09 abril 2007

Desastre en la migración de los servidores

Como mi empresa tenía grandes proyectos, pero adolecía de la capacidad técnica para realizar algunos de ellos, toda la infraestructura de servicios de Internet teníamos que alquilarla a un proveedor de estos servicios. Había pasado el tiempo prudencial como para tener que cambiar el servidor que teníamos, y además, había que añadir otro más para las nuevas herramientas (motor de base de datos y servidor de aplicaciones). Por esta razón, a principios del año 2005 hubo que migrar todo los servicios. Esto significaba, al menos, un día en que todo quedaría paralizado. Los clientes tendrían sus páginas web fuera de servicio, no recibirían correos electrónicos, no podrían hacer modificaciones en sus web, etc... Escogimos un viernes para hacer el cambio. Si algo salía mal, todavía tendríamos el fin de semana para solventar problemas inesperados. Y así es como se cumple la ley de Murphy. Lo que en principio se previó para unas pocas horas, acabó llevando varios días. Todo salió mal. Los scripts para transferir las configuraciones del servidor WEB fallaron y muchas cosas quedaron a la mitad. Servicios como correos o FTP daban problemas. Algunas páginas no funcionaban correctamente. Nos pasamos todo el viernes y todo el sábado pendientes de que se solucionara. Cuando volvimos el lunes funcionaba lo básico, pero había servicios deshabilitados. Todavía llevó unos días que todo volviera a la normalidad. En este proceso de cambio perdimos algunos clientes que se enfadaron notablemente, y sembramos la semilla para que otros lo hicieran la próxima vez que se produjera un error. Tiempo después tuvimos dos importantes: un problema de acceso desde mi región (de donde eran la mayoría de nuestros clientes) al servidor (culpa de un nodo de comunicaciones) y un ataque hacker. Todas estas causas estaban socabando las bases de la mega-empresa que promocionaba mi jefe. Mucha gente se estaba dando cuenta de que había una gran fachada que conducía a una chabola. Se les había vendido mucha imagen, pero de algo que era insustancial. Trabajábamos a un nivel más doméstico de lo que publicitaba "la élite" (gerente y acólitos). No fue sólo por esta razón, sino por muchos pequeños detalles que quedaban a la vista en cualquier faceta de mi empresa.
Lo más interesante era que vendíamos a los clientes que los servidores eran nuestros, cuando realmente sólo estaban alquilados, por lo menos su uso estaba restringido. El servidor WEB no lo podíamos tocar ni teníamos acceso para realizar las instalaciones y modificaciones que nos hacía falta. Esto nos obligaba a depender constantemente del proveedor y los trabajos iban más lentos, todo se ralentizaba y los clientes acababan mosqueados porque los plazos no se cumplían. Si mi empresa hubiera negociado otro uso más adecuado seguramente hubiera subsistido bastante más, pero claro, a medida que el tiempo pasaba, mi negocio cada vez era más deudor, y desde una posición deudora no puedes tener muchas exigencias.
Nuevamente, la empresa me prometió un día o dos libres por el trabajo. A mí no me interesaba el tiempo, sino el dinero. Pero en mi organización, de dinero, podías hablar lo justo, sobre todo si eras un pringadillo. De esta forma, no esperé ni media semana y cogí esos días. Sabía que si no lo hacía lo antes posible, no los vería nunca, como me había ocurrido todas las veces anteriores. Ni que decir tiene que mi jefe se sorprendió bastante por la rapidez con la que solicité esa compensación, y seguro que no le gustó lo más mínimo. A esas alturas yo no concedía nada a la empresa. Bastante me había explotado ya.

08 abril 2007

La llegada del último pringadillo

A finales de 2004 la empresa todavía no estaba completa. Faltaba un miembro más. El negocio se había propuesto tener un grupo profesional que incluía a 3 diseñadores gráficos. Durante el mes de noviembre, si mi memoria no me falla, se hicieron las pruebas selectivas. Visto los curriculum que se eligieron y la cantidad de entrevistas que se realizaron a cada candidato, parecía más un trabajo para un ingeniero de la NASA que para un diseñador gráfico. Desde hacía algún tiempo el órgano formado por el jefe y los acólitos invitaba a algunos de los miembros de la empresa a participar como oyentes en sus reuniones. Era el famoso Consejo de Dirección o algo así. Tuve el dudoso honor de ser expectador en la reunión en la que eligieron al último candidato. Había dos posibilidades y dos perfiles diferenciados: uno con más experiencia, más curriculum y un carácter más agresivo y otro con menos experiencia, menos curriculum y un carácter más sociable. El acólito número 1 era partidario del primer candidato, el gerente, del segundo. La acólita número 2 no mantenía una posición muy definida, pero estaba más de acuerdo con el otro acólito (lo cual es muy reseñable, puesto que entre ambos había una competencia feroz). Al final, la decisión la tomó el jefe. Yo estaba oyendo sus argumentos y la idea que se me vino a la cabeza fue la siguiente: elige el candidato que le parece más dominable para que no le contradiga y el que tiene menos experiencia para poder pagarle menos. Al final resulta que no era tan dúctil* como parecía. Casualidades de la vida, el elegido y yo teníamos amigos comunes, así que a lo largo de los meses que estuvo en el negocio, iba con los pringadillos (los que quedábamos) a desayunar, así pudimos hacerle partícipe del pie del que cojeaba el gerente y evitarle muchas sorpresas. Durante su estancia en la empresa apenas tenía nada que hacer. Él pedía trabajo y la empresa ocasionalmente le decía que hiciera cosas. En una oportunidad uno de los compañeros le estaba explicando un tema de programación sobre la marcha y se acercó la acólita número 2 a reprenderle por entender que estaba dándole "un curso de formación" no planificado ni autorizado. Increíble pero cierto. Al final no le renovaron el contrato, porque por esa época la empresa ya tenía dificultades económicas. No le han pagado todavía ni su último sueldo ni su finiquito y ya han pasado casi 2 años. Mi jefe, después de que se fue, sólo decía de él que no hacía nada y que la empresa le dio mucho más que lo que él dio a la empresa. Mi jefe no tenía límites a la hora de echar la culpa de todo a los demás. Otro empleado que salía por la puerta de atrás... Ni sería el primero... ni sería el último.


* Según la Real Academia Española:

dúctil.

(Del lat. ductĭlis).

1. adj. Dicho de un metal: Que admite grandes deformaciones mecánicas en frío sin llegar a romperse.

2. adj. Dicho de un metal: Que mecánicamente se puede extender en alambres o hilos.

3. adj. maleable.

4. adj. Dicho de algún cuerpo no metálico: Fácilmente deformable.

5. adj. Acomodadizo, de blanda condición, condescendiente.


07 abril 2007

La base de datos

Quizás uno de mis logros más interesantes en la empresa. No es para que me den un premio, pero dada las circunstancias en las que me encontraba y lo insoportable de ir cada día al trabajo, nuevamente cumplí con los objetivos y obligaciones que la empresa demandaba. Luego hubo otras que no logré realizar, pero eso es otra historia y será contada más adelante.
Como he venido comentando en la última semana, una vez acabé los trabajos forzados, se me encomendaron nuevas funciones y tuvimos un minicurso de la herramienta principal que iba a utilizar la empresa. Junto con otro compañero me iba a encargar de instalar, configurar, mantener y gestionar el motor de base de datos y las bases de datos donde se depositarían los datos de las empresas a las que íbamos a llevar aplicaciones en Internet. El empeño en sí no era extremadamente complejo al nivel al que nosotros tendríamos que trabajar. Tenía su cierto grado de dificultad, basado sobre todo en nuestro desconocimiento y en el grado de implantación del software, que aunque conocido, no era de los más utilizados. Había que planificarlo bien, de cara a exigencias futuras. Como software propietario, para acceder a cierto tipo de información había que darse de alta y pagar ciertas cuotas. Esto al principio nos dio algunos problemas, pero luego se resolvieron y pude usar el teléfono para resolver algunas de mis infinitas dudas. La otra dificultad con que me encontraría era yo mismo. Mis circunstancias no me hacían el más apto para desarrollar esa función, pero al final saqué fuerzas de flaqueza y conseguí que las cosas funcionaran.
En un primer momento mi tarea principal sería migrar o traspasar las tablas y los datos de un cliente principal de la base de datos en que estaba a la que nosotros todavía estábamos estudiando. Esto supuso importantes problemas y me llevó un tiempo. Para los que no conozcan el tema, someramente les puedo comentar que el principal problema que se produce es que las filosofías y formas de trabajo de las bases de datos la mayoría de las veces son diferentes, así que cuando quieres exportar los datos de unas a otras, suele haber pérdida de información porque es imposible adaptarlas completamente. Luego la información tenía que ser válida: que no se perdieran símbolos de puntuación, caracteres especiales como las tildes, "ñ", los usuarios registrados que se validaban con claves de acceso, que no se perdieran los índices (y la mayoría de ellos no eran consecutivos, con lo cual había que hacer ciertos experimentos para que todo estuviera bien y la información fuera coherente, es decir, que un nombre coincidiera con un apellido y una dirección y no estuviera todo mezclado). Apenas habíamos empezado a estudiar como realizar el trabajo, mi compañero dejó la empresa, así que me quedé sólo. Nadie más se encargaría de este asunto. Con lo que les comenté en el post de ayer, ya se podrán imaginar las pocas garantías con las que emprendía este objetivo. Poco a poco conseguí en una simulación en la empresa hacer funcionar el motor de base de datos, crear la base y por otro lado, pasar los datos de la antigua base a ficheros de texto que ofrecieran garantías para ser incorporados a la nueva sin perdida de información. Mientras tanto tenía muchas más cosas que hacer, con lo cual no podía concentrarme al 100%. Finalmente hacia febrero del 2005 había terminado las pruebas simuladas y los programadores habían podido adaptar el código fuente para que las páginas WEB funcionaran adecuadamente. Sobre la marcha reconstruí el modelo en pruebas en el servidor remoto e hice el traspaso de datos con las últimas modificaciones. Ya podíamos presentarle al cliente el nuevo sistema plenamente operativo. Sólo quedaban ciertos detalles asociados al servidor de aplicaciones que estaban pendientes de terminar, pero ese tema podía esperar un poco más y yo de eso, sí que no tenía ni idea. Yo estaba bastante contento, aunque había tardado más de lo que se esperaba (mi jefe quería las cosas para mucho antes, argumento que consolida que lo que ofrecen los comerciales y lo que técnicamente se puede hacer, tienen poco en común). Había concluido algo que para mí, al principio, era un desempeño imposible. Mi jefe me comentó que la empresa del software pensaba que no habíamos podido avanzar nada, porque no habíamos realizado casi ninguna llamada al servicio técnico y eso indicaba que habíamos fracasado en el intento. Yo llamaba lo justo para resolver dudas que pudiera comprender, porque si llamaba por razones cuya explicación me iba a enredar más, no me valía la pena. Leí un artículo de un experto en este motor de base de datos sobre los salarios a percibir por ser administrador de este motor de base de datos y no se parecían ni de lejos a lo que yo cobraba. Mi empresa había conseguido resultados a bajo coste y aún así tenía quejas. Curiosamente, poco después empezaron los problemas para percibir el salario.

06 abril 2007

Cada vez me parecía más a un zombie

Una entrada corta para explicar mis circunstancias físicas y emocionales en aquel final de 2004. Annus Horribilis. Con ello se entenderá mejor el próximo post. El esfuerzo que me costó alcanzar los objetivos que se me habían encomendado.
Durante todo el verano, con los trabajos forzados (I, II, III, IV, V, VI, VII (1 y 2)) estaba psíquicamente destrozado y moralmente hundido. Hacía un más de un año que me había planteado dejar la empresa. Aquellas torturas y humillaciones estaban acabando con la poca resistencia que me quedaba. Todo me iba mal. Mi vida laboral había destruido mi vida personal. Cada mañana me levantaba como un muerto viviente. Llegaba a la empresa prácticamente arrastrándome. Físicamente estaba reventado. Tenía nervios, ansiedad, angustia constante. Siempre me estaba doliendo la barriga. Tenía acidez de estómago, dolores de cabezas, tics nerviosos, no dormía , tenía pesadillas constantemente, me despertaba varias veces en la noche cuando conseguía conciliar el sueño, y cada día era peor que el anterior. Tal disparate me estaba desequilibrando todo el organismo. A un tiempo de estreñimiento, me seguía uno de diarreas, me dejaba los pelos en el peine... Encima tenía que aguantar las indirectas y estupideces de mi jefe. Su voz me taladraba los oídos... en definitiva, un desastre. Luego con el duro golpe que sufrí a nivel familiar, pocas ganas me quedaban de hacer nada. Pero la vida sigue, y tenía que tomar la decisión de irme (y mi orgullo no me lo permitía) o de aguantar (y seguir igual o peor). Al final, como buen masoca, me quedé y tuve que hacer frente a un reto profesional en unas circunstancias poco idóneas. Lo veremos en el próximo post.

05 abril 2007

Otro compañero deja la empresa

Esta es otra buena historia sobre el doble rasero a la hora de juzgar las cosas que tenía mi jefe. Otra buena historia que confirma que nadie, nadie y absolutamente nadie en mi empresa podía salir por la "puerta de delante", sino que cualquiera que abandonara el negocio lo haría con las increpaciones del gerente. Gerente, que por otro lado, hablaría mal de esa persona por toda la eternidad. Así era mi mundo laboral. Un mundo de buenos y abnegados profesionales, dirigidos por un individuo, que tras sacarles el jugo a bajo coste, no veía con buenos ojos que nadie intentase buscar algo mejor en la vida, sin sentirse que se habían aprovechado de él (del jefe). Por supuesto, la realidad era totalmente diferente. Todo el que trabajó en la empresa, aportó su granito de arena. Los que menos lo hicieron, fue con el consentimiento del gerente.
Cuando se cerró mi departamento y todos los pringadillos fuimos asignados a nuevas funciones y tareas, otro compañero y yo, nos encargamos de empezar a estudiar y poner en funcionamiento el motor de base de datos que la empresa había elegido para sus megalómanas ambiciones. Partíamos de cero. La charla que nos habían dado servía para profesionales con un mínimo de conocimientos sobre esa herramienta y nosotros adolecíamos de esa formación. El SQL no nos era desconocido y mi compañero, además, tenía experiencia en manejo de base de datos, pero como todo lo nuevo, había que aprender. Por otro lado, y como ya dije en otro post, seguíamos llevando algunos mantenimientos en empresas. Mi colega se encargaba de los más complejos, con tecnologías AS/400 y Linux. Con todas estas papeletas, estaba claro que mi compañero era una pieza importante en la organización, pero... también era un pringadillo, puesto que la élite en la empresa estaba dignificada por baremos "más significativos" que el conocimiento y el trabajo. Mi colega aportó muchas cosas importantes como el megaproyecto de centro de datos con el cual el gerente presumía a la empresa tales como la mayor parte del por todos lados, su trabajo y trato con los clientes permitió que instituciones importantes conocieran mi empresa y hubiera algunos contactos, mejoras en la forma de trabajar sobre todo en el tema de redes físicas y configuración de redes lógicas, como todos los pringadillos trabajaba más horas y por menos sueldo que las clases selectas de mi negocio, etc... ¿Les parece interesante? ¿Creen que son argumentos suficientes para que una empresa trate bien a un trabajador? Es obvio que sí. Pues ahora les contaré como acabó todo.
Mi empresa iba demasiado deprisa. Quería comerse el mundo. Mi jefe en plena borrachera de codicia y pérdida del norte de las cosas, estaba avocando al negocio al desastre. A finales del 2004 todo parecía idílico, menos para los pringadillos. La empresa contaba con 18 trabajadores, mi jefe había conseguido en parte que no se le asociara con tienduchas de "aprieta tornillos" y todos los locales habían quedado muy bien con la pintura, el mobiliario, mamparas y cortinas nuevas. Algunos se dieron cuenta de que todo eso era una ilusión y que no podía durar demasiado. Uno de ellos, mi compañero. Así que decidió que era mejor trabajar y esforzarse para uno mismo, que darlo todo para un negocio desagradecido y prepotente. Algunos clientes importantes estaban muy descontentos con el trato y el servicio que les ofrecía mi empresa, y por esta razón no dudaron en que era mejor irse al nuevo proyecto de mi colega. Las reacciones de mi jefe no se hicieron esperar. Las primeras cuando supo que se iba el trabajador. "No eran tan bueno". "La empresa siempre le dio mucho"... y cuando se enteró de que "las empresas estratégicas" (aquellas que son importantes, a las que no se atiende y que sirven para que tu jefe presuma de tenerlas como clientes) de motu propio, se iban con él... ¡Amenazas de denuncia!
Otro trabajador que después de darlo todo, era repudiado, ofendido y amenazado. Mi jefe no tenía límites.

04 abril 2007

Las nuevas funciones

Los cambios que se habían perfilado en la empresa, supusieron una revolución en cuanto a las funciones que tenía cada cual dentro del negocio. A partir del cierre de mi departamento, se supone que cada miembro de la organización iba a tener una serie de tareas muy definidas. Cuando estaba de técnico de calle me encargaba de muchos y variados asuntos: técnico informático, hacía de recadero, de cobrador, aguantaba a clientes enfadados (para que mi jefe "no tuviera ninguna angustia"), traía y llevaba mercancía (en algunas ocasiones), llevaba impresoras a reparar, daba soporte a clientes, hacía facturas y otros trabajos administrativos, tenía una labor comercial de venta, llevaba los mantenimientos a clientes, tiraba la basura, etc... Ahora se supone que mis labores iban a ser muy especializadas. Bueno, como dije, se supone. La realidad era bien distinta: seguía siendo un pringadillo de segunda categoría, con lo cual continuaba con mis quehaceres domésticos como tirar basura o soportar broncas de clientes y además me habían obsequiado con tareas más sublimes como: soporte a clientes, generar documentación de las aplicaciones que los programadores hacían, administrador de bases de datos (de lo cual no tenía mucha idea), implantación de producto (aunque esto realmente lo hice poco), verificación de productos (mediante un aborrecible sistema de gestión de la calidad) y alguna que otra cosilla que no recuerdo. Desde luego que no dejé de salir a algunos clientes a repararles los ordenadores, a cobrar facturas, a llevar o traer cheques y talones, ir a buscar o traer ciertas mercancías... En definitiva: "de todo un poco" y a precio de saldo. Así cualquiera se hace empresario, teniendo gente que te haga de todo. Esto fue el comienzo. A finales del 2004, en diciembre, había un "puente" (día o días laborables entre un fin de semana o un día de fiesta, que se suelen coger como vacaciones). Yo, como siempre, no había cogido ese puente. Fui a trabajar un martes entre dos días festivos. Para que... A primerísima hora de la mañana, nos estaban esperando a mi compañero más pringadillo y a mí, el jefe y sus acólitos. Como ya comenté en alguna ocasión, al gerente le encantaba hacer reuniones sorpresa en las que te intentaba obligar a aceptar responsabilidades que uno no tendría que soportar. Lo hacía de modo alevoso y matutino, después de prepararse bien su discurso, para que no tuviéramos posibilidad de replicarle. Cualquier pregunta o decisión negativa que tomaras, ya tenía una respuesta contundente por parte del jefe. Para mí eran situaciones muy violentas, porque se trataba de trampas o emboscadas que sólo podían tener un final, y ese final era "lo que el jefe quisiera". De lo que recuerdo, el discurso giraba en torno a asumir nuevas funciones. Se nos conminó a ser los administradores únicos de la red corporativa y a sellar cualquier tipo de deficiencia de seguridad que tuviera, a aprendernos la ley de Protección de Datos y aplicarla a nuestra empresa, a cambiar todas las claves y hacernos responsables de cualquier incidencia que se produjera (eso no me gustó nada, me parecía una medida destinada a buscar un cabeza de turco cuando algo fallara, y siendo el acólito y el gerente tan retorcidos, cualquier día te podías encontrar una sorpresa desagradable). Cuando me dió por preguntar "¿por qué nosotros?", la respuesta estaba clara: "Porque ustedes son de los más antiguos en la empresa, conocen el funcionamiento de todo y "yo" (el gerente) confío en ustedes". De nuevo, internamente, me partí de risa. ¿Confías en nosotros?, ¿si somos tan fiables y tan antiguos, como es que somos los menos que cobramos? ¿si vamos a tener esas responsabilidades, quién nos garantiza la independencia para realizarlas? El jefe retóricamente contestó a mi pensamiento: "Ni a mí me tienen que decir las claves". No hace falta que se las dijésemos, él iba a la caja donde se guardaban las claves y abría los sobres sellados para mirarlas cuando le venía en gana... así poca confianza nos daba. A mí se me atribuyeron otras funciones adicionales. A partir de aquel momento, me iba a encargar de hacer todas las gestiones de hospedajes y dominios de Internet, cuentas de correo, Ftp de clientes y sus passwords, los contactos y las órdenes al proveedor de servicios de Internet, etc... Funciones sustraídas al compañero que las estaba llevando, pero esa historia no me corresponde narrarla a mí sino a su protagonista. De nuevo tenía millones de obligaciones a sueldo de ganga, pero ahora, la empresa, había buscado la manera de que cualquier fallo se pagara caro... tal vez para conseguir despidos "Procedentes".

03 abril 2007

La destructora de papel

Hace unos meses tuve la ocasión de ver un documental muy interesante sobre Enron, una empresa estadounidense que en 15 años pasó de ser un "simple" negocio dedicado al gas natural a convertirse en la séptima compañía del país. Fue considerada la empresa más innovadora y brillante, pero todo su crecimiento ocultaba una mentira y un fraude. Mi empresa siguió un curso parecido, y lo hemos ido viendo poco a poco en las entradas de este blog. Justo antes de irse a la quiebra, Enron, o más bien sus abogados, convirtieron en confeti una tonelada de documentos, para seguramente, ocultar pruebas. No sé si mi jefe tenía conocimiento de esta historia, pero hacia el año 2003 ó 2004, mi empresa compró una destructora de papel. En un principio se nos dijo que la razón estaba motivada por la Ley de Protección de Datos, por lo que no se podía tirar a la basura ningún documento que tuviera información sobre particulares o empresas, sin destruir. En plena borrachera de éxito por la consecución de los certificados ISO y posteriormente el EMAS , la destructora era otro medio más para llenar el bidón de reciclaje de papel y acumular bolsas de tiras de manuscritos e impresiones en el sótano, para luego llevarlas directamente al contenedor de basura clásico (ya lo contaré). Mi jefe estaba muy contento con esa máquina. Por su manera de ser, él debía ser el primero en utilizarla, porque para eso la empresa y la máquina eran suyas. Le echaba de comer todo lo que podía. Lo veías de su despacho a la máquina y de la máquina a su despacho. Estaba todo el rato pensando en que teníamos que dedicarnos a vender esos aparatos. Que a todas las empresas les hacía falta una y que cada vez que fuéramos a un cliente, había que convencerle para que la comprara. La nuestra, además de papel y cartón, trituraba CDs. Eso no lo sabía mi jefe, pero sí el acólito número 1. Un día, poco después de recibir la destructora, y en plenos trabajos forzados, estaba hablando con el secuaz en cuestión y me comenta lo de los CDs, y que aprovechara para probarlo. Me dio uno que estaba estropeado y nos acercamos a la máquina. Lo lancé dentro y se hizo migas. El gerente, que no le quitaba ojo de encima al aparato, se acercó para ver que estábamos haciendo. Cuando comprobó lo que pasaba, se le puso una cara de enfado reprimido... Le había quitado el "honor" de ser el primero en meter un CD en la trituradora. Si no me equivoco me juró venganza eterna en ese momento. Por mucho que pusiera cara de póker, se le notaba la molestia y el fastidio que tenía encima. ¡Dios mío, casi una generación entera después de terminar primaria, seguía en el patio del colegio y no me había dado cuenta!

02 abril 2007

El diagrama

Sin duda alguna, una de las anécdotas más graciosas que me han ocurrido. Surrealista. Sin duda, por aquellos días ya estaba empezando a pasar de todo. Frustrado, amargado y vencido por los acontecimientos que me habían sucedido pocos meses atrás, no tenía la sensación de deber nada a la empresa ni de tener que esforzarme por ella. Era el turno de ella de hacer algo por mí, de resarcirse de todas las calumnias, vejaciones y maltrato que durante tanto tiempo me había ofrecido sin cuestionarlo. Por otro lado, había muchas cosas nuevas en la empresa que yo no entendía. El software, programación y ciberespacio se me iba de las manos y no tenía interés en aprender, no por desentendimiento natural, sino porque mi cabeza no daba para más. Estaba en otro lado. Yo no podía ver a mi jefe, no podía soportar el oirle y cada vez que abría la boca yo entendía que era para mentirme. Cuando me saludaba por la mañana, desconfiaba de él. No me parecía una bienvenida sincera... Paranoias mías, sin duda alguna. Eran muy malos momentos para mí y ya llevaba años cargando con otras muchas pésimas experiencias.
Cierta mañana me convoca a una mini reunión con él. Llevaba unos papeles en las manos en los que estaba dibujado un diagrama. Muchos bloques de colores colocados unos junto a otros, de formas cuadrangulares y todos diferentes en forma, tamaño y contenido de texto. Se sienta junto a mí, me los pone delante y me dice: "¿Qué te parece?" Me quedo mirando atentamente todos esos colorines y a leer lo que estaba dentro: base de datos, servidores de aplicaciones, servidores de páginas webs, sistema de replicación, etc... Cada uno tenía el nombre de su aplicación comercial, que no voy a publicar en el blog. Me pregunté: "¿Me estará tomando el pelo?" Como dije, mi cabeza no daba para más y la mayoría de lo que había allí escrito, no lo había oído en mi vida. "¡Qué coño es todo esto!" pensé. Mi jefe comienza a explicarme las relaciones entre los bloques. Yo seguía sin entender nada. Luego me pregunta: "¿Esto debe ir aquí o lo ponemos en este otro lado?¿Englobamos estos dos bloques dentro del tercero o sólo por un lado?". Tremenda conversación de besugos. Uno explicando algo que no sabía y yo sin tener ni idea de lo que estaba hablando. Mi cerebro me solicitaba una salida a tal disparate: "Contesta lo que sea". Al final le dije: "Yo lo veo bien, y deberías poner este bloque más arriba y quitar lo que pusiste a este lado". Después de todo, algo sí que había entendido. Se me queda mirando, una sonrisa se dibuja en su rostro y todo feliz me da las gracias y sale por la puerta hacia los programadores para decirles: "Erkemao dice que esto está bien así". Había pasado de ser un quita vitrinas y un pintor de brocha gorda a ser experto en software en pocas semanas. Me eché las manos a la cabeza y me dije: "Estoy en una empresa de locos y voy a acabar como ellos".

01 abril 2007

Acme S.A, ya no se dedica a "paginillas" WEB

Esta es otra muestra de la arrogancia y delirios de grandeza que estaban poseyendo a mi jefe. Aunque no soy partícipe de los hechos, la información ha llegado hasta mí a través de fuentes de confianza. La pronunciación de una frase por parte del gerente, cuando todo se iba al garete, me hizo recordar esta anécdota.
Al principio, el departamento de software era mantenido por el mío, el taller de reparaciones. No tenían muchas tareas: algunos programas de copia de datos, gestión de dominios y hospedajes, algunas páginas web sencillas, etc... La empresa ganó un concurso para proveer de equipamiento informático y un sitio web a una serie de empresas que estaban naciendo. La presencia en la red de estos negocios estaba garantizada por una serie de Webs creadas por Acme S.A (nombre "onírico" que le doy a mi empresa en esta publicación). Éstas consistían en varias plantillas, de las cuales los propietarios de los comercios, podían elegir una. Si no me equivoco, de esta manera, comenzó la tendencia hacia el software en Internet de mi organización. Se contrató, por trabajos, a un diseñador que se encargaba de darle buen aspecto a las siguientes creaciones. Poco a poco se fueron programando nuevas y cada vez más complejas páginas WEB. Llegó un momento en que se realizaron algunas muy caras para empresas y organismos públicos. El gerente ante tales circunstancias y con la avaricia y la ambición subidas de tono, decidió que sólo le interesaban grandes proyectos, como he ido narrando este último mes. Por esa época el dinero fresco de las subvenciones estaba a la vuelta de la esquina. Entonces mi jefe pronunció unas pérfidas palabras: "Acme S.A. ya no se dedicará a "paginillas" web". La empresa iba a abandonar una oportunidad de negocio porque ya sólo le interesaba centrarse en megaproyectos. No es que me parezca mal, pero la empresa no estaba preparada para grandes presunciones. Las páginas web de bajo coste y de diseño en plantillas eran: baratas, se podían vender a cualquiera y no necesitaban mucho tiempo para programarse. Cambiando un texto, el tipo de letra, 2 imágenes y el color del fondo, se conseguía un aspecto totalmente diferente. Podíamos seguir comercializándolas bajo otro nombre de empresa si es que mi jefe tenía "temor" a que le asociaran con los "bajos fondos". Era un negocio productivo y sencillo de realizar. Pero no, el gerente no estaba dispuesto a tratar con los pobres, sólo páginas de varios miles de euros, y además, esperando a complicarle la vida a los programadores con la inclusión de nuevas tecnologías que no conocíamos...
Un año y medio más tarde..."Deberíamos volver a hacer páginas web sencillas...", palabras de mi jefe.

31 marzo 2007

El curso de base de datos

Una vez finalizados los trabajos forzados, ya era digno de seguir siendo miembro de la empresa. Miembro de segunda, por supuesto. El haber sido objeto, otra vez, de un bautismo de fuego en mi empresa, no me libraba de ser considerado un pringadillo, un chico de los recados, un peón para explotar... Era uno de los miembros más antiguos de la empresa, aún lejos de los más viejos, pero muchísimo más que de los nuevos compañeros, incorporados hacía pocos meses. Esa cualidad, junto con la de conocer los entresijos del negocio, no era aval para ser más respetado por mi jefe. Todo lo contrario, el tiempo y la confianza adquirida por él, propiciada por mi dejadez y consentimiento, le habían dado alas para sobrepasarse conmigo una y otra vez. Sólo la reciente y trágica circunstancia personal que había sufrido, me liberaban durante un tiempo de su acoso. Su interés estaba ahora centrado (o focalizado, según su vocabulario) en los círculos de dinero fácil y relaciones con entes públicos y empresas que fueran grandes.
Por lo visto durante los meses anteriores, mi jefe, había establecido contactos con una gran empresa de software dedicada a bases de datos profesionales, servidores de aplicaciones, etc... Estos contactos eran fruto de la intención de mi empresa de crear una forma de trabajar exclusiva, basada en conjuntar diferentes tecnologías de software, que hasta ahora (y según lo que sabíamos en ese momento) eran conocidas pero no habían sido puestas a trabajar en un único proyecto. El problema, como siempre, era que en mi empresa no se daba cursos de nada. Para más dificultad, esas herramientas necesitaban un alto conocimiento, pero al ser tan "exclusivas" eran necesarios cursos especializados y para una enseñanza de este tipo había que dominar, al menos, la base. Nosotros sólo habíamos trabajado con una de las tecnologías y no teníamos ni la más mínima idea de las otras que la empresa quería utilizar. Yo, ni eso. Inversión en formación, esa es la única manera de llevar adelante un empeño de esta magnitud. Acme S.A. no era muy partidaria de gastarse el dinero en formar a los empleados, "que lo hagan ellos en el trabajo si les queda tiempo y luego para no sentirse molestos por los reproches del jefe de estar perdiendo el tiempo de la empresa que sigan estudiando en casa y en su tiempo libre, porque eso es lo que hacen los buenos profesionales". El dinero, que por otro lado, "no era de la empresa", estaba mejor utilizado en aire acondicionado, cortinas, buenas comidas y viajes del jefe y acólito.
A mediados de septiembre de aquel fatídico año de 2004, uno de los mejores profesionales de la empresa de software con la que estaba en contacto mi negocio, se desplazó hasta nuestra ciudad para durante 3 días, darnos unas charlas y "cursillo" acelerado de la base de datos. La base de datos en cuestión, estaba diseñada para cantidades "industriales" de información, así que tenía un grado de complejidad muy superior a mis efímeros y olvidados conocimientos adquiridos 8 años atrás cuando estaba estudiando. Para mí , era equivalente a pasar de poner ladrillos en un pared a diseñar un edificio de 50 pisos con todo lo que ello conlleva en instalaciones de electricidad, comunicaciones, tuberías, etc.... Tenía gracia todo este asunto, yo había pasado de ser una escoria, a tener que encargarme, junto con un compañero, de una de las tareas más importantes de la empresa. Mis circunstancias personales eran muy duras: no habían pasado ni dos semanas desde que había perdido a mi padre, el mismo tiempo desde que acabé los trabajos forzados y las humillaciones en la empresa... Iba a trabajar como un zombie. No sé como conseguía levantarme cada mañana para ir a la empresa y aguantar a ese sujeto despreciable. Así, tuve que ir a estos intensos "3 días " de "curso". El profesional, muy buena persona por cierto, debía pensar que nosotros ya teníamos base de conocimiento de la herramienta. No sé, ni me quiero imaginar, que patrañas le habría dicho mi jefe a su empresa, pero el caso es que él, seguramente, tenía la idea de que venía a tratar con gente que tenía conocimientos previos o que ya trabajaba con el software que él representaba. Ni que decir tiene, que yo no entendía casi nada de lo que explicaba, y eso que era una persona paciente y que trataba de llegar a nosotros de una forma sencilla. Mi jefe, no contento sólo con esto, ya había imaginado nuevos y grandes logros. Quería además tener una serie de bases de datos replicadas en internet, de una manera bastante compleja y también teníamos que utilizar un servidor de aplicaciones, el cual tenía poca difusión en la red. Esas preguntas también se le realizaron al profesional. Todavía me río: no sabíamos nada y ya queríamos comernos el mundo. Para más hilaridad, conseguirlo en pocos meses. Todo a precio de saldo. Lo resumo de nuevo: tecnologías que no conocíamos, complejas, sin formación, que no habían sido probadas conjuntamente antes (al menos que sepamos), que daban errores en ciertas versiones, todo ello para ser plenamente operativo en pocos meses, con empleados quemados y reventados por la empresa, con nuevos empleados a los que no se dejaba hacer uso de los conocimientos y experiencia que poseían con otras tecnologías, con sueldos ridículos, con un jefe que estaba todo el rato perdiendo el norte de lo que se debía hacer, sin órdenes claras, desaprovechando el tiempo con reuniones sin sentido en que promulgaba el enzalzamiento de su ego, protocolos absurdos de gestión de la calidad, saturando a los empleados a correos electrónicos repletos de burocracia y palabras vagas... En una palabra: "Imposible".

30 marzo 2007

El email de la mejora social

Gracias Nasghoul, por enviarme el tan afamado correo que recibimos a principios del año 2004 y que es causa de hilaridad y de manifiesto rechazo por parte de los pringadillos en su conjunto.
Como comenté ayer, tuvimos la oportunidad de leer un correo electrónico muy gracioso, gentileza de nuestro jefe. No quiero pensar la "intención" de ese texto, pero desde luego que era todo menos unos simples datos. Me hace gracia pensar el esfuerzo que se habría pegado el pobre gerente contando fines de semana y días de fiesta para que le quedara "super" la redacción. A continuación les presento el email y lo adornaré con comentarios algo irónicos sobre lo que pienso de esas palabras. Reitero el agradecimiento a un ex compañero por su cautela al guardar tan dichoso y aplaudido correo electrónico.

Hola Erkemao, te informo que tu salario para el año 2004 será de xxx,xx € con el siguiente desglose:

· Salario Base + Antigüedad + Incentivos, dividido como corresponda en estos tres conceptos cotizables xxx,xx(si los euros se dividieran en fracciones de mil, mi jefe no habría dudado en utilizarlos).
· Dedicación exclusiva 183,75€ (una ridiculez, teniendo en cuenta que te obligaba a ser fiel a la empresa)
Dos pagas extraordinarias de xxx,xx € cada una.(jejeje, ya comentaré algo más abajo).

El horario será 8 a 15 dentro de este horario hay un cuarto de hora (¡cuánto tiempo!) para descansar y tomarse un refrigerio el que lo desee (es decir, que si no lo haces, va a fondo perdido), aclarando que la flexibilidad de horarios que tenemos se refiere a que elegimos (consultándolo) que horario queremos tener, pero no puede cambiarse cada día; siempre debe ser el mismo por razones de coordinación, para saber cuando podemos contar con el resto de compañeros.(esto parece obvio, ¿no?)

El horario de 6 horas y cuarenta y cinco minutos diarios (y cero mil milésimas de milímetro) en lugar de las 8 horas legalmente establecidas, es indudablemente una mejora social (sí sobre todo cuando nunca te dejan tenerlo, sino que te funden a trabajo para que salgas 5 horas más tarde), encaminada a que todos los miembros de la Empresa tengan una mejor calidad de vida (¿todos?¡Qué falta de respeto! ¿Calidad de vida de quién? ¿del gerente?), no pudiendo considerarse esta medida nunca vinculada a la remuneración que perciba cada miembro de Acme S.A. (esta última parte nunca la he llegado a entender. Lo que si sé es que mi sueldo se acercaba más a trabajar 6 horas o menos que a trabajar 8, lo cual nunca hacía ya que casi siempre trabajaba 11 ó 12).

La remuneración en dedicación exclusiva (me parto de risa, por un sueldillo miserable, la empresa pretendía que no hiciera nada más que trabajar para ella) es coherente con la reducción en el horario legalmente establecido, entendiendo que hay una contradicción en tener horario reducido para la mejora de la calidad de vida (sigue insistiendo en su falta de respeto) y usar parte del tiempo al que renuncia Acme S.A. para dedicarlo a un segundo trabajo. (la empresa en ningún caso renunciaba a tiempo, lo conseguía y con intereses por otro lado. Luego, cuando empecé a ser rígido con el horario, mi jefe se cabreaba cuando salía por la puerta a las 3. Te decía indirectas victimistas para él y culpabilizadoras para ti)

Este año existen 252 días laborables de lunes a viernes (menuda capacidad para contar), a los que hay que quitar 2 días de fiestas locales (él seguía descontando sin parar) y 25 días de vacaciones (¿vacaciones? cuando tenía que volver a la empresa a los 2 días de empezarlas porque me estaban llamando...), quedando para trabajar 225 días a 6 horas y cuarenta y cinco minutos diarios (y varias mil milésimas de milímetro ;) ) lo que no da 1.518 horas y cuarenta y cinco minutos de trabajo al año. Siendo tu coste laboral anual a Acme S.A., de xx.xxx,xx(sí sí, pero de beneficios no habla. De cara a mi jefe, sólo éramos costes y gastos)incluyendo 12 pagas mensuales, más dos pagas extras (insiste en sus 2 pagas extras como el abuelo cebolleta. En el convenio colectivo se especifican 4 pagas extras, así que encima, mi jefe estaba quedando muy mal con la carta) y la aportación de la Empresa a la Seguridad Social (esto es un chiste... Si le debía varios decenas de miles de euros,y como me decía un experto: "eso es robar dos veces, porque no te lo está dando a ti y encima tampoco a la Seguridad Social).

Dividiendo tu coste laboral (De nuevo empeñado en que somos sólo costes. Nunca nos envío una carta de ingresos, beneficios, oportunidades de negocio creadas, etc...)anual a Acme S.A., de xx.xxx,xx en 1.518 horas y cuarenta y cinco minutos de trabajo al año, nos da un coste de xx,xx € cada hora (Hasta nos daba nuestro coste cada hora, ¡qué capacidad de concreción y detalle!, pero seguimos sin saber nada de ingresos y beneficios). ( no se han incluido en estos costes los Gastos Generales, electricidad, agua, teléfono, impuestos, seguros, amortizaciones……)(con lo cual, somos un coste más costoso XDD)

Estoy a tu disposición para cualquier aclaración que precises (Palabras de mafioso. Atrévete a venir a preguntar algo que te vas a enterar. Espérate que voy corriendo a que me cuentes mentiras y cuando te haga una pregunta que no te gusta o que te deje en evidencia, te pierdas por los Cerros de Úbeda y no me respondas).

Saludos (¡Hay que ser hipócrita!)

X (nombre sin apellido, como queriendo decir: "somos colegas")

En fin, no sé que más pensar...

29 marzo 2007

¿Calidad de vida?

A principios del año 2004 recibí un correo electrónico de mi jefe. Lo he buscado por todas partes, pero no he dado con él, por lo que supongo que se quedaría en la empresa y nunca me lo reenvié a casa. Esa carta es todo un monumento al despropósito y la absurdidad. ¡Qué pena no tenerla a mano para transcribirla íntegramente! Intentaré contar un poco de que trataba. Si la encuentro cualquier día la publicaré ;) (¡¡encontrada!!)
Como iba contando eran los comienzos de año y por tal motivo casi todos los empleados, que yo sepa, recibimos un email del jefe en el cual nos comentaba detalladamente nuestros sueldos, gastos que suponíamos para la empresa, etc... Digamos que era una "directa" para que supieras lo que tenías que producir cada día. El detalle llegaba a unos extremos inconcebibles. En mis palabras: "Cobras X euros al año, hay Y días, de los cuales Y1 son laborables y descuento Y2 días de fines de semana por lo cual el total de días a trabajar es Z. Tu sueldo es de tanto, por lo que al día ganas cuanto. Tus gastos son R por los motivos M, N y O, de los cuales no se cuenta los gastos corrientes como agua, luz y teléfono. La empresa te ofrece 25 días laborables al año en vacaciones. Tu horario es de 8 a 3, lo que significa una mejora en calidad de vida, por lo cual el empleado "debe renunciar" a tener un segundo trabajo... bla bla bla y de nuevo Calidad de vida." Aquel email era una vergüenza y una falta de respeto sin nombre. Todo el rato con la cantinela de la calidad de vida... Si me han leído, ya sabrán el tipo de "Calidad de vida" con que nos obsequiaba el gerente.
En junio, en unos días que cogí para olvidarme del negocio y mi jefe, la empresa celebró una reunión, y entre otros, los puntos "recogidos" (más bien impuestos) fueron: "el empleado se compromete e no salir antes de la hora". Cada vez que lo leo me parto de risa. "El tiempo para desayunar es de 15 minutos y si por cualquier causa se sobrepasase, se tiene que recuperar al final de la jornada", "se debe aumentar el cotilleo y la comunicación", es decir, el "trepismo", el "cuentachismeo" y todo tipo de actitud que permita joder a otros compañeros. "En caso de trabajos puntuales (todos) en los que haya que quedarse hasta más tarde (siempre) se compensará con horas o días libres"... jajaja ¿seguro? Yo no vi ni uno en 8 años. ¿Y que pasa si lo que quiero es dinero y no horas libres?. Hubo otra serie de sandeces. Entre mi jefe y los acólitos habían montado un teatro surrealista que va más allá de lo inimaginable. En una famosa reunión le enseñé los correos a mi jefe. Los llevaba analizados palabra por palabra y sabía que reprocharle en cada una de ellas. Al final se lo resumí rápidamente y le pregunté: "¿Me estás tomando el pelo o qué?, ¿De qué vas diciendo que das calidad de vida, cuando me has estado jodiendo todos estos años?". Callado se quedó.

28 marzo 2007

Mi infierno personal

Esta entrada es muy especial. Me ha costado mucho escribirla y seguramente no tenga fuerzas para responder a los comentarios.
Mi jefe me dijo más de una vez en ese largo periodo: "Yo no mezclo lo personal con lo laboral, por eso no he invitado nunca a un empleado a un café". Boca de trapo. Con lo mal que lo había pasado esos años, cada frase de este tipo se me grababa a fuego en la mente. Tus circunstancias laborales, tarde o temprano acaban afectando a tu vida personal, por muy separadas que lleves ambas facetas y más en circunstancias como las mías. En mi caso, a parte de mi imbecilidad, candidez y orgullo, conté con el inestimable apoyo de mi jefe, que SÍ inmiscuyó el trabajo en mi existencia, jodiéndome cada día con su explotación, permisividad y sus actuaciones e indirectas crueles y corrosivas. Mi vida personal se resumía a salir del trabajo a las tantas, chatear y mal dormir. Los fines de semana, a quedarme amargado en casa pensando en lo que pasaría el lunes siguiente, durmiendo mal o tirado en la playa de madrugada esperando a que se me quitaran los efectos de las salidas nocturnas y la pasada de vueltas que tenía encima. Eso cuando salía de marcha, ya que por temporadas me quedaba encerrado en casa. Mi mundo se había reducido a TRABAJAR y pensar en el trabajo. Aunque soy sociable y hago amistades rápidamente, la depresión y el estrés me separaban de la gente pasado algún tiempo. Dejaba de estar en contacto y eso se notaba. En casa me comportaba como un cínico endemoniado. Era todo lo contrario a lo que aparentaba en la calle: malhumorado, gritón, "gilipollas", torpe, perezoso, depresivo, autocondescendiente, brusco, irritable, irascible,
insoportable... Carente de paciencia, atención, cariño, alegría, viveza... No sacaba a mi familia de paseo porque ni yo mismo podía salir. Llegó un momento y lo contaré más adelante, en que no podía estar cerca de la gente sin que la ansiedad me dominara por completo. Entraba en una tienda y a los pocos segundos tenía que salir como fuera porque me ponía excesivamente nervioso. Timorato, conformista y cobarde, pasaba mis días sin ilusiones de presente ni de futuro. Creo que la gente de mi alrededor lo percibía y hasta en las chicas que me gustaban, notaba rechazo. Llevaba la negatividad por delante, oculta tras una sonrisa y una falsa sensación de optimismo. Hacia finales de primavera la que más me había gustado en mucho tiempo me dijo de una manera diplomática que no íbamos a salir ningún día, ni el siguiente, ni nunca. Mi mundo personal se derrumbaba en todos los sentidos. Llegado el verano, comencé a salir con una chica, pero al final acabé haciéndole daño con mi actitud: seca y distante, esquiva al cariño. Un beso para ti, si me lees. Estaba reventado, cansado y absorto en mí mismo. No veía a mi alrededor, ni entendía el sufrimiento de los míos. No prestaba atención y trataba con rudeza a quienes tenía que dedicarles mi tiempo y afecto: mi familia. El trabajo, la tensión, la desesperación, la angustia, el orgullo nuevamente, el desánimo, la pusilanimidad... estaban destruyendo mi estabilidad personal, derrumbando mi existencia diaria, incinerando mis relaciones, arrasando mis sentimientos y aniquilando mi vida. Como un loco desquiciado corría hacia el abismo sin percatarme del final que me esperaba. Recuerdo ese verano agridulce, mezcla de nuevas emociones que habían surgido en mi vida y horribles recuerdos que la aplastaban y ensombrecían. Recuerdo celebrar mi cumpleaños, después de decenios sin haberlo hecho y reunir a muchos muchos amigos, y recuerdo la pérdida de un colega al que se llevó una inmisericorde enfermedad. El mundo y el tiempo pasaban veloces. Yo hacía lo mismo. Iba demasiado deprisa, enclaustrado en un caparazón que había construido a mi alrededor para obviar mi decadencia. Uno de los momentos en que esa armadura empezó a agrietarse fue cuando padecí la humillación del desprecio. Se lo conté a mis progenitores. Mi padre, consciente de lo amargo de ese trago, experiencia de vida, me dijo: "Deja ese trabajo. Olvídate de todo. Lárgate de ahí que te vas a volver loco. Si es necesario yo te ayudo, hago lo imposible y te doy el dinero que te haga falta." Yo le contesté: "No es cuestión de dinero. No puedo largarme y renunciar a todo lo que he hecho, a todo por lo que he luchado y todo lo que he dejado de hacer y vivir y permitir que ese tipejo quede indemne riéndose de mí y dejándome mal delante de todo el mundo". Cochino orgullo. Es de las pocas conversaciones que recuerdo tener con él. Hacía tiempo que apenas hablaba con mi padre de cosas importantes. No iba a tener más oportunidades, a los pocos días un infarto se lo llevó para siempre.