29 junio 2007

Mis recelos sobre la negociación

Las ideas son ideas y las propuestas son propuestas. Mi jefe al negociar no me vendía propuestas sino ideas de futuro. En algunas ocasiones éstas pueden ser el comienzo de algo grande y en otras ocasiones es mejor no hacerse ilusiones, sobre todo cuando el que te las ofrece no cuenta con tu confianza. Yo le escuchaba con atención, pero tenía en mente una cosa muy clara: llegásemos a lo que llegásemos, se necesitaría algo más que un gesto de buena voluntad para convencerme. Empezábamos una nueva era y ahora ya no era un pringadillo novato con mucho que demostrar, sino un profesional quemado con todo demostrado. El listón y las condiciones ahora las ponía yo. Era algo que me resultaba muy extraño después de tanto tiempo de servilismo incondicional. En cualquier otra empresa no lo hubiera podido hacer, pero en la que se quería crear sí podía establecer los mínimos a partir de los cuales la relación empezaría a funcionar y desde luego que sería bastante exigente.
Después de su turno de exposición llegó mi turno de preguntas. No me fui mucho por las ramas. Afortunadamente no llegué a aprender eso de él, a pesar del volumen de este blog ;) Le pregunté por los socios involucrados en el proyecto, y a medida que me contestaba, pasamos de nuevos caballeros blancos a cada vez menos interesados y con menos capital. Esto ya no empezaba a pintar bien. Una de mis intenciones era llegar a un acuerdo para conseguir un buen sueldo que compensara en parte todo lo que había perdido hasta la fecha y que no era poco. Por este lado no había nada que hacer. Aunque hubiera capital, sé que él trataría de engañarme con promesas que luego no cumpliría, tal y como había hecho siempre. Luego le pregunté por el tipo de sociedad que pensaba formar. Me habló de los tipos de sociedades y sus características, algo que ya conocía de cuando fui a la universidad, pero que seguramente habría cambiado con el tiempo. Nuevamente me tomé con recelo sus palabras. Cualquier cosa que me dijera, luego iba a ser comprobada, porque de mi jefe nunca te podías fiar, o al menos eso fue lo que le demostró a Erkemao a lo largo de 8 años. A medida que iba hablando se me ocurrieron nuevas preguntas, así que le pedí que me explicara un poco como se tomaban las decisiones en la sociedad que quería formar. Jajaja, fue como darle una caja de bombones a un glotón. Enseguida se infló y bajó la guardia. Dejó entrever ciertos detalles que no me gustaron nada. Me dijo que habían un par de juntas a lo largo del año en la cual los socios tomaban decisiones, por votación, claro. Además me dijo que podía haber alguna junta extraordinaria, pero que en cualquier caso durante el resto del año las decisiones las tomaba la gerencia, y claro, él sería el gerente. Me lo ilustró con un ejemplo que le había ocurrido hacia muchos años en otro negocio. Uno de los socios de esa empresa quiso saber las cuentas de esa sociedad y exigió a la secretaría que se las diera basándose en ser socio. Mi jefe, como gerente de esa organización, tuvo que echarle una reprimenda a ese interesado puesto que no tenía derecho a pedirlas fuera de la junta. Mientras lo contaba, mi jefe insitía mucho en que el gerente era el que manejaba las cuentas y los socios no tenían que saber más de lo que la empresa les dijera. Eso, teniendo en cuenta que se deseaba formar una sociedad pequeña en la cual yo iba a aportar MI dinero, mientras que mi jefe no iba a aportar NADA, no me convenció en absoluto. Teniendo en cuenta que con su gestión había arruinado Acme S.A. ("según mi parecer" y la del mundo mundial), menos confianza me daba aún. Le pregunté por las acciones y de como yo las podría vender si no quería seguir siendo socio. Me comentó que las podría vender si alguien me las compraba y si no tendría que venderlas baratas... Todo esto se atendrá a derecho, pero desde luego que a mí no me gustaba nada. Me olía a encerrona. Cuando menos a continuar la forma de negocio en la que ya había estado todos estos años, con mi jefe haciendo y deshaciendo a su voluntad, pero esta vez con el dinero de otros, entre los que yo me encontraría.


2 comentarios:

Kt. dijo...

Si que es astuto, ¿No? solo que no contó con que ya en la escuelita de ACME los pringadillos se habían entrenado lo suficiente como para dejarse engatuzar!

Besos.

Erkemao dijo...

kt, hola de nuevo!
Listo sí que era para algunas cosas, y cuando lo de listo le salía mal, se dedicaba a decir que tal cual o tal otro habían abusado de él y de su buena fe. Cada dos por tres me repetía: "yo soy perro viejo", para dar a entender que era listo por experiencia y que a él nadie le tomaba el pelo (indirectamente también venía a decir que él sí que le tomaba el pelo a los demás).
En fin, conmigo se le había acabado el crédito. Otras cosas que me pasaron después y que averigüé más tarde, me confirmaron mis recelos.

Saludos.