23 enero 2007

Las paranoias de mi jefe

Cada día que pasaba en esa empresa, sobre todo al final, en los dos últimos años, cuando las humillaciones y el maltrato habían dejado su huella en mí, tenía más claro que mi jefe se sentía cuestionado y perseguido, pero en su imaginación. Mostraba una total falta de confianza en sí mismo y en los demás, pero paradójicamente desconfiaba más de aquellos que demostraban cada día con su esfuerzo y sus acciones fidelidad al negocio que de aquellos que él sabía que le toreaban. Absurdamente trataba de seguir los dichos o los consejos de gente que acaba de conocer, como si fueran verdades universales. Al tratar de hacerlas efectivas en la empresa, conseguía volvernos locos a todos. Un día decía que no a algo y al día siguiente eso era lo que se debía hacer. Dos días más tarde ya eso no era tan bueno y una nueva idea la sustituía. Como no había una base y unos principios de funcionamiento, sino una serie de contradicciones, el trabajo se hacía por las malas y los clientes se perdían porque no entendían que un día les recibieran con los brazos abiertos y al día siguiente les miraran con mala cara. Que un día les contaran que les iban a realizar unos servicios y al día siguiente les dijeran que ya no hacíamos eso.
Uno de los ejemplos de las paranoias obsesivas persecutorias que tenía mi jefe, se produjo cuando uno de mis compañeros pringadillos tuvo que formatearle el equipo e instalárselo todo de nuevo. Como a este compañero siempre lo tenían muy puteado, porque el jefe y acólitos descargaban sus frustraciones laborales y personales sobre él, dedicó el máximo esfuerzo y atención para que el sistema quedara como antes y todo estuviera perfecto. Lo hizo realmente bien, pero vaya... ¡metió la pata con el detalle más insignificante! El Windows XP trae una serie de dibujos o fotografías para ilustrar el acceso a una cuenta de usuario. Hay varias: un cristal de nieve, una guitarra, una flor, un patito, etc... Por defecto, el Windows pone una al azar. Lamentablemente la que mostró en el ordenador de mi jefe fue: un perro. Muy bonito, muy simpático. El gerente cuando lo vio, entendió que lo estaban llamando "PERRO". La que se montó fue tremenda. Ya les digo que mi jefe se sentía tan cuestionado y tan inseguro, que para intentar demostrar poder y confianza utilizó ese hecho como un agravio, para así poder gritar, ponerse duro e intentar parecer que tenía autoridad. Como todas sus demostraciones de fuerza, era tan desproporcionada que lo que lograba era perder el respeto de los trabajadores, por sus salidas de tono.
En otra ocasión (si no me equivoco con los mismos protagonistas) el compañero dejó un cubo de basura en el despacho del gerente mientras realizaba unas obras en el citado lugar. Sí sí como lo leen. Ya les contaré como un par de empleados nos dedicábamos a la BRICOINFORMÁTICA. Bien, cuando el jefe vio el cubo entendió que lo estaban llamando "BASURA" y se montó otra tremenda.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, la personalidad del gerente en cuestión, es compleja y acomplejada. El típico tio que se jactaba de "haberse hecho así mismo" y de haber llegado alto y resultó que no por ser listo, sino porque tuvo suerte hasta que dejó de tenerla. Y por cierto, la coca da muchísimas paranoias... ;)

Anónimo dijo...

Sigue así con el blog, me gusta mucho. Ya curras el googleo para encontrar imágenes que ilustren cada entrada, no? :D

Erkemao dijo...

Sipes, y eso de tener suerte se debe a contar con un equipo de personas que se sacrificaron enormente por una empresa y un gerente que les pagaba pisándoles e insultándoles. Creo que esta es una gran lección de la vida para que seamos más realistas en el futuro.
jejeje, me pego mis wenos ratos buscando imágenes, pero muchas veces no consigo lo que busco. Gracias y espero que las fotos endulcen el amargor de algunas entradas ;)