regulará un estatuto de los trabajadores.

Artículo 37

1. La ley garantizará el derecho a la negociación colectiva laboral entre los representantes de los trabajadores y empresarios, así como la fuerza vinculante de los convenios.
2. Se reconoce el derecho de los trabajadores y empresarios a adoptar medidas de conflicto colectivo. La ley que regule el ejercicio de este derecho, sin perjuicio de las limitaciones que puedan establecer, incluirá las garantías precisas para asegurar el funcionamiento de los servicios esenciales de la comunidad.

Artículo 40

2. Asimismo, los poderes públicos fomentarán una política que garantice la formación y readaptación profesionales; velarán por la seguridad e higiene en el trabajo y garantizarán el descanso necesario, mediante la limitación de la jornada laboral, las vacaciones periódicas retribuidas y la promoción de centros adecuados.

Sería interesante que cualquier lector, independientemente de su status laboral, comentara que le parece esta lista: si es completa, incompleta, arrogante, humilde, parcial, imparcial... Asimismo me encantaría que nos pudieran explicar cual es el espíritu de estas normas y como las complementa el Estatuto de los Trabajadores.

* Fuente: Congreso de los Diputados

** Según la Real Academia Española:

leedor, ra.



1. adj. desus. lector (ǁ que lee). Era u. t. c. s.

05 diciembre 2006

Los peligros del garaje

En el mes que lleva funcionando el blog, he podido hablar un poco de todo. De las personas, de las situaciones, etc... En un par de entradas comentaré algo de las características del local en el que trabajábamos al principio. Luego nos desplazamos a otro, pero eso ya se contará próximamente. En una de las primeras entradas se describió someramente como era el garaje (Los comienzos). Cualquier inspector de trabajo se hubiera puesto las botas, o hubiera tenido pesadillas rellenando formularios. No se puede decir que hubiera irregularidades, sino más bien todo lo contrario. No existía nada en condiciones. Ya expuse que la iluminación era prácticamente generada por luz eléctrica gracias en parte, a que cuando mi compañero y yo hicimos las prácticas, ayudamos a colocar fluorescentes nuevos y bombillas donde no había. La entrada del recinto tenía unas puertas acristaladas y con barrotes por donde entraba luz natural, pero debido a lo largo del local y sus divisiones, no llegaba a iluminarlo completamente. No poseíamos ni un sólo extintor o alguno que estuviera a la vista, al menos que yo recuerde. Teniendo en cuenta que todo eran cables, cajas, envases, cartones, plásticos, papeles, aparatos eléctricos desmontados o a la vista, equipos que se dejaban encendidos todas las noches, soldadores, etc... fue un milagro que nunca tuviéramos un incendio. Había un desorden tremendo, lo que se traducía en una gran cantidad de polvo y tierra acumulado por cualquier lugar. Ni la compañera de limpieza podía dejarlo limpio empleando más horas de las que le pagaban. Había rincones donde nunca pisó escoba alguna. Otros no se descubrieron hasta que nos mudamos y se despejó todo. Al existir mucho cableado, tampoco era prudente tirar de nada o dejar algo desenchufado accidentalmente. El fondo del local, donde apilábamos el material siempre estaba húmedo y mohoso. Olía a rancio y no podías estar mucho tiempo porque te afectaba a los pulmones. Cuando teníamos que mover las cajas o cambiar embalajes de sitio, se levantaba un polvillo insano que te tenía tosiendo un par de días. Al subir a la parte superior había un par de escalones sueltos, que daban muchos sustos y más de uno estuvo a punto de dejarse los dientes escalera arriba o escalera abajo. Un simple tornillo o una tuerca, hubiera servido para evitar ese problema... (continuará)

04 diciembre 2006

Los chantajes de los clientes

Hubo muchas ocasiones en que la viveza de los clientes y la dejadez o permisividad del jefe nos dejó en situaciones comprometidas. La tesitura era tal que cualquier decisión que tomaras, te perjudicaba. De esta forma, si ponías en duda la palabra del cliente, podías ser amonestado por el propio cliente o por la empresa, la cual, como ya hemos visto, tenía un criterio muy especial para defender a sus empleados. La que voy a contar, también sucedió un sábado por la mañana (ver El día que vino la policía). Esta vez, un cliente con cierto "poder" sobre la empresa, impuso su ley, al margen de cualquier reprobación. Expliquemos los antecedentes: cliente de toda la vida, profesional liberal de prestigio, gerente susceptible de ser manejado por clientes sin escrúpulos bajo la máscara del dinero o del elitismo.
Una mañana de sábado se encontraban dos de los pringadillos del turno de tarde (y de mañana los sábados) comenzando sus labores. Era temprano, el reloj aún no marcaba las 9. Se recibe una llamada. Un conocido cliente está al otro lado del aparato. Las órdenes eran muy simples: "ayer hablé con tu jefe y me dijo que iban a venir hoy por la mañana a mi casa a arreglarme el ordenador". Nos preguntamos y ninguno de los trabajadores sabía nada al respecto. Claro, no le podíamos decir al cliente que no sabemos nada y poner en duda su palabra. Le estaríamos llamando mentiroso, y claro, siendo un cliente conocido e "idolatrado" por el jefe... no sería muy prudente contradecirle. Táctica de escapada, le digo:" sólo somos dos, estamos acabando cosas y no podemos salir de la empresa, porque no podemos cerrarla". Respuesta del cliente: "a ver, a mí tu jefe me dijo que hoy por la mañana me iban a arreglar el ordenador, en mi casa". Le seguimos insistiendo, y le aconsejamos que traiga el ordenador a la empresa o que venga a recoger a uno de nosotros para llevarle. Respuesta del cliente:"el ordenador se tiene que arreglar en mi casa y yo no puedo ir a recoger a nadie. Tu jefe me prometió que un técnico vendría aquí por la mañana". Imposible discutir con él. Según lo que he contado fechas atrás, la palabra de cualquiera era infinitamente más poderosa que la de los empleados pringadillos. Como mi compañero no conducía lo tuve que llevar yo. Cerramos la empresa y pusimos un cartel advirtiendo a posibles clientes que la empresa no estaría disponible al público esa mañana. Después de dar unas vueltas sin encontrar el domicilio de esa persona, al fin damos con él. No se trataba de su ordenador personal. Se trataba del ordenador de su hijo. Por alguna razón, que ahora permanece en las tinieblas de mi memoria, nos tuvimos que quedar los dos a arreglar ese equipo. La empresa cerrada a cal y canto. Se pasó el turno de trabajo y directamente nos fuimos para casa. Todo el fin de semana tensos con esto. Yo pensaba: "el lunes va a haber problemas".
Llega el lunes por la tarde. Nos reincorporamos al trabajo. Lo primero que nos dicen es que han llamado clientes quejándose de que la empresa estaba cerrada el sábado. Más acojonadillos que otra cosa comenzamos a trabajar hasta que llegó el jefe unas horas más tarde. Nos pregunta por el fin de semana y le decimos que el cliente X nos llamó y nos conminó a desplazarnos a su casa para arreglarle el ordenador al hijo. El jefe se queda perplejo y nos contesta:"yo nunca le he dicho nada al cliente X". Pero tampoco se enfada demasiado... pero insiste en que eso es un abuso por parte del interesado y que él no ha dicho nada de ir a su casa. Además, nos advierte que no volvamos a dejar la empresa cerrada. Uno como que se queda más tranquilo, pero con una incertidumbre muy acuciante rondando la cabeza. Pocos días después aparece el cliente y mi jefe no le dice absolutamente nada. Se quedan hablando entre tertulias y risas y luego se van a tomar un café. ¿Qué ocurre aquí? El profesional liberal siguió exigiendo trabajos tiempo después, ninguno tan flagrante como el contado, pero en general, con total impunidad.

03 diciembre 2006

La cesta de Navidad

Este es el segundo capítulo dedicado a la Navidad en mi empresa. Como dije en el primero (La Comida de Navidad) mi jefe tiene una animadversión obsesiva a la Navidad, o más bien con la simbología religiosa asociada. Pero, en fin, las cosas son así: si quieres un puente del Pilar, tendrá que haber una Pilar de por medio. Al margen de este tipo de cosas que generan controversia y nos alejan del norte de la cuestión, decir que estas circunstancias se traducían en pequeños despropósitos en la empresa. Así, al igual que no disfrutábamos de una comida de empresa, tampoco gozábamos de una cesta de Navidad. Vale, de acuerdo, no es obligación de la empresa. Pero los pequeños grandes detalles marcan la diferencia :-D Hay organizaciones que regalan a sus empleados prácticamente la mesa de Nochebuena, otras que ofrecen pormenores que te alegran el día, otras que obsequian con frugales presentes y la mía, te brindaba con nada.
Siempre antes de estas fiestas, empezaban a correr rumores sobre la falta de solvencia de la empresa, que había problemas económicos, que llegábamos justos a final de año, etc... tengo mi opinión al respecto, porque había cosas que luego veía y no encajaban para nada con esos rumores. Consecuencia de ellos era que nadie se extrañaba de que no hubiera cesta en Navidad. Ni cesta, ni turrones, ni polvores, ni peladillas... ni un simple caramelo de a peseta. Esto ocurrió desde que empecé, que éramos 7 trabajadores incluyendo al gerente, hasta cuando fuimos casi 20. Entiendo que cuando trabajábamos pocos, los rumores pudieran ser ciertos, pero si luego empiezas a contratar y hacer cantidad de obras... ¿tienes problemas económicos? La empresa tendría sus razones y no voy a entrar a juzgarlas. En el año 2002, si no me equivoco, que es cuando nos cambiamos al euro, el jefe tuvo el detalle de darnos una bolsita de aquellas en la venían muestras de todas las monedas, hasta un valor de 2000 pesetas. Creo que ha sido la única dádiva que hemos recibido, al menos en mi caso.

02 diciembre 2006

Tu coche es el coche de la empresa IV

g) En algunas ocasiones la empresa ofreció el vehículo para uso personal del empleado.
h) La empresa pone a disposición de los empleados plazas de aparcamiento para sus vehículos.
h1) Circunstancia 1: el trabajador agradece el gesto de la empresa, pero resalta que no se trata de una ventaja particular, sino que afecta a todos los miembros de la organización, independientemente de si ofrecen o no sus vehículos para el servicio de la empresa.
h2) Circunstancia 2: el trabajador hubiera deseado que ese desembolso hubiera sido incorporado a su nómina, ya que hubiera servido para costear los gastos ocasionados por el uso intensivo de su propiedad, así como hubiera permitido aumentar la cobertura de su seguro de automóvil (hubiera, hubiera, hubiera, hubiera).
i) El trabajador cansado y estresado lleva el coche de la empresa al taller de reparaciones, dejándose accidentalmente un destonillador eléctrico de más 5 de años de antigüedad y que no funciona, y un cable de red usado de 30 cms, dentro del vehículo. Valor de ambos elementos: nada o menos. El lunes siguiente, a primerísima hora, recibe una bronca tremenda delante de todos sus compañeros y es acusado de no cuidar la propiedad de la empresa y que ese tipo de actuación equivale a robar, es decir, que es un ladrón. Sí, el mismo que les escribe estas palabras y que no cobraba las horas extras, estaba trabajando todo el día, usaba su coche a beneficio de la empresa, cobraba un sueldo paupérrimo, recibía broncas de clientes y proveedores porque su jefe se escondía de ellos, el mismo que era amenazado por clientes y que llegaba a casa y se ponía con su ordenador y su teléfono a buscar información para resolver problemas al día siguiente y que además se pasaba las noches en vela, que ponía dinero de su bolsillo cuando la caja no cuadraba porque su jefe les hacía jugadas chungas con las facturas y la caja, y no quería que le acusaran de delitos absurdos en la jornada venidera. El mismo que en ese preciso momento tuvo unas ganas inmensas de reir y reir oyendo tales majaderías. Por favor, con estos argumentos... ¡ quién me puede negar que la vida es bella!

Tu coche es el coche de la empresa III

Dedico, en esta ocasión, unas palabras para comentar las mejores jugadas referidas al goce y disfrute del coche de empresa. Algunas favorables y otras desfavorables. Estas son situaciones verídicas y seguramente más de un lector se sienta identificado con ellas. Espero que nadie con la última (i), o creeré que el mundo se ha vuelto loco, definitivamente.
a) Una vez, durante un desplazamiento, le hice un mísero roce a la furgoneta. Tan tan tan leve, que no se veía sino buscando con profusión*. Estaba todo alterado... pensando que me había metido en un buen lío. Toda la noche sin dormir, y al final resulta que no era ni el primero ni el último que había recibido el vehículo, pero claro, cuando estas a tope de estrés y tienes un jefe que te busca las cosquillas, cualquier detalle te deja trastornado.
b) Años más tarde, un compañero, para esquivar un golpe, se salta un bordillo y arranca uno de los embellecedores del coche. A efectos prácticos no tiene importancia. Recoge la pieza caída, de forma que no se pierda. Poco tiempo después, el jefe, busca con ahínco al profanador del vehículo y le exige que lo arregle, de manera que se lo lleva al garaje de la empresa y le da las herramientas para que lo repare. Conclusión: empleado evita que la empresa se quede sin vehículo, se rompe algo, y el empleado es quien tiene que arreglarlo, porque la empresa no posee un seguro adecuado.
c) Entretanto, un familiar del gerente usa el coche para sus prácticas de conducir, abolla el coche sensiblemente. No ocurre nada.
d) Entretanto, un familiar del gerente, disfruta del uso del vehículo, de tal manera que hay días que el automóvil no está en la empresa, con lo cual los trabajadores tienen que usar sus propios transportes o esperar a que le devuelvan el de uso común, y que como se ha comentado no se remuneraba adecuadamente. No hay responsabilidades.
e) Jefe: "Tienen el coche hecho una mierda. No lo limpian. Está todo sucio y yo tengo que cogerlo para ir a mi casa de la playa y da pena ir en él". Responsabilidades: empleados zainos rehusan sus obligaciones, dejando una propiedad de la empresa en mal estado.
e1) Situación paradójica 1: el jefe deja el coche lleno de tierra y salitre cada fin de semana, pero eso no supone ninguna responsabilidad, es el trabajador el que se tiene que hacer cargo de su limpieza.
e2) Situación paradójica 2: el empleado "pone a servicio de la empresa (sin cobrar)" su vehículo, de manera que siempre lo tiene inmundo e indecente, hasta para sacar a su novia o su familia de paseo y además no lo puede limpiar en horas de empresa ( a pesar de que se pasa todo el día trabajando) porque eso sería un "robo" a la organización. Sin embargo, el currante tiene la obligación de tener impecable un vehículo que no es suyo, que muchas veces no puede utilizar y que además ensucian otros.
f) Los empleados, ya que usan el transporte de la empresa, deben responsabilizarse de los cambios de aceite, visitas al taller y desplazamiento a la I.T.V. (Inspección Técnica de Vehículos). Los trabajadores no lo hacen con el rigor debido, siendo recriminados por el gerente.
f1) Situación paradójica 1: el vehículo es utilizado no sólo por los miembros de la empresa, sino también por el gerente y algún familiar para uso personal. Las responsabilidades por lo tanto, deben ser compartidas.
f2) Situación paradójica 2: el empleado lleva su coche (vehículo que usa la empresa) al taller y llega tarde a trabajar, con las consiguientes indirectas por parte de la empresa, debido al "horario flexible autoproclamado" del currante.


* Según la Real Academia Española


profusión.

(Del lat. profusĭo, -ōnis).

1. f. Abundancia en lo que se da, difunde o derrama.

2. f. Prodigalidad, abundancia excesiva, superfluidad.

01 diciembre 2006

Tu coche es el coche de la empresa II

Respecto a la pasada entrada, decir que no era sólo yo el que aportaba el coche a la empresa, también lo hacían otros compañeros con idénticos resultados. Siempre había alguien que era más espabilado (lo cual no tiene que ser despectivo) y tuvo claro que su coche no era de la empresa. Y el jefe se tuvo que aguantar. Jajaja, pero parece que a otros no nos permitía esas ligerezas, sin una pequeña vendetta. Bien, voy a dar un salto importante en la crónica que estoy escribiendo para narrar a que absurdo final condujo todo esto. Como dije ayer, mucho uso del vehículo propio y poca retribución del servicio. Hacia el año 2003 la empresa se dividió finalmente en varios departamentos, con cierta autogestión cada uno (se supone que mucha, pero como todo en la empresa, era una apariencia). En el departamento en el que se encontraba un servidor, se tomó la decisión de cobrar a los clientes por los traslados a sus domicilios o empresas. Esta era una circunstancia que no se había producido nunca antes, por lo cual era un dinero extra que recibía la empresa, pero que hasta ese momento le era desconocido. Fruto de nuestra supuesta mayor independencia departamental, decidimos que cada vez que se hiciera un desplazamiento a un cliente con cargo a un vehículo propio, ese pago se abonaría al empleado. Así estuvimos trabajando durante algunos escasos meses. Una compañera que llevaba muchísimos años prestando su automóvil, exigió también cierta retribución, por lo menos que le pagaran la gasolina, después de estar siempre sin recibir casi nada. Pero como en todas las historias de final feliz de mi empresa, aparece el ogro del jefe para arruinar la función. De repente el elemento en cuestión empieza a berrear disparates como que le estábamos robando, que estábamos abusando de la empresa, que ese dinero pertenecía a la empresa y que ya bastante pago teníamos con los 20 euros de combustible, que si nos estábamos marchando antes del horario con la excusa del coche, que si no producíamos lo suficiente para encima cobrar más... en definitiva: un atropello ético y lingüístico para poner en un museo junto a su fotografía. Sinceramente, es muy frustrante pensar que has puesto tus medios durante años, sin prácticamente percibir nada por ellos y que cuando quieres que se te remunere (teniendo en cuenta que es un gasto con el que corren los clientes, no la empresa) te llamen ladrón. ¡Ardes por dentro! Entienden ahora por qué les digo que estoy quemado ;)
El tema todavía da para un poco más, así que el próximo día contaré algunos pros y contras.

30 noviembre 2006

Tu coche es el coche de la empresa

En esta nueva entrada voy a relatar como los trabajadores teníamos que poner a disposición de la empresa el uso de nuestros vehículos y como se remuneraba esta acción. Raramente se nos hizo tal petición, pero las circunstancias y el trabajo obligaban a ello, quisiéramos o no.
En los primeros años de curro no tuve que hacer uso de mi coche, sino en contadas ocasiones. Como trabajaba de puertas para adentro, no salía demasiado a clientes en la calle. Solamente cuando a final de la jornada, había que llevar algún equipo nuevo o dejar algún ordenador en una empresa, el jefe me decía que terminara antes y que lo llevara, con la falsa apariencia de que iba a ser mejor para mí. Se suponía que iba con tiempo y que como acabaría antes, llegaría más temprano a mi casa. Prefiero no hacer comentarios al respecto en este momento, otro día me desquitaré con ganas ;-)
La empresa era dueña de un vehículo nuevo, que adquirió a los pocos meses de empezar a trabajar yo. El problema principal era el siguiente: había más técnicos de campo que vehículos, por lo tanto la mayor parte de las veces el empleado tenía que utilizar su automóvil para poder atender a los clientes. Usar los transportes públicos no era una solución óptima. Se supone, que por esta prestación, la empresa ofrecía un pago, por llamarlo de alguna forma. Esta remuneración consistía en unas 2.000 pesetas al mes, 20 euros después. Claro, tampoco te podías pasar usando el coche, porque no te compensaba, y el exigir más dietas no era bien visto por la empresa. Para evitar altercados y roces, así como venganzas, como que te aguantabas un poco. Cuando volví a pasar al turno de mañana sobre el año 2001/2002 el uso de mi vehículo era diario y constante. La retribución la misma. Esto significa que tu coche está siempre lleno de cables, de basura, de papeles, de cajas, destornilladores, plásticos, etc... que lo tienes que limpiar tú en tu casa, no en la empresa, porque te podían echar una bronca. Significaba que hacías un gasto de gasolina y de desgaste del vehículo que no te compensaba el pago simbólico ni cualquier apartado sospechoso en la nómina. Significaba que estabas mucho tiempo en carretera, de manera que si recibías o dabas algún golpe, o tenías un accidente, iba a ser a costa de tu seguro. La empresa no iba a responder de daños. Eso provocaba además, que tu aseguradora te quitara la bonificación, con lo cual en la próxima factura eras tú el que pagaba más y no la empresa. Significaba además, que si te quedabas sin el coche, la empresa no te iba a dar uno para que siguieras tu vida normal. Significaba que te pudieran rozar, robar, romper cristales, etc... Todo, todo, todo con cargo a tu cuenta. Te pones a hacer números y el resultado es que no tienes nada que ganar y todo que perder. Mi empresa además, no pagaba por kilometraje. Pero claro, si querías hacer el trabajo, tenías que poner el coche, porque el de la organización ya lo utilizaba otro técnico, la persona encargada de logística, el propio jefe, algún familiar del jefe...

29 noviembre 2006

Algunas cosas buenas

A lo largo de casi un mes he estado contado situaciones adversas en su mayoría. No es para menos, puesto que esa era nuestra realidad diaria, y la mía en concreto, que es la que mejor conozco. Todavía quedan episodios interesantes que contar y tanto o más tragicómicos que los que he descrito. Sería injusto, por otra parte, sólo comentar el lado oscuro y no poder alumbrar con alguna llama las tinieblas. Escasa luz iluminó la lobreguez de mis días en aquel lugar, más alguna lo logró. Una ventaja muy interesante con que nos premiaba la empresa era la posibilidad de elegir las vacaciones a tu gusto, siempre y cuando no se produjeran incompatibilidades con compañeros o el trabajo. Pero aún más, las podías fraccionar hasta su mínima expresión, pudiendo elegir un mes, semanas, días... al libre albedrío. Desde luego que en pocas empresas se goza de este privilegio. Además yo tenía la costumbre de solicitarlas con poca antelación, y se me permitía. Lo normal era que a principio de año las fijaras... pero bueno, teniendo en cuenta las palizas que me metía y la de mierda que pasé, algún detalle tenía que tener la organización. De todas formas, siempre me interrumpían en medio de las vacaciones y tenía que volver para arreglar cosas.
Otra situación que se producía era que llegaras tarde a trabajar. No te solían decir nada, al menos directamente la mayoría de las veces, pero con ciertas indirectas y trabajos forzados sí. No se echó a nadie por esta razón. Aunque claro, si te pegas currando desde las 8 de la mañana hasta la 1 de la noche (que no te pagan) a ver que jefe tiene "huevos" de decir algo. Disculpen mi crudeza lingüística. Esta noche los términos vienen a mi cabeza un poco rebeldes.
Otro detalle que teníamos en los primeros tiempos, era la posibilidad de irte a merendar media hora. Luego la empresa estimó que eso era un abuso por parte de los trabajadores, y por tal razón, se creó un consejo inquisitivo sancionador, que perseguía con afán cualquier movimiento del puntero del reloj superior a 15 minutos. Ya lo detallaré en próximas entradas.
Otro beneficio del que disfruté era la posibilidad de ponerte enfermo y no tener que justificar la ausencia, al menos, en los primeros años. Luego el tema fue por otros derroteros. También es cierto que la mayoría de las veces iba a trabajar con fiebre, tos, vómitos o diarrea, y salvo algunas escasas ocasiones, no se me dijo: "vete a tu casa que das pena". Así que dejaremos esto, al igual que las anteriores, como ventaja compensada.
Otra circunstancia favorable era el horario teórico. De 35 horas. Pero como ya hemos visto, en la realidad nunca pude disfrutar de él, bueno sí, disfrute de un salario de 35 horas ;). Luego, tuve la posibilidad de ingresar en el club de los afortunados de la mañana, y de esta manera, tenía un horario casi de funcionario. Pero vuelvo a insistir, sólo en la teoría. Para mí, al menos, la práctica siempre fue muy diferente.
Algunos compañeros pudieron gozar de estas prebendas, por tanto, es justo decir, que la empresa también tenía sus buenas cosas.

Si se me ocurre algo más lo comentaré en otro post.

28 noviembre 2006

El día que vino la policía

Voy a contar un hecho que ocurrió una mañana. Otra de las anécdotas para enmarcar que me sucedieron en la empresa. Ya había dicho en una de mis primeras entradas que la profesión de informático es una profesión de alto riesgo (El primer verano II), a lo que añadiría que también es de alto voltaje, porque las chispas saltan por doquier. De alguna manera el estar todo el día enchufando y encendiendo cosas nos tiene que afectar :-D Cuando tratas con clientes iracundos puedes acabar en una orgía de fuego y alta fidelidad de sonido, o puedes acabar... ¡interrogado por la policía! ¿No se lo creen? Lean pués.

Sábado por la mañana. Día, mes y año ignorados en la memoria. Cualquier sexta jornada de la semana comprendida entre finales del Año de Gracia de Nuestro Señor de mil novecientos noventa y nueve o del año dos mil. La fecha de por sí ya auguraba un final apocalíptico. Encontrábanse dos miembros del turno de los pringadillos de la tarde (y de los sábados por la mañana) entretenidos en sus quehaceres profesionales. Sólo una orden turbaba la supuesta cotidianidad de esa fecha...
Pocas semanas antes. A un cliente (amigo del jefe, por supuesto) se le entrega un ordenador nuevo. Su característica más importante: dispone de grabadora de CDs. El equipo es entregado conforme a lo estipulado. El interesado abona una fracción de la cantidad total. El resto será sufragado más adelante. Hechos fundamentales: grabadora y pagar sólo una parte. Nota de interés: el coste de cada CD virgen era prohibitivo. Perderlos sin más, suponía una merma financiera apreciable.
Semana del suceso: el cliente no está satisfecho con el PC que se ha llevado. Su interés primordial, la grabadora de CDs, es reacia a ofrecer los resultados esperados. No graba ni con cincel y martillo. El cliente muestra claros signos de desesperación e irascibilidad contenidas. Reacciona con contundencia aún a bajos niveles de presión.
Viernes (un día antes): el equipo en cuestión se encuentra en la empresa para ser reparado. No está terminado. Hay diferencias entre el gerente y su "amigo". Se llega a una especie de ultimatum. El sábado el cliente pasará a recoger el ordenador y lo quiere listo. Se emite la siguiente orden al turno de los pringadillos: "mañana el cliente X vendrá a recoger su equipo, si no lo paga, no se le entrega". El turno de los pringadillos recoge el edicto, ignorante de las consecuencias. El gerente, que en las últimas semanas solía aparecer todos los sábados, delibera irse de la ciudad. La cobertura defensiva ha decidido dejar al frente a su suerte.

...Sábado (día de autos). La jornada empieza tranquilamente. Ningún cliente perturba la paz del local. Ningún teléfono rompe el relajado quehacer de los currantes. Hacia las 10 de la mañana, un cliente sortea la puerta de entrada, y se dirige hacia una de las mesas que hay al fondo. Detrás, sentado, se encuentra realizando gestiones y atendiendo el teléfono, un empleado. Este trabajador responde al pseudónimo de "Er Kemao" en estos momentos y en esta publicación. El cliente, denominado X, saluda, se presenta y manifiesta su deseo de retirar el supuesto ordenador arreglado. El empleado expresa su conformidad y aclara al interesado que tiene que depositar el resto del pago pendiente. Éste pasa de blanco a rojo chillón (nunca mejor dicho) en cuestión de décimas de segundo. Una propiedad camaleónica sorprendente, sólo superada por el inspector de hacienda de la película "La cena de los idiotas", cuando toma el vino. El cliente ,visiblemente enojado, muestra su indignación ante tal petición argumentando que ese PC no funciona y hasta que no lo vea funcionando no está dispuesto a desembolsar cantidad alguna. El pringadillo ante tal actitud, responde que es un simple peón que acata órdenes de poderes fácticos superiores, que le han encomendado la tarea de preservar el ordenador a toda costa. Y que sólo un caballero de guante blanco bien provisto de abundante peculio podría acceder a divino tesoro. El cliente envuelto en un halo de ira, arremete con reforzado ánimo, gesticulando y haciendo aspavientos en una especie de danza infernal. El empleado acorralado en su silla sortea cada nueva estocada como buenamente puede, mientras decide si usar como defensa un clip o una goma de borrar. Después de unos minutos de encarnizada batalla, el cliente toca retirada, al comprobar que el castillo es imposible de tomar. Silencio. No se oye ni el zumbar de las moscas. Ni el crepitar del plástico en las papeleras. Sólo silencio. Los compañeros hablan de la aventura que acaban de vivir...

...Sábado, día de autos (20 minutos después). Dos personas cruzan la puerta. Delante, con una sonrisa maligna perfilada en sus labios, el cliente iracundo; detrás, un agente del orden. El interesado señala al currante y exclama: "¡Este es!". El trabajador suspira viendo lo que se le viene encima y piensa: "¿para qué me habré levantado esta mañana?". El policía interroga al empleado y le pregunta que es lo que ocurre. El pringadillo, que no se lo cree, responde que el caballero había venido a retirar un ordenador, pero que no podía puesto que no había satisfecho las cantidades adeudadas. El gris agente mira detenidamente al trabajador y luego, de similar forma, al interesado... y piensa: "¿ qué c*** hago yo aquí?". Fiel a su cometido, el alguacil solicita la documentación al pobre e indefenso pringadillo, con el pretexto de que tiene que anotar el altercado. El trabajador entrega su carnet de identidad visiblemente afectado, pero colaborador. Se toman los datos oportunos. El agente del orden invita al perturbado y furibundo cliente a seguirle si quiere redactar una denuncia. El colérico interesado le sigue descompuesto y sin ordenador.
Silencio. Silencio. "¡Me c*** en todo lo que se arrastra!" proclama a grito pelado, el informático.

Minutos después... ringgggg, ringggggg... Hola, soy el jefe, te llamaba para saber si ya había venido el cliente X (voz de circunstancias, como si le dices a un cochino que pase por la puerta, pero no le dices que es para el matadero). Respuesta: Sí, ya vino (o te pensabas que eran unos Boys Scouts vendiendo galletas). Jefe: "¿y qué pasó?" (como si no lo supiera). Le explico los detalles y me dice: "¡no sabes cuanto lo siento!, la verdad que no pensaba que se comportara así, y eso que es amigo mío". ¿Sientes habernos dejado solos a disfrutar de esta preciosa mañana, mientras te largabas lo más lejos posible? ¿no pensabas que se comportara así pero pusiste los pies en polvorosa? ¿amigo? ¿con amigos como este quién necesita enemigos?.
Con este argumento se podría escribir un libro titulado: "Cómo corrí a esconderme del cliente asilvestrado" o "X, ¿dónde está mi ordenador?" Hasta Hollywood filmaría una película. ;-)

No se vayan, aún hay más. Una de las muchas razones que me impulsó a escribir este diario, fue la indignación por sucesos como el narrado y de como reaccionó mi jefe. Todavia me hierve la sangre al oir sus palabras el lunes siguiente, cuando volvimos al trabajo. Palabras que repetiría años más tarde cuando le increpé por su conducta en este jaleo. Palabras como: "De verdad que lo siento un montón. Perdona. No sabía que fuera a ocurrir". Siempre pienso en ello como si alguien te tira por un barranco, y cuando te ve allí roto, te dice jovial y alegremente: "lo siento", "perdona, fue sin querer".
Más aún me queman sus otras palabras: "eso que me hizo mi amigo", "¿cómo pudo hacérmelo a mí?", "eso que tuve que aguantar". Tristemente mi jefe recurre al victimismo como salida a sus agravios, ultrajes y humillaciones. Como le dije en una bonita reunión de 5 horas: "no te lo hizo a ti, me lo hizo a mí y tú no estabas para evitarlo. De hecho, me pusiste delante para que no te pasara".

27 noviembre 2006

Irregularidades en las nóminas II

Al publicar esta mañana el anterior post, me quedé pensando que si yo fuera empresario no me agradaría en absoluto que dijeran que mis nóminas son irregulares. Se atienen a la ley. No hay nada ilegal en lo que hago. Yo te ofrezco un sueldo y tú eliges si lo quieres o no. Entonces, ¿por qué me dices que hay elementos de sospecha en mis acciones? Mmmm, buena pregunta. Tal vez se deba a que rozan lo ilegal dentro de la ley. Tal vez se deba a que como currante desconozco la mayoría de mis derechos, y tú, empresario*, no sólo los conoces por tus años y experiencia, sino que además pagas asesores que te permiten caminar en el filo de la navaja sin degollarte. Tal vez se deba a que sabes que aunque puedas ser denunciado, tienes que poco que perder. Mientras tanto has ganado mucho. Son reflexiones espontáneas que me han surgido a lo largo de la mañana y que plasmo en este medio, que a fin de cuentas es un diario, y como tal, es una vía de expresión de las experiencias y emociones cotidianas. La subjetividad en persona.
A lo largo de aquellos primeros años en la empresa, a parte de los citados mini sueldos y las retenciones misteriosamente desaparecidas (un atento visitante me ha resuelto esta duda. Para más detalles ver los comentarios de la pasada entrada "Irregularidades en las nóminas I" ), hubo otra anomalía importante en las nóminas. Como digo, en el caso de éste que escribe . Sé que lo eran también para la mayoría de los compañeros, porque hubo reuniones y negociaciones con la empresa para arreglar ese "desliz". La circunstancia a la que me refiero es el salario base y los complementos**. Disfrutábamos de unas nóminas en las cuales sólo figuraba el salario mínimo interprofesional (S.M.I.) como percepción salarial. El resto del sueldo, y que podía llegar a ser alrededor del 40% del mismo, estaba formado por partidas en el apartado de "percepciones no salariales". Estas remuneraciones eran: transporte, dietas, complemento salarial y desgaste de herramientas. Más tarde apareció la "dedicación exclusiva", la cual abordaré con pasión en otra entrada. Evitando todo el vocabulario técnico, el cual me cuesta comprender, ¿qué significaba la distribución de conceptos en la nómina? Simple y llanamente, que estaba en una posición sensible respecto al paro y la seguridad social. ¿Por qué? La prestación por desempleo se calcula básicamente en función de las cantidades que figuran a la izquierda de la nómina. Cuanto menos tengas, menos cobras. Se agradecería que alguien lo aclare, puesto que yo me pierdo en estos temas. Si te quedas parado y tienes muchas facturas que pagar, si ya de por sí te costaba llegar a final de mes, en esta situación, no llegas ni a la primera semana. Si a esto le añadimos el agravante de que la empresa te paga poco, no te paga las horas extra y tu jefe se ahorra mucho dinero haciendo las cosas así, más que irregular, deberíamos llamar a la situación: "enrehostiante". Si además tenemos en cuenta que el gerente se queja constantemente de que ocasionas perjuicios económicos a la empresa; se produce un déficit de términos en el diccionario para expresar la indignación que genera tales hechos.

* Desde mi punto de vista ni todos somos ángeles ni todos somos demonios. De esta forma, cuando hago una puntualización sobre el empresariado, no trato de hacer una generalización, que por lo demás sería injusta puesto que ni tengo los conocimientos ni los elementos de juicio suficientes para hacer tales afirmaciones. Cada empresa, cada trabajador, cada momento y cada relación es diferente. Lo que sí expongo es mi opinión en función de mi experiencia laboral en la empresa X y respecto a la empresa X en el periodo de tiempo X. En este contexto es válida la expresión figurativa que propongo.

** En la foto que se adjunta, correspondiente a mediados del año 2000, se observa que como concepto salarial sólo figura el "sueldo base", que es de 70.000 pesetas. El resto del sueldo se remunera mediante varios conceptos no salariales como transporte, desgaste de herramienta, etc... Estos apartados constituyen el 40% de la nómina. Hablamos en términos brutos. En caso de despido, la prestación por desempleo sería paupérrima.

Irregularidades en las nóminas I

En el año 2000, tuvimos la suerte de que nos aumentaron el sueldo* al turno de los pringadillos de la tarde. Pasamos repentinamente de nuestras 85.000 pesetas (unos 525 euros) a unas 115.000 pesetas (unos 685 euros), o al menos, le ocurrió a un servidor. ¡Guau! ¡Qué subida tan impresionante! Teniendo en cuenta lo que trabajábamos y que tenía compañeros de estudios que estaban ganando entre 800 y 900 sin incluir las horas extras, pués tampoco es como para dar saltos de alegría. Pero, en fin, no estaba nada mal, para como estaban las cosas. Sin embargo, tal y como me dijo un compañero mucho tiempo después: "¿tú no sabías que en las nóminas esas no habían puesto la retención para hacienda?". "Vaya" pensé. Las revisé y efectivamente, tuvimos unas 2 ó 3 nóminas sin retención a hacienda. Eso justificó que en los siguientes meses nuestro sueldo bajara sorpresivamente hasta las 106.000 pesetas (unos 640 euros), cuando al fin, nos trasladaron la retención del I.R.P.F. Claro, a punto de pedir un aumento de sueldo la empresa hace una jugada maestra: sube el salario y además elimina el impuesto con lo cual parece una gran subida, pero cuando pasa la euforia inicial, vuelve a corregirlas y nos queda un aumento bastante exiguo. Increíblemente, tiempo después también me enteré de que este experimento fue una equivocación por parte de la empresa. Según me contaron, no te pueden bajar el salario. De esta manera, la empresa incurrió en el error de subir el sueldo, pero no previó que no podría dar marcha atrás. Por esta razón, tuvimos esas charlas fuera de horas, en las cuales el jefe intentó cambiar el sistema de trabajo, para cambiar los pagos. Esa es la información de que dispongo a falta de una segunda opinión. Si alguien tiene idea sobre el tema, estaría bien que lo comentara. Sería una información muy interesante para todos aquellos que están trabajando.
Los siguientes años ya no hubo sobresaltos en este tema, pero todavía tardaría tres años más para conseguir ganar 720 euros, para lo cual, y como contaré, hice varios miles de horas extras no pagadas. Recuerdo las decenas de veces que clientes que me encontraba por la calle, o en el propio trabajo me decían: "Tú que eres informático debes ganar un montón". La realidad, era/es que no. Pasábamos muchas horas trabajando, pero no teníamos un gran sueldo. Los informáticos que ganan un salario apropiado son los menos.

* Hablando en términos netos (lo que sirve para comprar lentejas, pagar las facturas y ponerle gasolina al coche).

Uno de los visitantes del blog me ha aclarado el tema de las retenciones a cuenta del I.R.P.F. que misteriosamente desaparecían y que yo no entendía el porqué. La exposición está en los comments de esta entrada.

26 noviembre 2006

La comida de Navidad

Con esta entrada voy a abrir una especie de ciclo dedicado a la Navidad en mi empresa. Iré publicando algunas anécdotas a lo largo del mes de diciembre. Será divertido comprobar como pasábamos estas fechas en la empresa. Fechas especiales para unos, horribles para otros y dementes para nosotros ;)
Mi jefe y la Navidad no se llevaban muy bien. Ignoro las causas. Lo que no ignoro es que si a ti no te gusta algo, no vayas fastidiando a los demás para ser protagonista. Este era el caso del gerente. No podía dejar de pasar desapercibido, puesto que pensaba que eso era una merma de su autoridad. Lo lamentable era que elegía los peores momentos para hacerse notar. De esta manera, su crédito en vez de quedar reforzado, quedaba menoscabado. No ganaba aprecio con sus polémicas acciones. Esto quedará fielmente reflejado en las tarjetas y felicitaciones de navidad. Pero vayamos por partes.
A lo largo de las 8 Navidades que me tocó sobrevivir en aquel lugar, nunca tuvimos una comida o cena Navidad a cargo de la empresa. De hecho, la entidad debería haber acuñado o patentado la expresión: "ni una **** peladilla". No digo que invitara a una opulenta comida, repleta de ricas viandas y manjares, ni siquiera que compartiera unos caramelos o unos polvorones, ni siquiera que ofreciera un café de máquina de 50 céntimos... Definitivamente, no obsequió ni una sóla peladilla.
Vale, no es una obligación de la empresa. No tiene porque hacerlo, al menos que yo sepa, pero los pequeños grandes detalles marcan la diferencia. La diferencia entre un líder a seguir o un líder a repudiar. Si venías arrastrando discrepancias a lo largo de todo el año, estos pequeños gestos pueden ayudar a limar esas desavenencias; por el contrario, si lo que haces es fomentarlas, acabarás consiguiendo que los empleados se distancien del administrador y de la empresa. Otra razón importante es la ingente cantidad de horas extras que realizábamos y ya que la empresa "no era capaz" o no quería pagarlas, por lo menos que se marcara un detalle.
En alguna ocasión quedamos algunos compañeros para ir a comer, pero por nuestra cuenta. Como el descontento era generalizado y no sólo hacia la empresa, sino que bullía entre los propios integrantes de la organización, no conseguimos tener una verdadera unión entre todos. Una pena, desde luego.

25 noviembre 2006

Las críticas al jefe se pagan

Año 2006: jefe: "... es más, yo quiero que me critiquen y me digan en que me equivoco. Porque el/la compañero/a X me hace una crítica y yo estoy encantado".

Siete años antes: compañero Z: "...estas placas base que están trayendo son una mierda, no dan más que problemas...", jefe: "Z, coge ahora mismo y me traes para dentro del almacen todas las cajas de monitores que hay en la entrada, y me cambias de sitio todas las fuentes y farolas (comentaré en otra ocasión el equipamiento de jardinería)".

Cinco a seis años antes: compañero Z: "estas placas base que están trayendo son una mierda, no dan más que problemas", jefe: "Z, ahora mismo abres todas las cajas de todas las carcasas que hay en el almacen y le pones el logotipo de la empresa", compañero Z:" para mañana hay que sacar tres equipos nuevos para una empresa, con todo instalado, y las placas están dando problemas", jefe: "¡¡¡ te digo que abras todas las cajas de todas las carcasas del almacen y le pongas el logotipo!!!".

Otro de los aspectos conocidos de mi jefe era/es su total repudio a las críticas. No toleraba que nadie le objetara lo más mínimo. Si alguien tenía ese desliz, acababa siendo seriamente reprendido. Directamente no te lo decía, pero los trabajos forzados que te obligaba a realizar después de abrir la boca, eran probado argumento de su colérica venganza. Llegaba a ser tal su irracionalidad, que comprometía la viabilidad de la empresa con tal de reafirmarse como jerarca absoluto e incuestionable. Sus ideas o acciones, según su opinión, eran no sólo las mejores y más correctas, sino que cualquier oposición o discrepancia se traducía en un escarmiento ejemplar.
En este sentido, no pongo en duda que las decisiones que un gerente toma se deban respetar por parte de los trabajadores, pero considero que un jefe inteligente debería escuchar las razones de sus empleados, y mucho más en cuestiones técnicas, las cuales no vive o de las cuales no tiene muchas nociones. Los trabajadores que experimentan día a día nuevas situaciones, controlan en gran medida que aspectos son beneficiosos y cuales no para el buen hacer de la empresa. Tratándose de mi jefe, y como decimos en mi tierra: "échale de comer aparte". Era capaz de tirarse (y tirarnos) al abismo, con tal de quedarse con la última palabra en todo.
Las anécdotas que abren esta entrada, le sucedieron a un compañero que tenía la desdicha de decirlas en el momento menos indicado y el infortunio de que el gerente las oyera. Lamentablemente, cuando la empresa abrió los oídos fue demasiado tarde, y aún así, sabías que una chispa de rencor brillaba en sus ojos cada vez que se sentía criticado.
Otro de los aspectos que comentaré cualquier día, es el oportunismo de mi jefe. La capacidad de aparecer cuando dices o haces algo inadecuado.

24 noviembre 2006

La californiana

Todo no iban a ser tragedias en mi empresa. Siempre hubo buenos momentos con compañeros y clientes, que servían para relajar esa presión que nos oprimía y esa espada de Damocles que pendía constantemente sobre nuestras cabezas, aunque no precisamente por aduladores.
Una de las anécdotas que recuerdo con cariño, fue la de una chica que vino para arreglar el ordenador. Yo estaba en la parte alta de la tienda-garaje. La mesa donde arreglaba los equipos miraba directamente hacia la puerta de entrada, de tal forma que podía ver a todo el que entraba caminar hacia las mesas de atención que quedaban justo debajo de mí. Percibí una sombra que se acercaba a la puerta, y por ella apareció una imagen celestial. Era una chica rubia de ojitos claros, con una sonrisa enorme y una cara de simpática tremenda. Vamos, clavada a las chicas de las teleseries y de las películas de adolescentes, creo que sólo le faltaba la tabla de surf. Yo, que en aquel momento sufría mal de amores, no pude por menos que quedarme prendido de esa visión. Y mientras mi hipnótizada mirada seguía sus pasos... una nube oscura empezaba a ensombrecer la puerta. Se trataba de su padre. Un hombre grande y con cara de pocos amigos. Avanzaba con firmeza y parsimonia cual guerrero invencible en una batalla épica. Se detuvo a pocos metros de nosotros, miró hacia arriba y una bofetada invisible me golpeó haciéndome retroceder dos pasos. Hay miradas que matan, y esta en concreto decía: "¡qué c*** miras!" Era un cliente de muchos años . Todas las veces que tratamos con él tanto en el pasado como en el futuro, hubo problemas X-D Vi, de nuevo, a la chica cuando salió por la puerta, perfectamente custodiada por su guardián. Después, no la volví a contemplar nunca más, y si regresó en alguna otra ocasión, no coincidió que yo estuviera. Pero desde luego que me alegró el día.

¿Qué sentido tienen las mentiras absurdas? II

Como describí en el último post, mi jefe no había sido muy verídico la primera vez que me comentó la naturaleza jurídico-mercantil de la empresa. Pero con el tiempo volvería a rizar el rizo. Pasados unos años después de comentar que eramos una S.A. por un error burocrático, me cuenta que además el nombre de la empresa era un error porque no era el nombre que el quería. Cuando había ido al registro, el nombre que deseaba ya estaba registrado, por lo que tuvo que escoger otro, junto con sus socios, y el que se eligió al final no era del todo de su agrado. Ustedes pensaran que me he vuelto loco y que estoy escribiendo disparates sin sentido. Lo estoy leyendo nuevamente y hasta a mí me cuesta entenderlo. Pués esa es otra de las habilidades de mi jefe: crear confusión y desorden para evitar tener que rendir cuentas por desaciertos. Si él leyera estas palabras y escribiera un comentario, seguramente diría: "yo nunca he dicho eso", "tú me has entendido mal", "yo quería decir otra cosa" :-) Estas palabras ilustrarán en futuras entradas temas como los contratos, los trabajos, la relación con los clientes, las relaciones con los compañeros, etc...
En resumen: mi jefe no contaba la verdad para temas irrelevantes (no quieran imaginar para temas importantes), adornaba la realidad con fantasías y cuando se veía cogido in fraganti, reconducía su discurso intentando aseverar que tú eras el que se equivocaba.
Si recuerdo alguno de estos engaños absurdos en el futuro, le dedicaré una entrada, porque seguramente les hará reir ;)

23 noviembre 2006

¿Qué sentido tienen las mentiras absurdas? I

El trabajar 8 años con una persona te permite comparar sus opiniones y afirmaciones a lo largo de del tiempo. En el caso de mi jefe era más fácil si cabe, debido a su ligereza de palabra y su afán por recalcar ciertas cosas una y otra vez. Aunque reconozco que, a veces, su opinión tan voluble, hacía imposible determinar que afirmó la primera vez y a que idea se aferró al final. De lo que consigo recordar, hubo mucho que comentó y de lo que luego se desdijo. Mi malestar y preocupación se basa en que algunas de esas mentiras eran tan absurdas y estúpidas que te planteas que si es capaz de mentir en eso, ¿en qué otras cosas más importantes lo hará? Otra duda me ronda por la cabeza: ¿qué sentido tenían esas mentiras? ¿para qué? ¿no era más lógico decir la verdad?
En los pasados días narré como a los pringadillos nos cambiaron de empresa para no acumular antigüedad. Según mi jefe, este hecho se debía a que la ley exigía diferenciar la empresa entre una parte administrativa y una técnica. No puedo afirmar ni negar que se tratase de una mentira pero, desde luego que parece raro. Poco tiempo después, en una conversación relajada que tenía con mi jefe en la calle, y si no me equivo por la tarde después de salir de trabajar, aseveró que el nombre de la empresa era fruto de un error. Mi empresa se llamaba ##### S.A. (no pongo el nombre, porque no es importante para la narración de la historia). Según él, al inscribirse en el registro mercantil, la persona encargada del papeleo se equivocó, poniendo S.A. a una empresa que no lo era. Parece un error de lo más lógico, una confusión de lo más habitual en un registro mercantil (nótese la ironía). Bien, 6 ó 7 años más tarde me enteré de que la empresa se había constituido como S.A. y siempre había sido una S.A. a pesar de que los socios anteriores habían vendido sus acciones a mi jefe y éste había quedado como administrador único. Creo, corríjanme si me equivoco, que una S.A, no puede tener menos de dos socios, pero en caso de que todos los socios vendan a uno, sí. ¿Qué sentido tenía contarme esa mentira? ¿Por qué y para qué? ¿Alguien tiene alguna idea?

22 noviembre 2006

Las traiciones del jefe

Con los nuevos cambios que se estaba produciendo, no tardarían en caer mas víctimas. Hacia finales de ese año 2000, si la memoria no me falla, perdimos a otro compañero. En este caso, por causas diferentes. Él llevaba más tiempo que yo en la empresa. Uno año más para ser exactos, y como me había ocurrido a mí, "realizó" las prácticas en la empresa y se quedó trabajando, como todos los nuevos, por un sueldo más que discutible. También era miembro, del selecto club, de los pringadillos de la tarde. Muy buena persona. Su contrato terminó cerca del fin del verano, y como nos había pasado a otros, estaba en espera de que lo renovaran, pero mientras tanto seguía trabajando. Ignoro las excusas que el jefe le daría para no tener su nuevo contrato a punto, puesto que si seguía currando es que lo querían en la empresa. Las semanas pasaban y no le decían nada. En esta situación y valorando los antecedentes de la empresa, decidió irse porque dudaba mucho que le renovaran. Desde el punto de vista de la empresa (en mi opinión personal) la coyuntura era ciertamente interesante: tener a un trabajador formado y conocedor de la empresa, pagándole lo justo, sin la empresa pagar a la seguridad social y a hacienda, y encima tenerlo retenido con falsas expectativas de renovarle (el que calla otorga, como dice el refrán). ¿Cúanto tiempo más le hubieran tenido así, si no se hubiera ido? ¡Menudo ahorro para la empresa! La panacea de la productividad empresarial malentendida.
Como decidió marcharse, paso directamente al club de los traidores. No importa si el jefe quería que se quedara o que se marchara. Bastó con que tuviera iniciativa propia e inesperada para la empresa. Al igual que el compañero anterior fue calificado como: mal profesional, que la empresa había hecho más por él que él por la empresa, etc... Si quedó algún fleco suelto, la culpa, por supuesto, era suya que había dejado colgada a la empresa. Otro final mancillado para un trabajador que había cumplido sus obligaciones.

21 noviembre 2006

Los traidores al jefe

Uno de los aspectos fundamentales del comportamiento de mi jefe durante todos estos años fue que nadie, excepto una persona, salió por la puerta de delante. Jajaja, no piensen mal, cuando estabamos en el garage sólo había una puerta por donde salir, y cuando nos mudamos, solíamos salir por la puerta de la calle. Me refiero a que nadie salió bien parado de la empresa. Se fuera (por sus propios medios o con ayuda) o la echaran, el jefe luego sólo contaba pestes de esa persona.. Como esos compañeros se habían ido, muchas veces no volvías a saber de ellos, pero cuando te los encontrabas y te contaban su versión de los hechos.... ¡vaya, vaya! no se parecía en nada a la del gerente.
El primer caso tuvo lugar a partir de esas famosas reuniones después de la hora de cerrar y servían para que el jefe nos contara historias catastróficas sobre el futuro de la empresa. A parte de los tres que estabamos en el turno de pringadillos, había otro compañero que estaba de mañana y se encargaba de los temas de cableado, entre otras cosas. Este compañero, también era prescindible y estaba contratado en la "empresa fantasma" que se había creado, para evitar que acumuláramos antigüedad. Al contrario que nosotros, sí llegó a un acuerdo con el jefe para cobrar en función de los trabajos realizados. Al dedicarse a montar redes físicas y configurar, estaba fuera la mayor parte del tiempo y podía facturar más cantidad de trabajo suyo de lo que podíamos hacer nosotros. De esta manera, a él le salía más rentable trabajar de esa manera. O al menos eso creo yo. Le preguntaré la próxima vez que lo vea.
Hacia principios del año 2000 dejó la empresa. Me acuerdo porque por esa fecha empezamos otro compañero y yo a montar las redes. Lo que desconocía era que estos trabajos extraordinarios se debían a la marcha del compañero (en otra entrada comentaré estas nuevas y emocionantes aventuras). Al poco tiempo de su salida (segundos o minutos), el jefe comenzó a rajar de él. Decía que era un pésimo profesional, que había dejado colgados a muchos clientes, que le caía mal a los clientes en general, que no terminaba las cosas y acudía tarde a las citas, que no había cumplido sus compromisos, que se había quedado con material de la empresa, y claro, que había dejado mal al gerente... Suena muy feo. Con esa actitud, lo mejor era que se fuese, para siempre. Esta leyenda negra se había sostenido hasta hace pocas fechas, cuando pude nuevamente hablar con él y me contó su versión.
Padeció lo que llamaremos: "el mito de la agenda", es decir, tienes libertad para organizar tu trabajo, de hecho la empresa te exige que seas autosuficiente para ello, pero como al jefe (o acólitos) le dé la gana, te manda a hacer otra cosa y se queda tan pancho. Como ya conté, era demasiado habitual que te dijeran que hicieras otra cosa a mitad de un cometido, pero sin aclarar la situación a tus clientes. Tenías que ejecutar lo que se te ordenaba y además responsabilizarte antes los afectados por tu desacierto. Claro, a costa de tu honor, tu cara, tu profesionalidad... El jefe (y acólitos), sin embargo, revoloteaba cual alegre querubín en un día soleado, indemne a cualquier satisfacción*.


* Según la Real Academia Española:

satisfacción.

(Del lat. satisfactĭo, -ōnis).

1. f. Acción y efecto de satisfacer o satisfacerse.

2. f. Razón, acción o modo con que se sosiega y responde enteramente a una queja, sentimiento o razón contraria.

3. f. Presunción, vanagloria. Tener mucha satisfacción de sí mismo.

4. f. Confianza o seguridad del ánimo.

5. f. Cumplimiento del deseo o del gusto.

6. f. Una de las tres partes del sacramento de la penitencia, que consiste en pagar con obras de penitencia la pena debida por las culpas cometidas.
a ~.

1. loc. adv. A gusto de alguien, cumplidamente.
tomar alguien ~.

1. fr. satisfacerse (ǁ volver por el propio honor).