Cuando mi departamento paso a tener su cierta "independencia" y nosotros tomábamos parte de las decisiones y teníamos que cumplir objetivos de ingresos y beneficios, que nunca antes la empresa se había planteado, se estableció una serie de tarifas por trabajos concretos: instalar un software, instalar un hardware, eliminar un virus, etc. Estas tarifas fueron aplicadas a todos los clientes, independientemente de su afinidad con el jefe. Por otro lado, él ya no quería estar en contacto con muchos de ellos, debido a que estaba en una nube de poder y no le interesaban las relaciones con el populacho. Además, se había dado cuenta que con la delegación de responsabilidades, conseguía no enfrentarse con los clientes enfadados, ya que eso era obligación del departamento. Como nosotros teníamos que producir, para que no nos echaran broncas o cerraran el taller, debíamos ser estrictos con los cobros, y no se podía hacer excepciones. De esta manera, cuando los "falsos clientes" y "falsos amigos" del jefe se encontraron con facturas, montaron en cólera. Decían: "Yo no he pagado nunca, ¿a cuenta de qué tengo que pagar ahora?". Nosotros no entendíamos el problema: si nunca habías pagado, ¿qué más te da pagar una vez al menos? ¿Se imaginan que hicieron todos esos clientes? Se marcharon a otros negocios. Preferían pagar el doble en otro lado, que tener que pagarnos una simple factura a nosotros. Increíble pero cierto. Algunos de ellos incluso quisieron que les llevara sus temas al margen de la empresa, y estaban dispuestos a pagarme lo que yo exigiera. Tuve que hacer de tripas corazón y evitar la tentación, puesto que tenía poco tiempo y en la empresa ya me estaban amargando mucho, como para tener que aguantarle a mi jefe la cantinela de que le robaba los clientes. Con la fuga de clientes, y la "permisividad" de mi jefe al respecto, dábamos un nuevo paso hacia el cierre del taller.
Ahora, ¿me pueden responder a la pregunta que les formulé al principio de esta entrada?