¿Berrinche o pensamiento económico? He ahí la cuestión. Después de tantos años... ¿por qué no se había tomado esta decisión antes? ¿qué había cambiado en mi empresa o en mi entorno para que ahora sí fuera válido?
Al poco tiempo de la llegada del acólito, la empresa adquirió un dominio de internet. Con ello se conseguía la tan preciada presencia en la red. Teniendo en cuenta de que se trataba de una empresa de informática y estábamos en pleno crecimiento de la burbuja tecnológica, se hacía obvia la necesidad de tener una página web corporativa. Este hecho abrió una nueva rama de negocio dedicada a la venta de dominios y hospedajes. Teníamos una considerable cartera de clientes, de los cuales muchos eran empresas. El negocio estaba asegurado. La novedad y la verborrea del acólito permitirían convencer a muchos de las ventajas de Internet. Pero ¡vaya!, se me ha olvidado contar con el "factor jefe" en toda esta historia.
Hace unos meses les mostré un ejemplo del factor jefe en la caja. aún más. Otra aplicación de esta disciplina es la de los recursos gratuitos, es decir, dar servicios a coste 0 con la esperanza de que algún día te devuelvan el favor, por ejemplo invitándote a comer. La mayoría de los favores que hacía mi jefe tenían un único interés, que era el propio gerente. La empresa era algo secundario. Daba igual, los pringadillos cobraban poco y encima no se les pagaba las horas extraordinarias, por lo tanto, la empresa no perdía en el trato. De esta manera, y para promocionar aún más la nueva rama de negocio de la organización, mi jefe se dedicó a ofrecer cuentas de correo gratuitas a muchos clientes (clientes VIP). No me parece mal. Muchas de ellas no eran simples cuentas personales, sino cuentas de correo de empresa. Esto es un poco contradictorio, puesto que las empresas podrían pagarse sus propios dominios y hospedajes. Pero así era. Algunas empresas usaban nuestras cuentas gratuitas para sus negocios.
Pasaron los años y esas empresas no sólo no dejaban de usar las cuentas, sino que muchas de ellas ya había perdido la relación con nosotros. Muchos clientes también habían perdido la relación, pero seguían manteniendo sus alias y sus correos. Nuestro negocio iba mal y había que buscar dinero como fuera, así que alguien tuvo una buena idea o trató de que no "abusaran" más de él. Para ello se me encargó la recopilación de toda la información. Tenía que saber que mails estaban siendo utilizados y cuales no, para borrarlos. A quienes los utilizaran, les enviaríamos una carta para anunciarles la eliminación de la misma, ofreciéndoles a cambio un dominio y un hospedaje de internet a bajo coste. Se trataba de hacer una limpia completa. Mi jefe sólo quería que los empleados (a nivel interno) y algunas personas tuvieran cuentas de Acme S.A. Se les iba a acabar el chollo a muchos espabilados ;). La paradoja de todo esto es que esas cuentas fueron ofrecidas gratuitamente sin periodo de caducidad, ni avisos de posibles pagos futuros por su uso o extinción de las mismas. Se les ofreció con todas las garantías de una empresa seria y no como algo lúdico o informal. Si las cosas no salieron como mi jefe imaginaba con algunos de sus clientes, tampoco era para quejarse, como lo hacía él.
El trabajo no llegó a plasmarse de ninguna forma. Cuando tenía hechas todas las previsiones de cuentas a borrar, cartas a enviar y resto de formulismos, cogí vacaciones. Al volver, la otra persona que iba a ayudarme con el tema había dejado la empresa y el acólito número 1 también lo haría. La idea se quedó dentro de una carpeta dentro de un cajón, lo cual me libró de tener roces con clientes, puesto que todo este proyecto sólo tenía una cara visible, y era la mía.
Al poco tiempo de la llegada del acólito, la empresa adquirió un dominio de internet. Con ello se conseguía la tan preciada presencia en la red. Teniendo en cuenta de que se trataba de una empresa de informática y estábamos en pleno crecimiento de la burbuja tecnológica, se hacía obvia la necesidad de tener una página web corporativa. Este hecho abrió una nueva rama de negocio dedicada a la venta de dominios y hospedajes. Teníamos una considerable cartera de clientes, de los cuales muchos eran empresas. El negocio estaba asegurado. La novedad y la verborrea del acólito permitirían convencer a muchos de las ventajas de Internet. Pero ¡vaya!, se me ha olvidado contar con el "factor jefe" en toda esta historia.
Hace unos meses les mostré un ejemplo del factor jefe en la caja. aún más. Otra aplicación de esta disciplina es la de los recursos gratuitos, es decir, dar servicios a coste 0 con la esperanza de que algún día te devuelvan el favor, por ejemplo invitándote a comer. La mayoría de los favores que hacía mi jefe tenían un único interés, que era el propio gerente. La empresa era algo secundario. Daba igual, los pringadillos cobraban poco y encima no se les pagaba las horas extraordinarias, por lo tanto, la empresa no perdía en el trato. De esta manera, y para promocionar aún más la nueva rama de negocio de la organización, mi jefe se dedicó a ofrecer cuentas de correo gratuitas a muchos clientes (clientes VIP). No me parece mal. Muchas de ellas no eran simples cuentas personales, sino cuentas de correo de empresa. Esto es un poco contradictorio, puesto que las empresas podrían pagarse sus propios dominios y hospedajes. Pero así era. Algunas empresas usaban nuestras cuentas gratuitas para sus negocios.
Pasaron los años y esas empresas no sólo no dejaban de usar las cuentas, sino que muchas de ellas ya había perdido la relación con nosotros. Muchos clientes también habían perdido la relación, pero seguían manteniendo sus alias y sus correos. Nuestro negocio iba mal y había que buscar dinero como fuera, así que alguien tuvo una buena idea o trató de que no "abusaran" más de él. Para ello se me encargó la recopilación de toda la información. Tenía que saber que mails estaban siendo utilizados y cuales no, para borrarlos. A quienes los utilizaran, les enviaríamos una carta para anunciarles la eliminación de la misma, ofreciéndoles a cambio un dominio y un hospedaje de internet a bajo coste. Se trataba de hacer una limpia completa. Mi jefe sólo quería que los empleados (a nivel interno) y algunas personas tuvieran cuentas de Acme S.A. Se les iba a acabar el chollo a muchos espabilados ;). La paradoja de todo esto es que esas cuentas fueron ofrecidas gratuitamente sin periodo de caducidad, ni avisos de posibles pagos futuros por su uso o extinción de las mismas. Se les ofreció con todas las garantías de una empresa seria y no como algo lúdico o informal. Si las cosas no salieron como mi jefe imaginaba con algunos de sus clientes, tampoco era para quejarse, como lo hacía él.
El trabajo no llegó a plasmarse de ninguna forma. Cuando tenía hechas todas las previsiones de cuentas a borrar, cartas a enviar y resto de formulismos, cogí vacaciones. Al volver, la otra persona que iba a ayudarme con el tema había dejado la empresa y el acólito número 1 también lo haría. La idea se quedó dentro de una carpeta dentro de un cajón, lo cual me libró de tener roces con clientes, puesto que todo este proyecto sólo tenía una cara visible, y era la mía.