En el capítulo anterior (música de teleserie) les contaba alguno de los trabajos físicos y sucios que tenía que desempeñar. Algunos de ellos vinculados a la profesión, otros vinculados al despotismo lego de mi jefe. Tengo algunos más que contar y más terribles y humillantes, pero lo dejaré para cuando toque. Esta vez hablaré sobre el trabajo sucio intangible, el que haces y sirve como base de funcionamiento de una empresa, pero que no se ve, no se valora y se desprecia por parte de los rangos "superiores" de las organizaciones (los que anteponen las imágenes a los hechos).
Durante la primera parte de mis 8 años en aquella empresa, mis obligaciones consistían en reparar equipos de clientes con los que directamente no trataba, sino que lo hacían otros. Si todo iba bien, las palmaditas y los elogios eran para éstos últimos, que se apropiaban del trabajo. Si las cosas iban mal, te señalaban directamente a ti como culpable, y para satisfacción del cliente debías ser escarmentado como descargo por tu "ineptitud". Más de una vez, y delante de clientes, esos "compañeros" o el propio gerente te llamaban idiota o afirmaban que no sabías hacer las cosas. Aguantabas, mientras los otros reían con los clientes, los chistes estúpidos de tu jefe.
Otra forma de trabajo encubierto era el montaje de equipos en masa. Los ensamblabas hasta altas horas de la mañana por la avaricia de tu jefe (Las incomprensibles palizas de última hora) y era otra tarea importante que desarrollabas en el anonimato, tanto en pedidos grandes como en simples equipos para clientes individuales. Nuevamente trabajo olvidado y desprestigiado.
Otro ejemplo de este trabajo sucio era cuando mi jefe hacía que me disculpara con clientes por errores cometidos por él o la empresa, pero claro, su imagen quedaba muy mal si los reconocía, así que ya que no se podía tapar la mala gestión, lo adecuado era poner como culpable a otro (el que les escribe). Esa es otra forma de funcionamiento de las empresas, puesto que los clientes están más dispuestos a seguir fieles cuando el error es cometido por un inferior, a cuando reincide un superior. Si usted que lee esto, se ha encontrado en alguna situación similar, piense mal, porque puede que al que le esté echando la bronca, no sea sino un peón que ni siquiera sepa que es lo que ocurre. Al respecto, recuerdo en uno de mis últimos meses como empleado, que la empresa había metido la pata con una cliente, y se me pasó a mí. No tenía ni idea de lo que ocurría, pero se me había dicho que me disculpara y que llegara a un acuerdo con la cliente. Situación embarazosa en la cual la interesada se despachó a gusto conmigo, mientras mi jefe estaba escondido. Evidentemente no volvió a ocurrir, porque desde ese día decidí devolver las llamadas al gerente. No me pagaban por tales labores y después de 8 años aguantando, ningún sueldo compensaba semejantes riesgos. En próximos post les comentaré como cada día de mi trabajo en aquella empresa era un constante sufrir, porque recibía broncas e insultos de clientes a los cuales muchas no conocía ni había hablado con ellos en mi vida, pero que me acusaban directamente de sus problemas a parte de afirmar que yo (mi jefe) les había engañado.
El hacer presupuestos y atender clientes es otra forma de trabajo sucio. No, si éstos son ricos y elegantes, pero sí si se trata de gente de la calle. Si yo me pasaba de tiempo convenciendo a un cliente normal para que comprara un ordenador nuevo y finalmente lo hacía, eso era una pérdida de tiempo. Si por el contrario mi jefe se pegaba toda la tarde de tertulia con un cliente acaudalado, que finalmente lo mandaba a freír espárragos, eso era tiempo invertido. Lamentablemente la escala de valores de mi gerente era: rico o aparentemente rico == gran persona y gran cliente; gente normal == populacho, me sirven para ganar dinero, pero tratar con ellos, lo justo. La realidad era que muchos de esos interesados de bajo nivel no regateaban precios, pagaban fielmente y daban pocos problemas y aquellos de los que le gustaba rodearse a mi jefe, regateaban hasta la última peseta, haciendo que perdiéramos dinero, pagaban tarde y mal y solían ser muy conflictivos.
El hacer facturas, papeleos y consultas es otra forma de trabajo sucio. No generaba ganancias directamente, pero permitía que no hubiera un descontrol y caos en la empresa y se pudiera seguir el rastro de los trabajos realizados. Cuando tuvimos que dedicar cada vez más tiempo a labores burocráticas, el gerente se sintió muy molesto, a pesar de que las órdenes eran suyas.
Atención telefónica o personal a los clientes. Otro trabajo sucio, que no se cobraba. Era un servicio que la empresa prestaba. Se tenía contentos a los interesados, pero luego, por la espalda, el jefe renegaba de ellos, a parte de soltarnos las típicas indirectas de que perdíamos el tiempo y no producíamos nada. Esta era otra de las contradicciones de mi empresa: si no quieres dar atención a los clientes (demostrado con palabras denostadoras y frases zahirientes), ¿porqué "coño" te quejas luego?.
No recuerdo nada más ahora, aunque sé que mucho más hubo. La conclusión es que al margen de si el trabajo era más o menos justificado o necesario, todo el trabajo sucio que se hacía era parte del funcionamiento de la empresa; y aunque directamente no se percibiera ingresos por él, indirectamente era fundamental para que otras acciones sí generaran beneficios. Como he repetido estos días: no era valorado, era difamado y era humillado, por los mismos que lo imponían, lo exigían y luego lo repudiaban, es decir, el gerente y acólitos.
Otra forma de trabajo encubierto era el montaje de equipos en masa. Los ensamblabas hasta altas horas de la mañana por la avaricia de tu jefe (Las incomprensibles palizas de última hora) y era otra tarea importante que desarrollabas en el anonimato, tanto en pedidos grandes como en simples equipos para clientes individuales. Nuevamente trabajo olvidado y desprestigiado.
Otro ejemplo de este trabajo sucio era cuando mi jefe hacía que me disculpara con clientes por errores cometidos por él o la empresa, pero claro, su imagen quedaba muy mal si los reconocía, así que ya que no se podía tapar la mala gestión, lo adecuado era poner como culpable a otro (el que les escribe). Esa es otra forma de funcionamiento de las empresas, puesto que los clientes están más dispuestos a seguir fieles cuando el error es cometido por un inferior, a cuando reincide un superior. Si usted que lee esto, se ha encontrado en alguna situación similar, piense mal, porque puede que al que le esté echando la bronca, no sea sino un peón que ni siquiera sepa que es lo que ocurre. Al respecto, recuerdo en uno de mis últimos meses como empleado, que la empresa había metido la pata con una cliente, y se me pasó a mí. No tenía ni idea de lo que ocurría, pero se me había dicho que me disculpara y que llegara a un acuerdo con la cliente. Situación embarazosa en la cual la interesada se despachó a gusto conmigo, mientras mi jefe estaba escondido. Evidentemente no volvió a ocurrir, porque desde ese día decidí devolver las llamadas al gerente. No me pagaban por tales labores y después de 8 años aguantando, ningún sueldo compensaba semejantes riesgos. En próximos post les comentaré como cada día de mi trabajo en aquella empresa era un constante sufrir, porque recibía broncas e insultos de clientes a los cuales muchas no conocía ni había hablado con ellos en mi vida, pero que me acusaban directamente de sus problemas a parte de afirmar que yo (mi jefe) les había engañado.
El hacer presupuestos y atender clientes es otra forma de trabajo sucio. No, si éstos son ricos y elegantes, pero sí si se trata de gente de la calle. Si yo me pasaba de tiempo convenciendo a un cliente normal para que comprara un ordenador nuevo y finalmente lo hacía, eso era una pérdida de tiempo. Si por el contrario mi jefe se pegaba toda la tarde de tertulia con un cliente acaudalado, que finalmente lo mandaba a freír espárragos, eso era tiempo invertido. Lamentablemente la escala de valores de mi gerente era: rico o aparentemente rico == gran persona y gran cliente; gente normal == populacho, me sirven para ganar dinero, pero tratar con ellos, lo justo. La realidad era que muchos de esos interesados de bajo nivel no regateaban precios, pagaban fielmente y daban pocos problemas y aquellos de los que le gustaba rodearse a mi jefe, regateaban hasta la última peseta, haciendo que perdiéramos dinero, pagaban tarde y mal y solían ser muy conflictivos.
El hacer facturas, papeleos y consultas es otra forma de trabajo sucio. No generaba ganancias directamente, pero permitía que no hubiera un descontrol y caos en la empresa y se pudiera seguir el rastro de los trabajos realizados. Cuando tuvimos que dedicar cada vez más tiempo a labores burocráticas, el gerente se sintió muy molesto, a pesar de que las órdenes eran suyas.
Atención telefónica o personal a los clientes. Otro trabajo sucio, que no se cobraba. Era un servicio que la empresa prestaba. Se tenía contentos a los interesados, pero luego, por la espalda, el jefe renegaba de ellos, a parte de soltarnos las típicas indirectas de que perdíamos el tiempo y no producíamos nada. Esta era otra de las contradicciones de mi empresa: si no quieres dar atención a los clientes (demostrado con palabras denostadoras y frases zahirientes), ¿porqué "coño" te quejas luego?.
No recuerdo nada más ahora, aunque sé que mucho más hubo. La conclusión es que al margen de si el trabajo era más o menos justificado o necesario, todo el trabajo sucio que se hacía era parte del funcionamiento de la empresa; y aunque directamente no se percibiera ingresos por él, indirectamente era fundamental para que otras acciones sí generaran beneficios. Como he repetido estos días: no era valorado, era difamado y era humillado, por los mismos que lo imponían, lo exigían y luego lo repudiaban, es decir, el gerente y acólitos.